Lumbres veladas del Sur, William Navarrete /
© Diario Las Américas - Luis de la Paz, 25 de julio 2009
El escritor Luis de la Paz reseña mi poemario "Lumbres veladas del Sur" en el Diario Las Américas (Miami).
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La Revista del Diario
Publicado en Diario Las Américas
24 de julio de 2009
Lumbres veladas del sur
Por Luis de la Paz
William Navarrete es además de ensayista, editor, crítico de arte y poeta, un trotamundo. Basta darse una vuelta por su blog, Cuba al Pairo, para leer sus comentarios sobre los sitios que visita y ver las imágenes, generalmente exquisitas y seductoras, de esos deliciosos lugares que transita, con curiosidad de arqueólogo y visión intelectual. Como escritor, en ocasiones, esas experiencias se transforman en literatura, en poesía, como en Lumbres veladas del sur (Aduana Vieja Editorial, Valencia, España, 2008), en la colección Atril, de formato grande, espacioso, con mucho blanco, lo que le imprime al libro un encantador aspecto.
Lumbres veladas del sur, acoge las sensaciones, descubrimientos, curiosas contradicciones y choques culturales, que experimentó el poeta durante un viaje al sur de Marruecos. Quienes conozcan la cultura árabe disfrutarán mucho más el libro, pues se les harán más claras las referencias de Navarrete, que lo mismo canta a los Atlas, como lo hace en el poema Canto al pie de los Atlas, donde expresa: “Yo busco, paciente al pie de tantos muros,/ que sus miradas prisioneras/ y la mía de humilde ignorante de los Libros/ apacigüen el fuego de los dogmas,/ se eleven por encima de los Atlas/ para fundir, con el brillo lejano de otros tiempos,/ las nieves que silencian nuestros cantos”, que se refiere al hammam, donde además de limpiar el cuerpo, se busca cura y se busca relajamiento: “No veo más que cuerpos desangrados/ que compran la ilusión de los remedios/ y manos que se agitan sin descanso,/ como mariposas rendidas ante el viento/ entregándose a una danza de piruetas,/ simulacro de tacto, inútil cura,/ cómplice sereno del silencio,/ minuto pasajero entre mi cuerpo y yo”.
El autor recorre las estrechas y enigmáticas callejuelas, se mezcla con la gente en los bazares, recorre palmo a palmo la plaza de Jemaa-El-Fná, visita los misteriosos sitios que componen los jardines de La Menara: “Al llegar al jardín, amante de una noche,/ desliza los cerrojos de la verja/ que protegen la pureza de tu cuerpo”, dice el poeta con sugerente inquietud.
Uno de los mejores poemas, Cabalgata de ausentes, comienza con estos versos: “Tampoco yo,/ el hombre despojado que se pierde/ en las callejas secretas de la Casbah/ donde el bullicio de los mercaderes/ de estolas, serpentinas de colores y pócimas,/ acalla el dolor de los ausentes”. Navarrete, descorre el extraño mundo que visita: “A estas calles donde sólo reinan los maullidos/ y el espectro de una corona lejana/ le han clavado muy hondo/ la tristeza de todas las mujeres,/ túnicas al viento, vaciadas de amor”.
Son poemas que sobrecogen, hacen reflexionar sobre una forma de vivir y de ver la vida extraña a occidente, pero no por ello menos exótica. Los poemas del Lumbres veladas del sur, están poblados de historias, de personajes célebres, de leyendas, temores y tradiciones ancestrales. El poeta alude a ellas, cuando se refiere a Essaouira, considerada por algunos como una de las más salvajes e inexploradas ciudades del país, o cuando alude a sultanes, a espectáculos callejeros, a la cotidianeidad: “Esta ciudad de piedras encantadas/ gime de noche y apenas se descubre”, añadiendo: “A esta ciudad/ no le saldrán nunca las alas/ porque es fantasma errante/ que llora en silencio sobre el mar”.
Lumbres veladas del sur es un libro hermoso donde las palabras cantan olores, sensaciones lejanas.