En un acceso de deliciosa y calculada frivolidad, después de haber largado las patas en el British, la National, las Tates y el V and A Museum, un turista en Londres no ha conocido realmente la capital inglesa si no se entrega al placer absoluto de quedarse con una mano alante y otra atrás, después de hacer un tour por las tiendas de Londres. A Harrods, tratándose de my favorite store in the world, la pondré después:
Los grandes almacenes Selfridges se caracterizan por sus vitrinas originales. Un viaje a Londres implicar ir a echar un vistazo a sus escaparates que, desde 1909, entretienen a quienes pasean por Oxford Street.
Otra vitrina de Selfridges.
Old Bond Street comienza en Piccadilly St. y después de Oxford se convierte en New Bond Street. Quienes, sin tener medios (e incluso teniéndolos), padecen de instintos suicidas en cuanto a estrangulamiento total del bolsillo, deben evitar a toda costa andar por esta arteria de Mayfair.
Burlington Arcades celebrating 100 years of excelence.
Hatchard es la librería más antigua de Londres. Inicialmente era un club literario frecuentado por Lord Byron y Sir Wellington. Sin embargo, las ediciones inglesas (muy parecidas a las americanas), con ese tipo de formato y papel baratucho rayando lo feo, le quitan a uno las ganas de leer y deslucen hasta esta venerable casa fundada en 1797.
Fortnum and Mason posee el codiciado "By Appointement to her Majesty" pues desde el 1707 suministra en exquisitos tés (como el Royal Blend) la corte de los Windsor. Si voy a Londres y no compro té en F and M siento que olvidé algo en ese viaje.
Fortnum and Mason.
La caja de escalera de Fortnum and Mason.
Liberty es una verdadera institución. El caserón estilo Tudor de varios pisos es, a mi juicio, el corazón de Soho. El que quiera comprar una cortina que se respete tiene que venir aquí. Y quien no quiera comprar nada puede contentarse con admirar las tallas en madera encerada de dinteles, puertas y columnas. En Liberty hay perfumes franceses (Old France) que un parisino no sabe dónde encontrarlos en París.
Liberty, en Soho.
Imperturbable desde 1830, en Oxford Street, James Smith e Sons vende sombrillas desde plásticas a 2, 50 pounds hasta con mangos de caoba, nácar o marfil.
Es inexplicable que Krispy Kreme Doughnuts no exista en Francia. Me gusta ir a las cafeterías de Selfridges porque me recuerdan las canchas de los Tent Cents de mi infancia.