Los adeptos de San Lázaro deberían darse un viaje a la ciudad del santo, pues si bien venía de Betania fue aquí, en la antigua Kitión (hoy Larnaka), en Chipre, donde fue primer obispo y donde predicó y murió. Su sepulcro (foto 1) fue hallado en el sitio de Kitión y se conserva en la cripta de la Iglesia de San Lázaro. Las reliquias no, pues se las llevaron hace siglos a Constantinopla y a Marsella.
La iglesia (foto 2), fundada por el Emperador de Bizancio León VI, en el siglo XI, es bellísima. Los francos (que ocuparon Chipre tres siglos) pusieron, como siempre, de su propia cosecha. Carnaval de iconos y de maderas preciosas traídas de los Montes de Cedros (foto 3). No sé si saben que al San Lázaro del panteón afrocubano se le ponen quilos prietos porque eran de cobre y porque Chipre es (fue) en la Antigüedad y durante el Medioevo la "isla del Cobre". De hecho, la etimología del nombre nos lo deja claro.
Como me gusta ir, cada vez que puedo, a la fuente misma, visité también el sitio arqueológico de la antiquísima Kitión (que data del siglo XIII, pero antes de Cristo). Pues ahí, en ese amasijo de piedras (foto 4), no solo predicó, murió y hallaron el sarcófago de San Lázaro, sino que ahí mismo vivió e hizo escuela mi adorado Zenón, el padre de la filosofía escéptica.
Pues tal vez no está de más, ya que ando en estos trances, recordar en que consiste el calvario chipriota después de que los coroneles griegos de la época dictatorial tuvieron la "excelente" idea de sonsacar a los turcos y de dejar entrever que pensaban anexarse la isla, so pretexto de la importante comunidad chipriota ortodoxa de origen griego que había (hay) en ella. Los turcos dieron el zarparzo y ocuparon el 37 % de la isla (al Norte) y desde entonces (1974) siguen ahí. El despatarre es tal que a eso se suma la franja verde de Naciones Unidas y las dos bases militares que los hijos de Su Majestad la Reina Isabel de Inglaterra poseen, y que de hecho, para justificar, eternamente, su presencia en la isla ya descolonizada, ni siquiera movieron un dedo cuando los turcos invadieron, pues de este modo, con los turcos aquí, ya tenían (tienen) razón para quedarse.
Toda esta típica conducta de intereses mezquinos y, al parecer, humanos (por lo cual Zenón seguirá siendo mi ídolo) acarreó un drama para las familias de uno y otro lado. Y es tan largo de explicar y la conexión internet chipriota tan voluble, que prefiero dejarles dos fotos (5 y 6): la de la Gran Mezquita Bayuk Kami, a escasos 100 metros de la iglesia de San Lázaro, que prueba en qué medida vivían en absoluta armonía musulmanes chipriotas y ortodoxos griego-chipriotas, hasta que a dos o tres sesudos se les ocurrió joderlo todo.
Finalmente, tardíamente, inútilmente, tres décadas después, Europa ha querido remediar el mal y ha incorporado esta isla a la Unión. Excelente idea, pero si miran bien el mapa verán que esto nunca fue Europa. Hasta donde mis nociones de geografía dan, esto se llamaba y se llama Asia Menor. Y entre Chipre y Europa continental está, de por medio, Turquía. Pero bueno, esto no es un problema de geografía sino de geopolítica. Por eso, lo mejor es hundirse una vez más en el océano sin fin de la cultura y agradecer a la familia Pierides, los notables de Larnaka, que desde hace cinco generaciones ha salvaguardado el patrimonio arqueológico chipriota del saqueo. Ellos son los fundadores, en su propia casa (última foto) de un museo absolutamente extraordinario.