Las actividades acuáticas interrumpen las horas de lectura y reflexión en la playa. A los que quieran salir con las vértebras en los tobillos y los tobillos en la quijada les recomiendo las recámaras supersónicas. Unas recámaras (estilo balseros cubanos) atadas a un yate rápido. La gracia es agarrarse lo más fuerte posible de las asas de la recámara mientras el piloto del yate hace todas las maniobras posibles para que caigamos al agua. A mí no pudo tumbarme. En cambio, quedé molido por dos días, pero ya estoy recuperado
La arquitectura elegante y ecléctica de Cannes: