2 oct. 2008
Janisset Rivero en Aduana Vieja
Me honra haber prologado y me honrará más presentarlo en Miami en noviembre, el poemario Ausente de esa gran cubana y fundadora del Directorio Democrático Cubano que es Janisset Rivero. La portada e ilustraciones interiores son del pintor Humberto Calzada. Como muy bien señalo el primer sorpendido fui yo cuando Janisset me extendió sus poemas para que le dijera si creía que valían la pena. Y digo sorprendido porque para mí Janisset era una persona que trabajaba exclusivamente y sin descanso el tema de la disidencia en Cuba, los prisioneros y la situación de Derechos Humanos en la Isla. Quienes conocen bien ese tema saben el peso del Directorio y la importancia del trabajo que realizan. Aquí les dejo el prólogo que escribí para Janisset en esta faceta hasta hoy inédita.
Prólogo de Ausente, poemario de Janisset Rivero
William Navarrete
Cuando Janisset Rivero, deseosa de conocer mi opinión, me hizo llegar este poemario no supe, en un inicio, si se trataba de la obra de uno de esos hombres valiosos de Cuba, censurados, perseguidos, e incluso, encarcelados, que ella apoya infatigablemente desde hace más de una década a través del Directorio Democrático Cubano, del que es fundadora y miembro muy activo.
Debo decir, antes de adentrarme en el tópico literario que aquí nos ocupa, que durante años de amistad y estrecha colaboración, Janisset Rivero, su esposo y otros integrantes del Directorio, han obrado milagros para que en Cuba no haya opositor pacífico o disidente al que falte una voz que les proporcione visibilidad internacional y protección frente a los atropellos que sufren en la Isla. Ella fue quien, con anterioridad, en esta misma casa editorial, dio el paso al frente y el apoyo imprescindible para que pudiéramos publicar el poemario "Historias gentiles antes de la Resurrección", del prisionero de la Primavera Negra del 2003, Regis Iglesias Ramírez, aún en cautiverio. También fue ella, junto a sus compañeros de la organización, quien sacó a la luz – otra vez en esta misma casa – el poemario "Con el alma cautiva" del disidente cubano acosado por el régimen de La Habana Néstor Rodríguez Lobaina.
Por eso, cuando "Ausente" surcó el Atlántico a través de las redes electrónicas hasta mi ordenador, pensé que se trataba de otra de esas grandes y justas batallas por la verdad que Janisset Rivero libra desde mucho antes de nuestra amistad. Cuál no fue entonces, en estas circunstancias, mi extraordinario asombro al dirigirme al encabezamiento de estas páginas y comprender al fin – pues suelo abrir y leer inicialmente los documentos que recibo a partir del final – que la autora de estos versos era la misma que, sin cansancio, había prestado, y continúa prestando, su voz para defender a todos aquellos que amordaza la política intolerante y monolítica del gobierno actual en Cuba.
"Ausente" me sorprendió primero porque ignoraba de Janisset Rivero todo acerca de sus estudios literarios y su profunda afición por las letras. En realidad sabía tan poco de ella que ignoraba incluso que era camagüeyana, que había salido de Cuba siendo adolescente, que había estudiado literatura en la Universidad de la Florida. De ella, repito, conocía exclusivamente su intensísima labor por la democratización de nuestro país y a ella recurría, también exclusivamente, cuando yo mismo buscaba apoyo para presentar algún libro relacionado con este tema. De ella sabía que era trigo limpio y mano solidaria con que la causa cubana podía contar, pero estaba lejos de sospechar que llevara la literatura tan profundamente arraigada en sus adentros.
Leerla significó dar a su persona una nueva dimensión y colocarla inmediatamente entre esas voces femeninas de nuestra lengua que expresan sin artilugios un sentir profundo que sólo el verso puede ofrecer. En "Ausente", la poesía, más que un recurso para deslumbrar a los lectores mediante sofisticadas intertextualidades u otras complejas pantomimas culteranas, es curso de aguas cristalinas que, recordando los orígenes de la autora, se me antoja como el cauce del río Máximo acariciando con suavidad los canjilones de su lecho camagüeyano.
Por eso, al ilustrar este libro con obras del pintor cubano Humberto Calzada – quien al igual que la autora llegó a Miami en plena adolescencia –, las ruinas despobladas dibujadas por el artista y las ausencias de la poetisa, se unen para, por una parte, expresar la incertidumbre ante un pasado que con el tiempo nos parece cada vez más irreal y, por otra, hablarnos del consuelo de poblar el espacio del futuro con todas nuestras ilusiones convertidas en realidad.
Todas las sensaciones que provoca el abandono, la lejanía, la nostalgia: la ausencia, aparecen aquí como un canto digno en el que no caben quejidos lastimeros ni lloriqueos amargos. A veces – muy a menudo, tal vez – oímos notas de amor porque Amor está en cada instante de su vida y la ausencia es fuente nutritiva de donde ese sentimiento brota, crece y se multiplica. Quien espere entonces encontrar en estos versos consignas políticas, iras contenidas, panfletos incendiarios, lemas de combate, descubrirá que nada de ello encaja en las puntadas limpias con que Janisset Rivero ha dado vida a sus poemas. Comprobará que un sentimiento diáfano, de tierna ingenuidad y peso propio, recorre las palabras que conforman este libro. Se regocijará como yo – al menos eso espero – de saber que en nuestra sociedad de miedos y zozobras, de inseguridad y desamparo, de experimentos que violentan el curso natural del Universo, una mujer cubana, exiliada en tierra extraña y de admirable modestia, comete el acto noble y sincero de esta poesía.
París, 23 de septiembre de 2008.