Este verano entrevisté a la escritora e infatigable investigadora cubana Concepción Alzola (Marianao, 1930). Me recibió, junto a su amiga la también escritora, Gladys Zaldívar, en su apartamento en Miami. A "Concha" le corresponde el mérito de haber emprendido la investigación más importante que se haya hecho (y publicado) sobre el universo del niño cubano: adivinanzas, juegos, canciones, dichos, cuentos, nanas, y un largo etcétera. Su título: Folklor del niño cubano, en dos tomos (Universidad de Las Villas, 1961-62). He enviado en estos días un artículo sobre su vida y obra a El Nuevo Herald. En este sentido creo que su trabajo es equiparable a los que Fernando Ortiz, Lydia Cabrera y Moreno Fraginals realizaron sobre etnografía, sociología y economía cubanas. Concha ha publicado: Habla popular cubana: fonética y morfosintaxis (1962), Las Antillas: etnología y folklore (1969), El léxico de la marinería en el habla popular de Cuba (1981), Habla popular de Cuba: Refranero familiar (1987), Algunos extranjerismos, tecnicismos y cultismos documentados en Cuba (2001) y, el más reciente, Nombres de Cuba (Ed. Nosotros, Miami, 2005). Pero, además, los libros de ficción: Noé (1957), Firpo (1957), La más fermosa (1975), Las conversaciones y los días (1979) y decenas de estudios sobre José Martí, Regino Boti, Lydia Cabrera, Hilda Perera, Francisco Morín, Gladys Zaldívar, Calvert Casey, Rosario Hiriart, entre otros. E incluso Epitafios (1994), con portada de Ramón Alejandro, sobre su gran amistad con Severo Sarduy.
Me da vértigo constatar la dimensión de su obra, así como la ingratitud del tiempo. No creo que muchos conozcan a "Concha" Alzola. Para mí este verano en Miami no ha sido sólo sol, daiquirís de mango, yate y discotecas. Ha sido eso, por supuesto, y mucho más: una larga entrevista de cuatro horas a Alzola, un bulto de libros de su autoría que viajaron en el camello volador Air France hacia París y el agradecimiento de cubano ante esta mujer extraordinaria.