30 sept. 2009

Las fiestas de 15 en Cuba / Marie-Claire

Quién no tuvo que dispararse alguna que otra fiesta de 15 en Cuba. Todavía recuerdo la de una prima tres años mayor que yo cuyos preparativos duraron casi un año y a mí se me ocurrió pelar, el día antes, a todos los pajes y a alguna que otra damita de compañía "a la malanguita". Por poco me matan porque sin pelos ninguno pudo posar en las fotos y fui el causante de un álbum (que mi tía D. todavía evoca como una de las mayores catástrofes de su vida) en que brillaban por su ausencia la mitad de los amiguitos. El caso es que ahora a la revista francesa Marie-Claire le dio por el tema de las quinceañeras en Cuba. Daína Chaviano y yo respondemos a las preguntas que Katie Breen nos hizo al respecto. Las fotos del reportaje fueron tomadas en Cuba por Claudine Doury:





27 sept. 2009

Hoy sobre Luis de la Paz en El Nuevo Herald

Hoy escribo en El Nuevo Herald sobre el escritor Luis de la Paz y su nuevo libro de cuentos Tiempo vencido:

Luis de la Paz y el tiempo imaginario / William Navarrete.

Luis de la Paz y el tiempo imaginario
Por William Navarrete
El Nuevo Herald
domingo, 27 de septiembre de 2009

Tiempo vencido es el libro más reciente del escritor cubano Luis de la Paz (La Habana, 1956). Desde Miami -ciudad en que vive desde su salida de Cuba a través del puente marítimo del Mariel- el autor entrega a la Editorial Silueta una compilación de quince cuentos cuya trama queda situada, indistintamente, en su ciudad de origen y en la que desde hace tres décadas es su ciudad adopción.

La participación del narrador en proyectos relacionados con la literatura explica el cuidado con que ha trabajado estos cuentos. Con anterioridad Luis de la Paz había formado parte del consejo de redacción de las revistas Mariel (1983-1985), Nexos (1998-2001) y El Ateje (desde el 2001). Compiló textos de algunos escritores cubanos relacionados con Reinaldo Arenas también en el 2001 y mantiene dos secciones sobre literatura y arte en el Diario Las Américas. De su propia cosecha son igualmente dos libros de relatos: Un verano incesante (1996) y El otro lado (1999).

Todo un anecdotario emerge de las páginas de Tiempo vencido. A los recuerdos relacionados con la vida en La Habana se suman los que ofrecen ciertos aspectos del tiempo transcurrido en Miami. En un cuento como Mandrake el mago brilla en el Southwest el autor narra, desde el ámbito de lo marginal, rasgos psicológicos de personajes que de alguna manera conforman el tejido social de la ciudad. La sociedad brinda un marco propicio para que un funcionario del sistema de protección social saque provecho de su posición más allá del beneficio legal de su puesto. En otro como Balseros -último cuento del libro- aparece, desde La Habana de nuestros días, el individuo que también ha sabido medrar en el ámbito del complejo y absurdo sistema cubano y que, a pesar de ello, se dispone a alcanzar en una balsa de fabricación casera las costas de la Florida. Entre ambos personajes se establecen vasos comunicantes que arrojan luz sobre una parte del ingrediente social de ambas orillas.

Pero más allá de estas sutiles asociaciones probablemente involuntarias, los cuentos de Luis de la Paz no sufren de premuras. Ese saber hilar lentamente la historia, sin por ello extenderse más de la cuenta o aburrir al lector (oyente), es casi, desde tiempos inmemoriales, la condición esencial del cuento. El autor mide con precisión el tiempo de cada historia, cuida como si de alquimia se tratase los componentes de la misma y, como colofón de tanto empeño, ofrece un final tan inesperado como sorprendente.

En este caso, pienso en Llegó Daniel, en que al tema del hijo que encuentra por primera vez a su padre veinte años después, se añade, una vez vencido el conflicto de su existencia, un nuevo problema motivado esta vez por prejuicios que muy bien pueden ser personales, pero que en la mayoría de las casos son de origen cultural. Similar asombro ocurre cuando terminamos de leer Encuentro, un cuento en que lo accidental en el decursar de la vida puede ser motivo (como en el caso del anteriormente mencionado Llegó Daniel) de una sucesión de situaciones incómodas que solemos asociar con la razón misma de la existencia.

