Kourión fue fundada por los griegos en el XIX adC, luego la ciudad conservó siempre su autonomía colocándose del lado del mejor postor (persa o romano) según el período. Las ruinas se encuentran en un sitio absolutamente maravilloso. Desde lo alto del acantilado en que se halla, los prados verdes se detienen a orillas del Gran Azul o, por el lado oeste, los farallones caen casi perpendicularmente sobre campos cultivados que preceden a las playas. En Kourión, un Templo de Apolo, un anfiteatro romano del siglo II dC, unas termas formidables construidas por un patricio (que al parecer era el nuevo rico de la época dado la magnificencia de su villa en la que no escatimó ni mosaicos ni dependencias), el célebre mosaico de los gladiadores, e incluso uno de Aquiles travestido por su madre para que no lo mandaran a la guerra de Troya. También una basílica paleocristiana de la cual no quedan más que la planta y algunas columnas, después de un célebre terremoto en el siglo IV dC (no se preocupen que ya Elena había pasado).