Es la alameda que conduce al Petit Trianon. La tempestad que arrasó con árboles centenarios del norte de Francia en 1999 (llamada la Tempête du Siècle) no tuvo piedad con los que bordeaban el camino. Sin embargo, como no hay mal que por bien no venga, los jardineros franceses aprovecharon la ocasión para plantar nuevos árboles, esta vez de la misma especie y en idéntica disposición que los existentes en 1768 cuando Luis XV dio por terminadas las obras del edificio. Esta es la alameda en el día de hoy.
La conocida fantasía de María Antonieta, o sea, su célebre aldea a donde iba con sus favoritas(os), inspirada por las ideas de Rousseau, a sentirse más cerca de la naturaleza. No (como el vulgo ha querido hacer creer para desmeritarla) a pasar su "escuela al campo".
Hora mágica del otoño en Versailles. Cuando el sol se pone, los árboles, prestos a mudar sus hojas, pintan de oro el cielo. Y también nuestras vidas.