El autor se aventura a imaginar un futuro para lo que constituye, en alguna medida, la obsesión de sus personajes: Cuba. Se atreve a situar en perspectiva a dos hombres que disfrutan, al final de sus vidas, de un retiro modesto y feliz que comparten entre breves estancias en su país de origen (relativamente liberado de los males que durante décadas le aquejaron) y otra tierra a donde han ido en busca de tranquilidad. Un retiro feliz -título de este cuento- resume con ironía la inutilidad de las ilusiones de antaño cuando ya todo parece demasiado tarde. La larga espera reduce a escepticismo lo que de otra manera se hubiera expresado a través del júbilo y el regocijo. Por doloroso que resulte, es un acto de coraje (y de clarividencia) saberlo de antemano y también expresarlo.

Con Tiempo vencido se enriquece la literatura en español en el contexto del sur de la Florida. Crece también aquella que han escrito los cubanos fuera de la Isla. No dudo que sean éstas las buenas bases sobre las que surje, desde lo atípico, una nueva forma de expresar el país que sólo existe -y flota- en el punto de fusión de todos los recuerdos. Un país nuevo que más vale ir diseñando desde lo puro y meramente imaginario.

Nota: El libro se presentará el 30 de septiembre, a las 8 de la noche en el Centro Cultural Español. También estará en noviembre en la Feria del Libro.

Presentación el miércoles, 30 de septiembre a las 7:00 p.m. a cargo de José Abreu Felippe y Rodolfo Martínez Sotomayor, Centro Cultural Español, 800 Douglas Rd., suite 170, Coral Gables, FL 33134, (305) 448-9677, entrada gratis.

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25 sept. 2009

Sobre Félix B. Caignet

Me lo regalaron ayer, empecé a leerlo anoche y por poco lo termino. El más humano de los autores (Ed. Unión, 2009), un libro de 300 y pico de páginas de Reynaldo Gonzalez, sobre el genio de la telenovela Félix B. Caignet (Santiago de Cuba, 1892 - La Habana, 1976). Muy buena documentación sobre el universo de la radio y la TV cubanas de otros tiempos.

21 sept. 2009

Daniel Fernández - Sakuntala la Mala

El amigo Daniel Fernández me extiende su última novela: "Sakuntala la Mala contra La Tétrica Mofeta", publicada en la Editorial Silueta, Miami. No la he leído todavía pero a juzgar por algunos comentarios de escritores cuenta muy bien las décadas de los 60 y 70 en La Habana.

20 sept. 2009

Antonio José Ponte / en El Nuevo Herald

Hoy escribo sobre la obra de Antonio José Ponte en El Nuevo Herald. Cuelgo el texto y dejo el enlace:
Antonio José Ponte: grabar letras en la piedra.

Antonio José Ponte: grabar letras en la piedra
Por William Navarrete
El Nuevo Herald, Artes y Letras,
domingo 20 de septiembre del 2009

En 1997, el escritor cubano Antonio José Ponte (Matanzas, 1964), publicó su poemario Asiento de las ruinas. En él, reunía poemas que había publicado anteriormente bajo el título de Poesía: 1982-1989, e incluía otros escritos a partir de esta última fecha. En la nota introductoria para la edición de 1997 el autor recordaba que alguien le había comentado que el título de aquella primera obra le "hacía pensar en una lápida, en la tumba de un niño".

Esta observación cobra sentido profundo a medida que se repasa la obra del ensayista, novelista y poeta. El autor ha dicho en una ocasión que se consideraba a sí mismo una especie de "ruinólogo" o especialista en ruinas. Afirmación que, a pesar de su sentido irónico, no parece del todo errada cuando le vemos, ante un telón de Habana en ruinas, servir de hilo conductor en el excelente documental del cineasta alemán Florian Borchmeyer Arte Nuevo de hacer ruinas (2006), título, a su vez, del libro que el escritor publicó ese mismo año en el Fondo de Cultura Económica de México.

