Por aquí empezó nuestro viaje a la mítica Cartagena de Indias y la costa caribeña de Colombia. Llevamos pocos días y ya estamos de lo más pataconados. De todas formas, siempre le he hecho caso a mi madre, sobre todo en el tema de los hoteles. El Charleston, joya de la arquitectura colonial monástica, era el antiguo Convento de Santa Teresa, del siglo XVII. La reja de entrada con vista al baluarte de San Francisco Javier de la muralla que rodea a la ciudad antigua; la recepción es un auténtico retablo barroco; la vista del Caribe y las murallas sublime... En el programa: volcanes, baños de barro volcánico, museos, monumentos, rumbas en chiva, islas de aguas turquesas, y un largo etcétera de maravillas del que nada más recomendaré hasta que termine nuestro viaje. La lentitud de la conexión y uno de los climas más tórridos que he visto hacen que uno ni siquiera lea los mails. Por cierto a pocos metros del hotel una de las casas del Gabo: una bicoca de 3 millones de dólares de la que no se ve más que altos muros que no me tomaré la pena de fotografiar.