El Castillo San Felipe de Barajas, cuya construcción comenzó en 1536, del otro lado de la Laguna de San Lázaro que lo separa de la isla en que se encuentra la ciudad colonial.
El patio del Monasterio Nuestra Señora de La Candelaria de la Popa, punto culminante desde donde se domina toda la bahía y ciudad de Cartagena. Fue fundado en 1608 por un monje agustino.
Las Bóvedas es el edificio más simétrico de Cartagena y el último de importancia construido por el gobierno colonial español a fines del XVIII.
El baluarte de Santa Catalina, obra del siglo XV concebida por el ingeniero Cristóbal de Rodas, destruida por los franceses y reconstruida por Juan de Herrera según el trazado amurallado original de Bautista Antonelli. Estos nombres evocarán para los conocedores de La Habana ciertos monumentos de la capital cubana.
El comedor del Hotel Boutique (casa del Conde de Pestagua, siglo XVII, de las primeras conservadas de Cartagena), propiedad de una pareja de franceses completamente ambientado en estilo colonial del XVII y considerado uno de los 110 hoteles más bellos del mundo.
El Teatro Heredia, lleva el patronímico del Adelantado (luego gobernador) y fundador de Cartagena (en 1533) Pedro de Heredia.
La iglesia de San Toribio de Mogrovejo, la segunda en atigüedad de Cartagena, ahora muy solicitada para bodas por haberse casado en ella un famoso corredor de cuñas (o tal vez futbolista) pues no presté atención cuando el guía hablaba de esto.
El patio del Convento de Santa Clara, actual hotel (Sofitel) cinco estrellas del grupo hotelero francés Accor.
Una pareja de tucanes vive en libertad en el patio del Convento de Santa Clara, actual Hotel Sofitel. No hubo modo de retratar a los dos juntos.
La Torre y Puerta del Reloj, construida en el siglo XVIII por el ingeniero militar Juan de Herrera y Sotomayor, es el símbolo de la ciudad y el acceso principal desde el puerto.
La Catedral de Cartagena. Su construcción comenzó en 1575 y fue interrumpida por el saqueo de la ciudad por el pirata Francis Drake, hasta su culminación en 1612.
La sobria nave de la Catedral de Cartagena de Indias.
El majestuoso pórtico del Palacio de la Inquisición en Cartagena. El museo no ofrece gran interés pues la mayoría de los instrumentos de tortura (que me había recomendado Miguel Sales por haberlos visto allí hace años) ya no están.
El ventanuco del Santo Oficio de la Inquisición por donde tiraban los mensajitos de infundios y bretes. Cartagena junto con México y Perú era una de las sedes inquisitoriales más importante del Nuevo Mundo.
La Iglesia de San Pedro Claver, el santificado protector de los esclavos conocido cono "El esclavo de los esclavos".
Las campanas en el patio claustral del Convento de San Pedro Claver.
El célebre "Portal de los Dulces", a lo largo del soportal este de la Plaza de los Coches. Allí las dulceras artesanales tienen su puestecillo. En grandes bocales: pastas de mamey, bolas de tamarindo confitado, ruedas y muñecos de leche, coquitos de piña y de guayaba, merengues de anís, conservas de plátano, turrón de ajonjolí, coco con leche, rodajas de níspero confitadas, melcochas, pirulíes de mango, cremitas de pitahaya y un largo etcétera de delicias caseras. Dice mi madre que en Cuba todo esto era (pasado imperfecto) corriente y se vendía también así. Alguien dijo que la gastronomía era lo último que desaparecía de una cultura...
El Café del Mar, un sitio espectacular sobre uno de los baluartes de la muralla, al aire libre y frente al mar. Música house de primerísima calidad y mezcla. El mismo principio (en mucho mejor) que el original de Ibiza. Hay que llegar temprano para coger una de las descansaderas con cojines y beber acostado mirando las estrellas y disfrutando de la música y la brisa marina.
O sea, así es como vale la pena ver la luna pasar en el Café del Mar: completamente despatarrado disfrutando de la noche caribeña que es la mismísima vida.