Cuando uno no es de Miami y oye el nombre de Kendall se cree que van a salir brujas con escobas de detrás de los árboles y un cocodrilo de cualquier lago. Por suerte no tuvimos ni brujas ni cocodrilos ni rinococos, si no tremenda PAX POETICA a orillas de un lago, hamaca, la sonrisa amplia de Carina y encuentros que sacaron lágrimas como el de las poetas Ena R. Columbié y Odette Alonso Yoddú que hacía 20 años no se veían. Yo no sé si el amigo Néstor Díaz de Villegas (que no se pierde una y hace bien) ha escrito un soneto a Kendall y si se ha visto obligado a usar en la rima el apellido conceptualmente distante de Sthendal. Lo que sí sé es que muchos de los allí reunidos se han escrito poemas mutuamente. Y ahora sé por qué a Germán le salen tan buenos versos y tan lindos libros, porque aparte de Carina, tiene siempre a la luna reflejada en el lago y es como si la tuviera también escondida en las pupilas o dispuesta a requerirlo con dulzura, desde el agua, si se olvida de un recuerdo o se le pierde una palabra.
La palabra de orden que al parecer marcará este viaje a Miami es taína y es hamaca. Con el temor de reventarla, desgajar los jagueyes (no encuentro la diérisis en este teclado) de Germán y partirnos el espinazo, Odette Alonso Yoddú, Ena R. Columbié, Carima, Betsy y este guanajatebey cosedor (antes de 1492) de hamacas, se columpiaban con los pies en la tierra y los vinos en las nubes.
Carlos es tremendo bailarín pero esta noche se convirtió en el mejor parqueador de carros de Miami, actividad exclusivamente masculina - excitante, dirán alguno(a)s -, que bien merecería una pila de poemas de parte de todo(a)s los de la fiesta. Ena R. Columbié no parquea carros. Ella le mete duro y con ganas a la poesía. Por eso quería que nos quedáramos hasta el alba para ver el sol tragarse poco a poco al lago. Y yo la hubiera complacido si esta cara no tuviera tantas horas de vuelo y la necesidad inminente de una cama de esas que no se mueven.