3 juil. 2008

Abadía Notre-Dame-de-Jouarre



De las abadías de Francia una de las más antiguas que conserva aún vida monástica. Se trata de la abadía benedictina Notre-Dame-de-Jouarre en la que viven 25 monjas que se ocupan, además de rezar 6 horas al día, de cultivar la tierra, fabricar mermeladas, producir miel y objetos de cerámica. La abadía fue fundada en el siglo VII, exactamente en el 667, cuando un monje irlandés (San Colomban) pasa por Jouarre y bendice a los tres hijos de San Otario, de los cuales, Adon, funda la abadía. Al imponerse la regla benedictina en el siglo IX Notre-Dame-de-Jouarre se consagra, hasta nuestros días, a dicha orden. Habrá que recordar que se le debe a ese "Padre de Europa" que fue Carlomagno, el hecho de que la orden benedictina se extendiera de forma galopante a partir del Concilio de Aix-la-Chapelle, en que él mismo ordena que todos los monasterios de su Imperio apliquen la observancia de la orden de San Benito. Después de invasiones normandas, guerras de religión, revoluciones anticlericales, ocupación nazi, etc., la abadía está en pie y activa por puro milagro.
En frente de la abadía se encuentra uno de los monumentos religiosos más antiguos de Francia: la cripta merovingia de Saint Paul (siglo VII) que contiene los sarcófagos de las primeras abadesas, familiares de éstas y de un abate (pues originalmente hubo también una efímera abadía de monjes). Pero de la cripta me ocuparé en otro post pues de veras merece comentario aparte.
Asistir a las Vísperas y oír la coral de las monjas es una maravilla. Las hermanas permiten también los retiros de personas en busca de tranquilidad, dispuestas a compartir la vida monástica con ellas durante un tiempo. Algunos estudiantes que necesitan concentrarse antes de los concursos nacionales vienen aquí y se quedan un mes. Al final, dejan en un sobre la cantidad de dinero que pueden o estiman conveniente.
Las monjas me dejaron boquiabierto por el gusto muy "desing" que tienen tanto para el mobiliario, lámparas como tienda de ventas de artículos producidos por ellas. Computarizadas y con un sitio internet que ya quisieran muchos por ahí. Esas monjas llegarán sin dudas al siglo XXX porque no hay época con la que no hayan sabido acoplarse.