¿Qué les dije yo ayer? Que los santos, vengan de donde vengan, son así de imprevisibles. Bajé al puerto antes de que saliera el buen sol para ver cómo iba el tema de la Cofradía de Pescadores con la decoración de las barcas para las fiestas y me encontré con esto. Lo único que me apena es que sé que ahora van para un centro pues a mí me hubiera encantado que se sumaran también a nuestra fiesta. (Eso sí: con tremendo respeto yo reparto desodorante y champú de cariño por donde quiera que voy y hasta en Suecia si fuera necesario, que también, créanme, lo es y en los dos sentidos). Y si algo no tengo es la memoria corta y cuando veo fotos de los que ponen bombitas por toda España, aparece un retongonal de ojiazules. Y entre estar de compras en El Corte Inglés (y que un bombazo me haga llegar en pedacitos y antes de tiempo a la destinación final del viaje de todos por la vida), y una banda de estos vendiendo discos falsos por la calle y tocando el ukululé-ukulumbulé, me quedo una y mil veces (y con tremendo gusto) con la banda, le compro el disco y hasta doy unos pasitos del Uku-guarever.