Aquí nació Afrodita, la diosa del amor y la belleza. Todo este viaje ha estado marcado por su presencia en la parte no ocupada de la isla. Afrodita salió de esas aguas, justo en donde estó emergiendo ese peñasco. Los guijarros son de colores variados que van del verde y amarillo hasta el negro y rosado. Es una serpentina de colores la orilla del mar y ya mi maleta pesa el doble porque no iba a perder la oportunidad de recoger varios guijarros (galets, en francés, como los de Niza) bendecidos por la divina diosa. Lo creerá quien desee. Yo me pregunto qué fabulosa guajira desnuda chipriota le salió al pastor o pescador que estaba soleándose en la orilla para que el mito del nacimiento de la diosa de la belleza se diera justamente aquí, en este sitio tan alejado de todo. Y qué poder debería tener aquel pastor o guajiro para lanzar semejante campaña de márketing en favor del amor y la sensualidad.
He tomado fotos desde que veníamos por la carretera, a orillas del mar y desde lo alto de los acantilados. En verano esas aguas son transparentes y calmas. Uno puede nadar hasta la roca en cuestión. En esta época lo mejor es quedarse en la orilla para no tener que visitar el templo de Asclepio.