Basta de esculturas arcaicas, templos clásicos y arte del Helenismo. Ni un capitel corintio, dórico o jónico más. No más teatros, gimnasios, estadios, oráculos, fuentes... Suficientes iglesias bizantinas, iconos, iconostasios, púlpitos, frescos medievales, campanarios, fortalezas, monasterios, y el copón y la vela. Que la vida también es esto:
Bajando las altas montañas del Epiro en busca del mar. Bajando también el nivel cultural. Un, dos, tres...
Cataplum... Idílica Parga, a orillas del Mar Jónico. Uno de los paisajes más bellos del Mediterráneo como verán en las fotos siguientes:
Parga, idilio entre la tierra y el mar. Un click en la foto y verán hasta las piñas de los pinos.
Esto es exactamente lo que veo cuando abro la puerta del balcón.
El puerto de Parga protegido por su la islita de Panagia y los peñones rocosos. Mañana los recorreremos en bicicleta acuática.
Parga desde su ciudadela a la hora del crepúsculo.
Desde la ciudadela franca (y veneciana) de Parga, una vista de la islita Panagias.
En un alto promontorio la ciudadela franca (1380) de Parga, ruinas y pinares se funden con el intenso azur del Mar Jónico.
Las ruinas de la ciudadela normanda de Parga: un espectáculo 100% mediterráneo.
Parga by night y la luna llena sobre el Mar Jónico.
Kastro, nuestro primer restaurante en Parga. Se acabaron las deliciosas comidas tradicionales, se acabó el husmear en las cazuelas de las cocineras griegas. Aquí hemos llegado al paraíso del turismo "puaf". El restaurante es de un chic tan insuperable como la mediocridad de su comida. Pero hay que reconocer que tiene una de las vistas más bellas que restaurante alguno puede tener. El rissoto porcini es absoluta y meramente toscano... Todavía estoy digiriéndolo.