© Fotos William Navarrete
Mucha gente me pregunta
cómo preparo mis viajes. Siempre respondo: leo. No
significa esto que me pase un mes leyendo. A veces basta, la víspera,
documentarse acerca de los sitios aledaños al lugar en que pernoctamos para
emprender la ruta, al día siguiente, con una idea aproximada de lo que vamos a
ver. Digo "idea aproximada" porque en todo viaje uno de los mejores
momentos es lo inesperado, la improvisación, o sea, aquello de lo que tal vez
ignorábamos completamente su existencia. Tampoco
uso GPS: lo aborrezco (y si es la voz, ni de lejos). Lo mío es a la antigua y nada mejor que un buen
mapa de la región, ampliado y detallado, con relieves indicados, azules para
los lagos, verdes para los llanos fértiles, blanco para las zonas áridas, tres punticos para las ruinas o sitios arquelógicos, etc.
No hay GPS que substituya (cuando se sabe leer mapas, of course) la visión de
conjunto que da una buena cartografía. Dentro de poco ya nadie sabrá leer mapas. No digo que para andar en una ciudad, si se anda de prisa, un GPS no tenga utilidad. Lo que digo es que para recorrer mundo es completamente innecesario y más bien atormentante.
Por supuesto, un buen compañero de
viajes (o varios), verdadero cómplice motivado en ver qué se enconde más
allá de aquella montaña o quiénes viven en la aldea en la que caemos por puro
azar, es imprescindible. No hay nada más horrible que viajar con gente inculta
o sin motivaciones. Al decir incultas me refiero a algo mucho más profundo que un diploma universitario o un status intelectual; me refiero a una actitud ante la vida. O viajar con aquellos que dicen que han viajado demasiado (sin
saber que nunca es demasiado cuando se trata de descubrir con sus propios ojos
la infinita diversidad, material y espiritual, de nuestro planeta).
Moviéndonos
a lo largo y ancho de Aragón aparecieron imágenes dispersas, pequeños momentos, grandes
vistas o viceversa. Los cuelgo aquí para agradecer la libertad con que viajo y vivo:
Campos de Aragón
El Poyo del Cid
Monterde
Montes de Palomera
Los montes de Palomera, Aragón
La ermita de Santa Ana, al oeste de Alfambra.
Gea de Albarracín
El pórtico de la iglesia de Calamocha es un retablo de piedra
El puente romano de Luco de Jiloca bajo un cielo encapotado
Un pastor y su rebaño en el río casi seco de Azuara.
La hermosa iglesia mudéjar de Alfajarín
El Ebro, caudaloso en esta época del año. No iba a viajar por Aragón sin bajar hasta su ribera
Osera del Ebro. En muchos pueblos aragoneses el mudéjar es omnipresente.
El árido paisaje de Los Monegros