Lumbres veladas del sur, de William Navarrete /
© Olga Connor -
El Nuevo Herald, 2 de junio de 2009
A página completa, una amplia reseña de Olga Connor sobre la presentación de mi poemario Lumbres veladas del Sur el pasado 23 de junio, en la galería Zu. La cuelgo aquí y añado el enlace al final:
Publicado el martes 2 de junio del 2009
Marruecos es la tierra de las 'Lumbres veladas del Sur'
Por Olga Connor
© El Nuevo Herald
La galería Zu de Manny López en la Calle Ocho sigue teniendo sus tertulias poéticas nocturnas de los sábados, invitadoras a soñar en un patio lunar, aunque de vez en cuando los tránsitos aéreos de los aviones del muy agitado aeropuerto de Miami irrumpan por momentos en las divagaciones. Esta vez se presentó el poemario Lumbres veladas del Sur, de William Navarrete, publicado por Aduana Vieja, en Valencia, España, con formato inquieto, el segundo de la colección Atril, encuadernado sin presillas ni costuras, a manera de partitura musical.
GUIA DE VIAJE
En el patio de brisa fresca, el escritor, como guía insólito por las calles exóticas de un Marruecos inopinado, y con una solicitud y facilidad al narrar, que se intuía más como la de un teller of tales, discurría por las anécdotas que arroparon sus poemas. Navarrete vive en París, pero es un viajero incansable, y cada año nos trae una historia de sus aventuras, porque Miami es la ciudad a donde gira su péndulo. Como dijo Daniel Fernández al presentarlo, el escritor es polígrafo, con libros sobre música cubana y las artes plásticas, antologías de poetas y pintores y ganador del premio Eugenio Florit, con Edad de miedo al frío. En su poesía aparecen las connotaciones culturales que se aquilatan en sus epígrafes, como el del gran novelista español Juan Goytisolo que vive en Marruecos, pero también de otros europeos, como Elías Canetti y Paul Bowles. La predilección de Fernández por la astrología hizo que señalara que Navarrete, por su signo de Virgo, aprovechó muy bien los vocablos provenientes del árabe en nuestro lenguaje. Yo pienso que el árabe se hace parte del poeta en el momento de pisar la tierra marroquí. ''Llegaba a Marruecos como heredero del conquistador, pero terminó también como conquistado'', dijo su presentador.
Navarrete hizo sucesivos viajes a Marruecos y escribió los poemas en 2004. Desde la primera vez se quedó asombrado de los palacetes coloniales en el sur, los Riats, y decidió volver a menudo, a pesar de que sabía que la población local ofrecía un cierto servilismo, porque todos sueñan con vivir en Francia. Explicando los poemas, nos hizo seguir su ruta, como en el de Conversión añil de Majorelle, sobre una estancia en el jardín de este palacete del famoso pintor francés Jacques Majorelle, que luego compraron Yves St.-Laurent y Pierre Berge. ''Es una belleza la primera entrada a este jardín, de vegetación exótica del desierto, y de un azul que tienes que verlo para entenderlo, un secreto que él le robó a los dioses, un sitio mágico'', comentó Navarrete.
LA POESIA MARROQUI
Sus acercamientos a la poesía de Marruecos me hicieron recordar a las antiguas poetisas del Cercano Oriente. Navarrete responde: ''Para entender el mundo oriental hay que tener una sensibilidad casi femenina, por ser justamente la mujer la más sufrida, la que tiene la mirada más pasiva; los hombres son guerreros, las mujeres observadoras. Es un mundo muy complejo y raro''. Al final de su libro apunta que los fragmentos son de la traducción al francés de poemas árabes realizada por Abdellatif Laabi para la antología La poésie marocaine de L'Indépendance à nous jours (Ed. La Différence, Paris, 2005). Leyó profundamente esa poesía árabe, sobre todo, los de Laabi, uno de los principales poetas marroquíes, dijo, precisamente para entender mejor sus imágenes y su mundo.
La plaza Jemaa-El-Fná es inspiración para otro poema. Fue declarada patrimonio mundial oral de la humanidad por la UNESCO, a instancias de Juan Goytisolo, nos contó. Allí se oyen los juglares contando cuentos universales, hasta los de Jorge Luis Borges traducidos al árabe. Y en La Menara se encuentra la historia del sultán que mandó a construirla, en medio de un palmar y naranjales, y con un estanque gigantesco, donde echaba a las vírgenes que desfloraba noche a noche: Al llegar al jardín, amante de una noche,/ desliza los cerrojos de una verja/ que protegen la pureza de tu cuerpo comienza su poema que deshoja la leyenda con increíble ritmo de rendido amante y cazador altivo en un mismo tempo.
También visitó Essaouira, la antigua Mogador, "una ciudad amurallada del siglo XVI maravillosa, donde se intercambiaban los esclavos en época portuguesa".
HAMMAM
En el poemario no falta el culto al Hammam, el baño o spa, con eucaliptos, arenas negras, vapor y piscinas térmicas, como las de los romanos. "Primeramente fui a los auténticos tradicionales, pero luego decidí regresar al preparado para los occidentales, porque aquello era muy fuerte para mí". He comprado el silencio de esas manos'/ - como compro un canto que no entiendo - / en la estancia del alivio efímero,/ a sabiendas que el olvido no se compra. Luego subí a los Atlas, donde aún hay nieve en pleno verano, en uno de los picos, el Oukaimeden; y la ruta para llegar es extraordinaria, entre los berebere, de ojos azules y verdes, hijos de la mezcla racial de esta región'', concluyó Navarrete, leyendo sus versos al pie de los Atlas, en que proclama que sueña con que se apacigüen los fuegos de los dogmas.
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