24 avr. 2011
Hoy en El Nuevo Herald
Hoy escribo en El Nuevo Herald sobre la antologia de 155 poetas cubanos del exilio compilada y prologada por la escritora santiaguera establecida en México Odette Alonso:
Una antología de 155 poetas cubanos
Por William Navarrete
Artes y Letras, domingo 24 de abril del 2011
Bajo el cuidado de la escritora cubana Odette Alonso (Santiago de Cuba, 1964), establecida en Ciudad de México, la editorial Aduana Vieja, publica la antología de 155 poetas cubanos contemporáneos en exilio titulada Antología de la poesía cubana del exilio (Editorial Aduana Vieja, Valencia, 2011).
Si nos detenemos en la cantidad de autores compilados, se trata de la obra más abarcadora, al menos en el ámbito de la poesía escrita por autores de la Isla. Uno de los aspectos que primero llama la atención es la diversidad de países en donde viven -y en consecuencia, desde donde escriben- estos poetas. Desde diferentes ciudades, de costa a costa, de los Estados Unidos (en donde se halla establecida la mayor cantidad de exponentes), pasando por Canadá, República Dominicana, México, Costa Rica, Colombia, Brasil, Ecuador, Chile y Argentina, para las Américas, hasta España, Francia, Bélgica, Austria, Portugal, Gran Bretaña, Arabia Saudí y Sudáfrica, con respecto al otro lado del Atlántico, los poetas compilados diseñan, involuntariamente, un mapamundi heterogéneo, tanto por sus sitios de residencias, como por las influencias foráneas adoptadas en la manera de expresarse en versos.
Cuenta la compiladora de este valioso libro que el origen del proyecto data de 1998 cuando un amigo (El Barry Martínez), a quien debe su llegada a México, le propuso preparar esta antología, para publicarla en la editorial (luego fallida) que deseaba fundar entonces. Esos inicios corresponden con los primeros pasos de la autora en materia de la Internet y nos revela, en su blog titulado El parque del ajedrez, cómo, inicialmente, recurrió a una cadena de amigos a lo largo y ancho del orbe, dado que la red electrónica en aquel entonces no era lo suficientemente extensiva (e invasiva, añado) como resulta ser en nuestros días. Aquel sueño inicial no prosperó y, cuenta la autora, que fue años más tarde cuando, siguiendo el consejo del escritor Amir Valle, decidió centrar la compilación en el tema de los poetas cubanos del exilio.
Como muy bien apunta Alonso en su prólogo, el camino ha sido largo y no exento de escollos. Encontrar editor para tan descomunal proyecto vino acompañado de no pocas decepciones, gestiones infructuosas y años de sobresaltos y espera. El resultado lo podemos disfrutar hoy en un libro muy cuidado que exhibe una hermosa portada, obra de la artista, también poeta, residente en el puerto francés El Havre, en Normandía, Margarita García Alonso. Tal vez más de 10 años de espera han servido para que Odette Alonso descubriera nuevos poetas en el extenso y variopinto mapa del duradero exilio cubano. No obstante, reconoce que a medida que pasaba el tiempo se daba cuenta de que no cesaban de incorporarse nuevos poetas (o sea, nuevos exiliados) a la legión de antologados. Esta circunstancia le hizo comprender que el objetivo de una obra como ésta no sería nunca el de agotar el tema, sino más bien sentar las bases para que otros trabajos similares completen o enriquezcan la visión ofrecida por obras precedentes.
Desafortunadamente, tres de los poetas antologados no han sobrevivido (al menos físicamente) para ver este libro impreso. Son ellos: la pinareña Martha Padilla (fallecida en el 2004, en Miami); Osvaldo Navarro (en 2008, en Ciudad de México) y la camagüeyana, Gladys Zaldívar (en Miami, en el 2008).
“Cuba siempre ha sido un país de desterrados”, apunta la autora en el prólogo de esta obra. Desde aquellos poetas situados en lo que llama el triángulo fundacional de la poesía en exilio (Gertrudis Gómez de Avellaneda, José María Heredia y José Martí), pasando por otros exiliados del período colonial español, los consecutivos exilios en diferentes momentos de la República (el ‘machadato’ y el ‘batistato’), hasta las numerosas oleadas migratorias de las últimas cinco décadas de totalitarismo castrista, la literatura cubana, y en este caso la poesía, se ha desarrollado en gran medida fuera del territorio insular y en condiciones de destierro.
Es cierto que intentos de antologar poetas cubanos ha habido muchos. Por otra parte, es también evidente que al repasar la lista de poetas cubanos vivos notamos ciertas ausencias. La autora nos dice en su prólogo que algunos de estos ausentes se negaron a participar en el proyecto, como sucede casi siempre en este tipo de obra. Sin embargo, la nutrida lista de participantes permite, incluso a los más enterados en el ámbito de la poesía, descubrir a autores que hasta ahora desconocíamos. Una breve nota biográfica relacionada en casi todos los casos con la actividad poética de cada antologado precede al poema que, entre varios previamente leídos para cada caso, ha seleccionado la editora del libro.
Para muchos de estos poetas la isla se encuentra siempre en el horizonte de su creación. De alguna manera, aun cuando intentan evocar otras vivencias y otros horizontes, Cuba aparece, en ocasiones más o menos velada, ya sea en la atmósfera, en un simple nombre u objeto, en los sentimientos o en un esquivo verso. Este criterio es, a la vez que el de noción de exilio, lo que completa y da unidad a la obra. Loable esfuerzo el de la autora en ofrecer este catálogo en un ámbito en que no todos tienen la posibilidad de publicar sus versos y en un contexto en que sus gestores viven en una geografía demasiado extensa, a la vez que de difusas fronteras.
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