El contador del carro ya paso de los 1 000 kilómetros recorridos. Hemos llegado a Leucas o Léucade (en francés Leucade), una de las islas Jónicas, frente a la célebre Ítaca (patria de Ulises). Hemos venido hasta aquí por muchas razones y una de ellas ha sido la de ver el lugar desde donde la poetisa Safo se lanzó al mar, inaugurando así una larga lista de poetisas que han deseado tener el mismo fin, que, dicho sea de paso, ha sido escogido siempre por las buenas, porque las malas casi siempre se mueren de viejas o de verbo-diarrea.
Pero empecemos, antes de recorrer la isla y rendirle tributo a Safo, por visitar la capital de Léucade: Lefcada, a la que se llega hoy día gracias a un camino que la une a Preveza:
Una fortaleza protege la entrada de Lefkada, capital de la isla de Léucade.
La cercanía (y presencia en el pasado) de Italia se manifiesta en muchas de las iglesias de Lefkada.
Otra iglesia de influencia veneciana en Lefkada, Grecia.
Los terremotos son frecuentes en esta isla de Leucas. Por eso las viejas casas de maderas han sido cubiertas por planchas de zinc que los habitantes pintan con tonos pastel.
Las palmeras son termómetros que revelan la calidad del tiempo en esta isla.
Arquitectura popular típica de Lefkada, capital de la isla de Leucas.
Asi son los campanarios de las iglesias de Lefkada. Una ingeniosa solución contra sismos y terremotos.
Un antiguo comercio de especias y esencias a la oriental recuerda que estas tierras han estado siempre en la frontera de dos mundos.
En Lefkada coexisten los cafeses hight-tech y los antiguos. Yo prefiero estos últimos con sus mesas de cubierta de marmol, su servicio a la antigua, en buen café griego (idéntico al turco), sus dulces típicos (identicos a los orientales) y una clientela que ya sólo se ve en sitios como éste.
Cuba a veces aparece cuando menos (y donde menos) uno se lo imagina. A saber por qué.
La puesta de sol en la albúfera de Lefkada.