Antonio J. Ponte ha ido erigiendo su propia obra sobre basamentos sólidos como si de un edificio se tratara. Ha necesitado excavar, como haría un arqueólogo en un sitio antiguo, para poder leer en las borrosas lápidas la historia de su país y expresar, luego, ideas muy coherentes y sopesadas sobre el pasado y presente cubanos. En su caso, no se trata de una poética de las ruinas a la manera de Chateaubriand o Montherlant, moralistas para quienes los despojos de una civilización enaltecen la vanidad humana y el sentido trágico de la vida. Tampoco su proceder apunta hacia el decorado vacío (casi romántico) de un lienzo de Hubert Robert o hacia la idea del triunfo de la muerte sobre la vida, presente en la obra de Nerval, de Du Bellay, e incluso, de Víctor Hugo. Los despojos de los que emerge la arquitectura de su obra son ruinas vivas. Son sus propias lápidas en vida y aquellas de una infancia en que el desmoronamiento físico de la ciudad (premeditado, ha señalado) entroncaba con un camino previamente trazado de reglas y dictámenes absurdos.

Para vencer estas marcas cruciales (y superarlas), para no tener que arrastrar consigo esa necrópolis de panteones derruidos, huesos dispersos y lápidas ilegibles, el escritor no se ha conformado con una lectura inteligente de momentos puntuales de la historia (como sucede en La fiesta vigilada, novela publicada por Anagrama en el 2007), ni con un anecdotario enjundioso de episodios cotidianos del país de hoy (legibles en su libro Cuentos de todas partes del Imperio, Ed. Deleatur, 2000), sino que se ha atrevido a darle la espalda a las leyendas comerciables del pasado cubano y, con justa medida, ha excavado incluso en ese ámbito revelador del fin de un pueblo o cultura que es la gastronomía como indicador de la "última" morada para las "últimas" costumbres.

Ese tratado sutil de gastronomía o recetario gustativo de las ruinas del paladar del que hablo es Las comidas profundas (Deleatur, 1997), un libro ilustrado por el pintor Ramón Alejandro, publicado luego en francés. Años más tarde, el autor decide reeditarlo junto a los cuentos de Un seguidor de Montaigne mira La Habana (Ed. Vigía, Matanzas, 1985), en un nuevo libro bajo el cuidado de la casa editorial Verbum (2001). Ponte tiende puentes entre su propia obra. Necesita unir los fragmentos dispersos como se unirían, después de una ardua búsqueda, el ala perdida de una niké griega y el pedestal de la misma, hallado, tiempo después, en el fondo del Egeo. Intuye una topografía común para las ruinas de todos los sentidos. Cuadricula el espacio y apuntala paredes de inminente caída a partir de un centro en donde se coloca para enterrar la infancia, entender el presente e imaginar, en lo que cabe, algún tipo de futuro. Esa topografía que se me antoja "de la memoria", es un vivero de semillas muy bien seleccionadas para quien busque una estrella que le guíe en la noche cubana.

A "la mesa en La Habana", tan vacía de alimentos como lacónica resulta esta simple y única frase del último capítulo de Las comidas profundas, se superpone (a semejanza de un mantel de líneas invisibles) la agonía de la calle Obispo, la villa coloreada de un viajero del XIX, la ciudad de "paredes tan despintadas que parece estar siempre bajo la lluvia" del visitante de hoy, la de una prostituta del barrio de Colón de otros tiempos como una efigie antigua en los jardines abandonados de una villa palladiana.

En este sentido, cuando penetramos en el universo literario de Ponte sentimos que estamos en el umbral del gabinete secreto de un museo arqueológico similar al de Nápoles. No porque se escondan allí piezas eróticas censuradas por credos morales, sino porque de pronto descubrimos que de haber vivido tanto entre las ruinas, nosotros mismos, ya no veíamos ni sentíamos nada. Y que nuestra mente y nuestros gestos habían quedado suspendidos en el aire como esas figuras carbonizadas de Herculano y Pompeya.

Incorforme ante los estatus premeditados, el escritor anduvo de joven con planos de ingeniería entre las manos. Cuando indago si la escritura surgió luego de esta profesión me habla del orden inverso: "Escribía ya cuando decidí estudiar una ingeniería y practicarla durante cuatro o cinco años". En su caso, añade, "cualquier carrera habría sido un desvío de la escritura y, puesto a vagar, me fui a unas antípodas de planos y de números. Para abandonar luego esa profesión, tal como me había pronosticado a mí mismo".

