© Fotos William Navarrete
Y de pronto uno anda rodando por ahí, cae en un pueblo del que nunca había oído hablar, ve una tienda con el sabor de esas tiendas de otros tiempos, empujamos la puerta y empezamos a viajar y a soñar por las papilas...
En 1798, en este mismo pueblo y en este mismo lugar Francesco Moriondo inventó el amaretto (no confundir con el licor), ese dulce a base de almendras dulces y amargas, huesos de albaricoque, azúcar y clara de huevo que tantas veces hemos comido acompañando un helado o un té y del que nunca preguntamos de dónde salió y cómo se fabrica.
Moriondo Carlo, en Mombaruzzo (Monferrato) es la casa que desde 1798 reivindica y produce el amaretto clásico (al menos en su variante piemontesa). Con el tiempo, muchos sabores se han ido añadiendo a la lista. Una delicia.