1 août 2008

Spoleto / Umbria

El Duomo de Spoleto. Estamos bajo 32 °C solamente. Vamos mejorando con respecto a Perugia. Spoleto es el pueblo de los pijos romanos. Aquí viene la "gente bien" de Roma a acanallarse y a comprar antigüedades. Un pueblo auténtico, entregado a la música y a los festivales de canto lírico. Un pueblo desordenado, de callejas muy empinadas, cuestas, escaleras. Siempre para arriba. Como si se quisiera llegar al cielo al transitar por sus calles y al dejarse llevar por las notas melódicas que salen de cada ensayo que se desarrolla detrás de cada una de sus ventanas. Spoleto es una vieja deuda que tenía. Una deuda personal.

¡Dios que grande fue Bizancio! Sin Bizancio y sus ancestros griegos, los Latinos (o sea, los del Latium, por si acaso...), no hubieran podido construir, poco a poco, Europa y, con ella, Occidente. Aquí les dejo el mosaico en un estilo bizantino tardío (data del 1207), de Solsterno. Se halla en el frontón superior del Duomo de Spoleto. Me han entrado unas ganas incontenibles de ir a Ravena para ver, por enésima vez, los mosaicos bizantinos del IV, V y VI dC. Me parece que iremos bajando de Umbría hacia Las Marchas, como por escalones (marches) hasta el Adriático. Es muy probable que me vean en estos días solazándome en Rimini y, luego, en Ravena donde acabaré de intoxicarme ya del todo de arte

No es que sea un fanático del Cinquecento (prefiero el Quatrocento), pero ya que estamos en esto, pongo el fresco que embellece el ábside del Duomo de Spoleto. Se lo debemos a Lippi, famoso pintor florentino que murió y está enterrado a unos pasos del Duomo. El fresco lo terminó su hijo.


Druso era el hijo de Tiberio. Murió literalmente despetroncado. O sea, se cayó de un caballo. Para alabar sus méritos se erigió este arco en Spoleto. Data del siglo 23 dC. La antigua vía Flaminia pasa por debajo.

El puente de las Tres Torres, en las afueras de Spoleto. Es románico y fue construido como acueducto en el siglo XIII. Los que padecen de vértigo no deben atravesarlo. Se eleva a 80 metros. Yo, gracias al Cielo, no padezco absolutamente de nada