Silvia Baron Supervielle dedicándome su último libro en su casa en París © William Navarrete
Hoy escribo en El Nuevo Herald
sobre Silvia Baron Supervieille a quien tuve el placer de entrevistar en su
apartamento de l'île Saint-Louis, en París. Dama de la literatura del Río de la
Plata (como le gusta decir) más que de un país o el otro, ha escogido escribir
la mayor parte de su obra en francés. Traductora de Borges, de Marguerite
Yourcenar, etc., su memoria es como la de Funes, el personaje memorioso de Borges,
a quien rinde homenaje en su último libro, Le Pont International, publicado por
las ediciones Gallimard.
Silvia Baron Supervielle, el impulso de los ríos / El Nuevo Herald
Silvia Baron Supervielle, el impulso de los ríos
William Navarrete
publicado el domingo 20 de mayo de 2012
© 2012 El Nuevo Herald. All Rights Reserved.
Nació en Buenos Aires en 1934, de madre uruguaya y de padre
porteño descendiente de franceses. Creció entre dos orillas, la de Argentina y
la de la República Oriental del Uruguay, pero un buen día sintió el mismo
"impulso misterioso" que uno de los personajes de su último libro y
dejó las costas del Río de la la Plata para instalarse a orillas del Sena, en
París, donde desde 1961 vive y trabaja.
Silvia escribe con vista al río que atraviesa la capital
francesa. Su escritorio es como la proa de un barco siempre presto a zarpar.
Una corriente marítima imperceptible le trae imágenes y recuerdos desde el río
bonaerense hasta su refugio parisino. Así lo siente cuando aborda infatigablemente
el tiempo de su infancia y adolescencia en tierras australes.
"Agradezco al destino el haberme mudado para
París" - afirma. "Nunca he entendido los periodos de auge
nacionalista que han aquejado a mi país. Desde la época de Rosas el nacionalismo
ha sido recurrente. El peronismo, principalmente del comienzo, es una de sus
versiones", añade. Para la escritora las demagogias de este modelo son
formas primitivas de pensamiento y de gobierno. "Lo nacional es muy
cerrado, pero no vamos a hablar de política", concluye.
El puente Internacional (Ed. Gallimard, 2011), su
última novela, desentraña aquello que aún para Silvia Baron Supervielle resulta
inexplicable. En sus páginas vibran personajes literarios extraídos de textos
de Borges, de Juan Carlos Onetti, Joseph Conrad, Samuel Beckett, Willa Cather y
Thomas de Quincey. Silvia no los
rediseña, más bien los completa. Al borgeano Funes (el memorioso), por
ejemplo, lo lleva a descubrir el amor, una licencia que se ha permitido porque
ha traducido y frecuentado a su autor, aclaró hace poco durante la presentación
de esta novela en la librería Gallimard.
El universo extraño en que sitóa a los personajes de su
último libro abarca las dos riveras del río Uruguay, y se extiende entre los
poblados de Young, Fray Bentos y Entre Ríos. Los personajes ajenos a estas
intertextualidades son dos mujeres (Rosa y Emilia) que sueñan con atravesar el
puente Internacional que separa a ambos países. Han estado atadas a seres que,
han sido creados por autores que Silvia admira. Las dos mujeres lograrán
desprenderse de sus fantasmas, del pasado opresivo y nos asombra la facilidad
con que lo harán. Con la huida, los restantes personajes tendrán que regresar a
los libros que siempre han habitado.
Resulta admirable la manera en que la autora logra
superponer planos que van más allá de la ficción: los personajes recreados
conviven sólo a medias con los que la autora ha inventado. Es la razón por la
que imaginamos reales a aquellos que Silvia ha creado. Y es que sabemos que
Funes, Lucy Gayheart, Winnie o Verloc son ficciones revividas. Cuando al final
de su novela reconstruye el desenlace y drama de Amalia, protagonista de la
novela homónima de José Mármol y primera de la literatura argentina, ha fundido
su propia obra con los orígenes de los que se nutre y ha tendido, a la vez, un
puente que explica por qué vivir en desarraigo permite que entendamos mejor el
mundo del que venimos. "Por eso que me considero una ríoplatense",
aclara.
La autora ha escrito unas doce novelas, once poemarios, un
libro de entrevistas a la pintora francesa Geneviève Asse y otro que compila su
intercambio epistolar con Margarite Yourcenar, a quien conoció y tradujo.
También ha sido traductora al francés de Jorge Luis Borges, Macedonio
Fernández, Roberto Juarroz, Silvina Ocampo, Teresa de Ávila, Ángel Bonomini,
Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, Juan Rodolfo Wilcock, Arnaldo Calveyra,
entre otros.
