12 mars 2008
Nivaria Tejera en Nueva York
Me informa María Hernández-Ojeda de la clausura de las jornadas Cuba, France and the Canary Islands: Nivaria Tejera's Literary Exiles sobre la obra de Nivaria Tejera que tuvieron lugar en el Instituto Cervantes de Nueva York y en el HUNTER-College. Entre los ponentes se hallaban Pío Serrano, Madeline Cámara, Rafael Rojas, Carol Maier y Antonio de la Rosa, entre otros. Me invitaron y lamenté, por urgencias de trabajo, no haber podido participar. Envié, a petición de los organizadores, un breve texto de presentación que fue leído en la presentación de las Jornadas por la propia Hernández-Ojeda. Todos los trabajos serán publicados. Aquí les dejo lo que escribí para este importante evento.
Así como la portada de la primera edición de "El barranco" (esta novela se publicó primero en francés, con traducción del gran hispanista Claude Couffon, en la casa Julliard, 1958). La segunda imagen es la dedicatoria que Nivaria me hizo para mi ejemplar en el 2001. La tercera imagen es la primera edición cubana de El barranco, publicada por la Universidad Central de Las Villas, en 1959, impresa en Úcar, García, SA.
Nivaria Tejera: desde tres islas
William Navarrete
Acepto con gusto la proposición de escribir unas líneas sobre la literatura de Nivaria Tejera para estas jornadas que le dedicará el Hunter College-CUNY de Nueva York. He apuntado con anterioridad que escribir sobre la obra de esta escritora cubana significa una responsabilidad y también un compromiso. Su literatura, en la que se imbrican poesía y prosa indisolublemente; novela y ensayo a la vez; no se ofrece al lector con la facilidad con que se suele leer otras obras. En Nivaria Tejera el arte de escribir significa un reto entre palabras. En el transcurso de ese reto la autora es el espadachín sagaz y hábil que da estocadas limpias a las letras, dominándolas y colocándolas con admirable exactitud para que no quepa ambigüedad ni sobren innecesarios relicarios, ni ambages, ni equívocos ni aquellas alusiones que de costumbre ella misma sugiere con el vocablo "grasa".
La autora del célebre "Barranco" – que acaba de ver la luz, para regocijo nuestro, en inglés – ha sabido domar todos los sentidos para expresar mediante sus textos un complejo y fascinante mundo de ideas fundamentales sin descuidar el justo valor de cada palabra y la belleza que la lengua encierra. Tal conjunción de elementos, en los que la idea resulta tan atractiva como los medios de que se vale para expresarla, es, por así decirlo hecho bastante inusual en el panaroma de las letras cubanas contemporáneas. En Nivaria Tejera lo anecdótico no supera nunca la calidad expresiva de sus textos, ni viceversa. Ese equilibrio perfecto, implica – y esto lo sospecho, porque leyéndola puedo comprobarlo – un trabajo consciente de la escritura en el que no caben frases huecas ni rellenos ni todos esos ardides a los que hechan manos los autores desesperados por llenar páginas en blanco y cumplir con las premisas comerciales de las casas editoriales. Nada de ese mundo, en que se confunde la impresión con la necesidad de dar a imprimir, tiene que ver con la literatura magistral de esta hija adoptiva de Cuba, Tenerife e Isla de Francia (tres islas si se quiere aceptar que la región en que se encuentra la capital de Francia lleva, justamente, el nombre ancestral de Ile-de-France).
Recientemente, otro gran escritor cubano de París, José Triana, me extendió un acróstico que había escrito inspirado en la importancia literaria de Nivaria. Un verso del acróstico: "Robándole a los dioses qué poliedros", referido a la obra de la homenajeada, añade deleite al placer que me ocasiona la misteriosa y exacta definición. Los poliedros que aquí evoca Triana son con exactitud las múltiples caras perfectamente delineadas que dan forma a la obra de Nivaria. Si a una figura geométrica de este tipo se le da vueltas para apreciarla desde otro ángulo, vano sería señalar que el cambio de perspectiva no implica una alteración del contenido geométrico, al menos de una forma otra que no sea ópticamente ilusoria. Y es que mirar las múltiples posibilidades que ofrece tan compleja y enjundiosa obra no cambia en sentido alguno la urgencia de la misma y la necesidad que implica su literatura para llenarnos el vacío que crece galopante en el ámbito de las buenas letras.
Mucho me hubiera gustado estar junto a todos los que estudian y rinden merecido homenaje a la obra de Nivaria Tejera y agradezco la invitación que me fue cursada. Prefiero no robarle más tiempo a la cortesía de los organizadores de este evento al invitarme a participar desde lejos. Les extiendo igualmente el acróstico de José Triana que lleva el dulce sabor de la certeza en la valía de una obra y también el sello inequívoco del diálogo entre autores consagrados por el peso substancial de sus obras.