Se olvida con bastante frecuencia que los primeros campos de concentración del mundo en el que el genocidio fue la consecuencia, fueron, junto con los que los Boers implantaron en Sudáfrica, los del militar español Valeriano Weyler, en la Cuba de finales del XIX. Menos mal que existen suficientes documentos visuales para demostrarlo. De ello se ocupó el extraordinario semanario parisino L'Illustration, en su n° 2881, del 14 de mayo de 1898. Casi todos los números de ese mismo año cubrieron con ejemplar objetividad la guerra cubano-hispano-norteamericana. En diciembre del 2002, la Asociación del Centenario de la República Cubana del que fui uno de sus fundadores en 1999, envió una carta al Cabildo Insular de Santa Cruz de Tenerife solicitándole que quitara el nombre de Weyler a una de las plazas más importantes de la isla canaria de Tenerife. Weyler había sido Capitán General de las Canarias entre 1878 y 1883. La carta la acompañamos con firmas de unos 50 artistas e intelectuales cubanos. Hasta el día de hoy esperamos respuesta. Sólo el diario local La Opinión de Tenerife (12 de enero de 2003) se hizo eco de nuestra petición mediante el artículo La plaza de los nombres del eminente periodista y profesor canario Antonio Álvarez de la Rosa.
Aprovecho de paso para recordar que en Cuba, en tres ocasiones, han existido los campos de "reconcentración", "concentración", o lo que sea (pues para el caso es una barbarie y no voy a detenerme en miramientos de terminología):
1- los de Weyler
2- los reconcentrados del Escambray a principios de los 60 por la dictadura actual
3- las tristemente célebres UMAP(s), también en los sesenta, por el desgobierno actual.