Tal vez de aquel mundo de precisiones geométricas y cifras redondas quede el espíritu profundamente racional de su escritura y la justeza en el empleo de los signos. Ponte "desgrasa" sus textos y desdeña las pinceladas coloristas que distraigan la atención del verdadero sentido de sus frases. Esa inconformidad ante lo fácil quedó también manifiesta en su posición crítica con respecto a la burocracia cultural cubana, algo que la valió la expulsión de la UNEAC en el 2003. En la jerga de esa institución de reglas extrañas se expuso que quedaba "desactivado", como si de sus miembros sólo se exigieran gestos de muñecos mecánicos que el escritor no quiso acatar.

Autor también de El libro perdido de los origenistas y de la novela Contrabando de sombras (ambos de 2002), colabora con regularidad para la revista Letras Libres, el diario español El País y ha publicado importantes ensayos entre los que cabe mencionar el ingenioso (y polémico) "El abrigo de aire", una relectura de Martí. En Madrid, donde se estableció después de su salida de Cuba, dirige la revista Encuentro de la Cultura Cubana.

Para Ponte es posible que el camino ya haya sido recorrido. Un poema de Asiento de las ruinas se cierra con estos versos: "[...] Era una ciudad desconocida/a la espera del invierno./Temí gastarme en pueblos que no eran,/inventados al paso de los trenes'". (Ciudades). Temor a gastarse en los paisajes vistos y soñados. Necesidad de apropiarse de ellos, de darles sentido y de renovarse. No en balde ahora prepara un nuevo libro del que, supongo, será difícil predecir su género si consideramos que en su escritura se funden novela, testimonio, ensayo y poesía.

"Trabajo en un libro que relaciona arquitectura y memoria", dice. "La Habana aparece en él de vez en cuando, por muchas razones, aunque no es el centro del libro. He escrito sobre La Habana en mi último libro, y cuento con no repetirme", para enseguida aclarar que "si antes [se] detenía en el estado ruinoso de la ciudad, ahora [le] preocupa qué habrá de restaurarse de ella, qué ciudad será La Habana en el futuro".

Las páginas que escribe Ponte no están destinadas al olvido. Me gustaría saber (y no pregunto porque sé que todo hombre tiene su pudor) si está consciente de ello. Si sabe que aún más allá de cualquier accidente natural o humano su escritura perdurará y emergerá como aquellas antiquísimas tablillas cuneiformes del valle del Eufrates y el Tigris, las últimas muestras de una sabiduría perdida y de enseñanzas remotas. Tal vez el escritor ignore que al escribir sus cuartillas esté grabando la historia de un pueblo (de muchos pueblos) sobre un montón de piedras.

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19 sept. 2009

El Villalba de Vilaflor de Chasna - Tenerife

A los que un día se aventuren por estas cumbres les sugiero el Hotel Spa Villaba de los Reverón. Esta familia, pionera de la hotelería en el sur de Tenerife, ha montado con mucho gusto y respeto por la arquitectura tradicional, así como por la naturaleza, un magnífico hotel al pie de una montaña de pinos canarios. La vista es espectacular. En el hotel, por no faltar, no falta ni siquiera un spa con todas las de la ley. Respetaron incluso las casitas montañesas de labriegos y pastores (las amarillas) que se hallaban en el área en que se construyó el hotel. El pinus canariensis es endémico de estas islas y produce una madera particularmente resistente y olorosa conocida cono pinotea. Una de sus características es la resistencia al fuego, con lo cual a sabiendas de que estas islas son particularmente volcánicas queda demostrado una vez más la increíble sabiduría de la naturaleza. La pinotea es olorosa y crea una atmósfera embriagadora. El Villalba ha reservado para sus pisos, techos, ventanas y barandas la madera de este pino.




18 sept. 2009

Vilaflor de Chasna, pueblo entre nubes - Tenerife

Para descansar de las fiestas patronales - sí, de las fiestas también se descansa -, nada mejor que Vilaflor de Chasna, un pueblo entre las nubes, el último antes del Teide, el Municipio más alto de España (a 1450 metros de altitud), con fuentes naturales, agricultura local, viejas casas señoriales, callejuelas floridas, tascas deliciosas y un hotel maravilloso (el Hotel-Spa Villalba), en medio de un pinar canario, cuyas habitaciones son auténticos miradores, la calidad ambiental insuperable y la paz absoluta. Dejo las fotos de recomendación para el mismo para otro post.

Vilaflor de Chasna, un pueblo entre las nubes:


Cuando las nubes se retiran el panorama se extiende, por la ladera sur del Teide, hasta la Montaña Roja, el Valle de San Lorenzo y toda la comarca chasnera:



Casas solariegas, señoriales y típicas de Vilaflor de Chasna:






Los rosales hacen honor al nombre de Vilaflor. Y eso que no estamos en la estación florida:



Fachada e interior de la Iglesia de San Pedro.



La Ermita San Roque, entre pinares, al inicio de la colina que nos lleva al Hotel Villalba:


Sobre el lugar en que se hallaba la casa en que nació el Hermano Pedro Betancur se erigió una capilla en su nombre:


Higos picones le dicen aquí al delicioso fruto de esta variedad de cactus. Vilaflor de Chasna. Calle principal:

16 sept. 2009

El Salpicón de Atún - Los Abrigos

A la Gran Paellada del otro día, se añade el célebre Salpicón de Atún, otra etapa obligatoria de las fiestas patronales de Los Abrigos. Como se trata de un pueblo de tradiciones marítimas y de economías basada tradicionalmente en la pesca, los pescadores ofrecen mucho atún fresco que las manos expertas de las mujeres preparan durante el día con mucha cebolla fresca, ajíes verdes y pimientones, y lo sirven en el muelle acompáñado de escaldón de gogio dulce y papas arrugadas.




Bertha y Nina, de la Comisión de Fiestas.

La Fiesta de la Espuma - Los Abrigos - Tenerife

Esta pachanga no se acaba nunca. Ahora la Fiesta de la Espuma frente al Picoteo:



Y hasta que se puso el sol:

Puesta de sol en Los Abrigos, Tenerife.

14 sept. 2009

La Romería del Mar - Los Abrigos 2009 - Tenerife

La procesión y toda la misa dominical cantada por la Parranda Chasnera:





¡Al abordaje! Santos y vírgenes, todo el mundo a bordo que vamos a zarpar. Me fascina el fetichismo barroco y la abundante imaginería de la religión de mis ancestros. Y más me gusta la total ausencia de austeridad y la desbordante creatividad popular isleña y vitalidad en materia de fiestas religiosas. En medio de un aparente caos (el mismo de la Creación del Universo) esta procesión no cree en marejadas y funciona como una maquinaria de relojería suiza:


Empieza la Romería del Mar y todo el mundo tira flores, coronas y globos. El agua nos moja los pies porque las olas llegan a la cubierta. Cada barco lleva su música y cada barco de los grandes una imagen. Esta vez, para variar, me encaramé en el que llevaba a la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores:















Miguelito era un percusionista cubano que vivía aquí. Querido por todos hasta que, enfermo irreversible decidió despeñarse, hace dos años, desde lo alto del acantilado en el lugar en que los muchachos van en barca, en medio del oleaje, a depositar una ofrenda floral en su memoria. Y que conste que esto es iniciativa de los pescadores de aquí pues Miguelito no tenía más familia en Canarias que la gente de este pueblo. A medio acantilado le han construido una modesta capillita en la que nunca faltan flores. Yo conocí a Miguelito en otros viajes y era además de tremendo percusionista un gran jodedor:



Regresando a San Blasito a la cueva. Como los barcos grandes no pueden acercarse a la playa se le lleva en una chalupa y desde ésta, una vez cerca de la orilla, se le baja con paso y todo al mar. La operación requiere mucha destreza porque esta zona es profunda (de hecho tiene siempre bandera roja) y hay tremendo oleaje. Se ha dado el caso en otros años que el santo ha perdido algún que otro dedo, pero hay una artista italiana en el pueblo (Erika Menozzi) que lo restaura y deja como nuevo:





Después de la Romería Marítima, la Gran Paella de Mariscos en el muelle, obsequio de la Comisión de Fiestas:


Y después los Juegos Náuticos organizados por la Cofradía de Pescadores de Los Abrigos; y después el gran bailable con Pepe Benavente y El Morocho... pero me cansé de sacar fotos...