Hacinas es uno de esos pueblos castellanos que lo tiene todo pero que nadie o casi nadie conoce. Tiene una plaza preciosa, un rollo imponente, unos árboles fosilizados de 120 millones de año, una iglesia en lo alto de un promontorio interesantísima, una arquitectura tradicional con chimeneas en forma de conos adorables, nidos de cigüeñas en esta época, campos ondulados y verdes que se admiran desde lo alto de unas rocas extrañas que protegen al pueblo. Sin embargo, yo nunca había oído hablar de Hacinas y, como yo, ninguno de los que avanzamos juntos por estas rutas inolvidables de la vieja Castilla:
No tiene las dimensiones del Cañón del Colorado pero el sitio es inesperado en estos parajes. Desde el mirador se ven los buitres leonados planeando alrededor de sus nidos. Es el Cañón del Río Lobos:
