Perugia incandescente. 36 °C a la sombra. Sólo en las galerias subterráneas de la Rocca Paolina, a las que se entra por la puerta etrusca Marzia, hay un poco de frescor. Perugia, capital administrativa de Umbría. La Pinacoteca Nacional de Umbría, en los dos pisos altos del palacio renacentista de los Priores, es una maravilla. Sólo por ver el políptico de Piero della Francesca, el grueso de la obra del Perugino y el retablo admirable de Fra Angelico, vale la pena aguantar el calor. La ciudad posee suficientes calles abovedadas como para evitar el sol del mediodía. De noche, música por todas parte. Tapones en el oído para dormir en ese hotel sobre el mismísimo Corso. La ciudad es una de las más difíciles para entrar en coche. Imposible. Hay que parquearse en unos estacionamientos públicos abajo y entrarle por una serie de escaleras automáticas. Primera vez que veo una ciudad a la que se llega, inevitablemente, por escaleras automáticas que penetran la roca que, a su vez, le sirve de muralla.
El Corso Vannucci, en Perugia
El Palacio de los Priores y entrada a la Pinacoteca
La Rocca Paolina, galerías subterráneas que son el acceso a la ciudad. Era el camino por donde la secta de los Flagelados daba 33 vueltas a Perugia flagelándose en su fanatismo con lenguetas de cuero y clavos
Esta fuente gótica, frente al Duomo y al Palacio de los Priores, fue concebida en el siglo XIII por los hermanos Pisano