Al indagar cómo y por qué empezó a escribir también en
francés responde: "Cuando escribí mis primeros poemas cortos en francés
quedé fascinada. Me dije: ¡qué
lindo es no saber escribir! ¡Cuánta economía de palabras y qué
interesante resulta sentirnos obligados a decir lo esencial!". Aquellos
primeros poemas en francés eran como autorretratos. Se los dio al escritor argentino
de expresión francesa Héctor Bianciotti quien se entusiasmó y los mostró a su
vez a Maurice Nadeau. Los poemas fueron publicados en Les Lettres Nouvelles. Silvia entraba así por la puerta
grande de la literatura en Francia.
"Tuve miedo que la cultura francesa y todo el peso de
su historia me invadiesen", confiesa. "Me di cuenta de que necesitaba
crear una manera de escribir, aún cuando utilizase una lengua claramente
definida como la francesa. En este sentido mi guía ha sido siempre el escritor
irlandés Samuel Beckett quien, como sabemos, cuando se cansaba de escribir en
inglés lo hacía en francés y viceversa", afirma.
A lo largo de su vida Silvia ha conocido a muchos autores.
Pregunto sobre ese pilar de la literatura francesa que es Margarite Yourcenar.
Encontró en los libreros del Sena unos sonetos dispersos escritos por ella, los
tradujo al español y se los envió a Gallimard. La editorial se los hizo llegar
a la autora de Memorias de Adriano quien vivía ya en el estado de Maine,
Norteamérica. "En muy poco tiempo Marguerite Yourcenar, quien conocía
perfectamente el español, me escribió entusiasmada con la traducción. Sospecho
que ella siempre deseó ser reconocida como poeta más que como narradora. En
cierta medida era lo que yo acababa de hacer con esas traducciones. De este
modo comenzó nuestra relación, inicialmente epistolar, luego más estrecha
cuando nos conocimos personalmente y estuve en su casa en Maine". Aquellos
sonetos y otros versos fueron publicados en Madrid, en las Ediciones Visor, en 1982.
De la misma autora tradujo su teatro en dos tomos, para Lumen, Barcelona.
La correspondencia con Marguerite Yourcenar fue publicada en
2009 por Gallimard bajo el título de Une reconstitution passionnelle. Le
pido nos cuente una anécdota de la gran escritora y evoca aquel día de 1980 en
que iba a ser recibida oficialmente como miembro de la Academia de la Lengua
Francesa. Se trataba de una nominación muy importante porque era la primera
mujer que entraba en esta célebre institución fundada en 1635 por el cardenal
Richelieu. "Recuerdo - nos dice Silvia - que ese día, después del acto
formal, había una gran cena para homenajear a la nueva académica. Todo el mundo
había asistido menos Marguerite Yourcenar quien se había ido a cenar a casa de
unos amigos en el barrio del Marais. Ella era así: irreverente y subversiva.
Parecía muy dura, pero irradiaba luz. En realidad nunca le interesó mucho el
mundo de la Academia".
Silvia va adquiriendo la dimensión del propio Funes. Es
bueno preguntarle por las grandes personalidades literarias que ha conocido
porque responde con objetividad sin añadir una coma a la relación que ha tenido
con ellas. "A Borges lo había conocido superficialmente en Argentina, pero
fue en París donde más lo frecuenté; él y su esposa María Kodama vivían en el
Quartier Latin. Borges me llamaba 'La Oriental' porque teníamos en común el
hecho de que nuestras madres eran uruguayas, algo que para él era
importante".
Fue la escritora Silvina Ocampo, de quien Silvia ha
traducido al francés dos libros, quien insistió para que conociera mejor a
Borges. Tradujo al francés uno de sus libros y se adentró mucho en sus
personajes. "Los personajes de Borges son exactamente los que uno hubiera
querido inventar. Y además, a partir de su misterio, recrean las posibilidades
de los nuestros".
Pregunto por sus planes para 2012. Publicará en Argentina
toda su obra poética en edición bilingüe español-francés. La traducción
poética, la más difícil, es su especialidad y ella misma está llevando sus
versos de una lengua a la otra. "Lo que más me gusta de la traducción -
confiesa - es conservar la musicalidad interna, el ritmo, la cadencia o acento
de cada autor, más que el sentido de la lengua propiamente dicho". Su
propia obra tiene esa cadencia que sabe dar a las palabras. Digamos que si la
inspiración le llega a Silvia, marítima y fluvial desde el Río de la Plata
hasta el Sena; el ritmo y la musicalidad que impone a sus ideas lo aporta, de
cresta en cresta, el movimiento ondulatorio de esas mismas aguas.