Beatificado por el Vaticano en 1980, el Hermano Pedro Betancur nació en Vilaflor de Chasna (sur de Tenerife, muy cerca del Teide) y murió, a los 23 años, en la ciudad de La Antigua, Guatemala. Durante mucho tiempo se creyó que descendía de los Bethencourt normandos del siglo XIV (Jean y Maciot) a quienes se debe gran parte de las personas que tanto en las Canarias como en Cuba y Venezuela llevan hoy este apellido, cuya grafía es muy cambiante según la rama y que aparece indistintamente como: Betancourt, Bethencourt, Betancur, etc. Pero resulta que los Bethencourt normandos convirtieron al cristianismo a muchos de los aborígenes guanches, tanto en la isla de Lanzarote como en la de Fuerteventura, cuya capital, Betancuria fue fundada por ellos. Por esta razón muchas de las personas que llevan el apellido Betancourt (en cualquiera de sus variantes) no tienen sangre normanda sino aborigen canaria, por descender de convertidos que adoptaron el apellido del clan normando. Recientemente, algunos estudiosos de genealogía, han concluido que el Hermano Pedro Betancur desciende de nativos canarii y guanches por los cuatro costados. Hijo de Amador González de la Rosa y de Catalina Rodríguez (casados en Vilaflor en 1583), sus abuelos y bisabuelos eran canarii. A los 23 años, el Hermano Pedro abandonó Tenerife y una vez establecido en Guatemala comenzó una intensa labor humanitaria. Allí fundó un oratorio, una escuela, una enfermería y una posada para sacerdotes y estudiantes de paso. Profesó como terciario del Convento de San Francisco de La Antigua. Tanto en Guatemala como en Tenerife se le venera mucho. Numerosas procesiones del Sur de Tenerife sacan sobre el paso al Hermano Pedro y la gente suele hacerle promesas y cumplirlas en este santuario conocido como "La cueva del Hermano Pedro" y que se halla en los áridos barrancos que descienden hasta la Montaña Roja y la Playa de La Tejita (última foto).
La Cueva del Hermano Pedro, en la cavidad formada por el barranco que desciende hasta la Montaña Roja. El santo se refugió en ella para protegerse de las incursiones de piratas bereberes y hacer vida de ermita.
La Playa de La Tejita y la Montaña Roja, a proximidad de la Cueva del Hermano Pedro Bethencourt.