Aunque parece muy simple el secreto de esta receta está en la sincronización de la elaboración. Pues las flores no deben guardarse más de medio día. O sea, hay que ir al mercado, comprarlas y ponerse a hacer la receta:
A las flores de calabacines se les quita el pistilo. No pueden lavarse si no se echan a perder:
Se prepara lo que se llama una pâte à beignet, o sea, una mezcla para pasar las flores por ellas de modo a que queden bien embebidas. Esa mezcla se compone de harina blanca, 1 huevo, leche y un poco de sal:
Freírlas con cualquier aceite que no sea de oliva y en una cazuela (no en sartén):
Listos y servidos para comer: