Cruz de Tea está a 850 metros de altitud. Desde su plazuela se ven las costas de la Gran Canaria y el Atlántico como un plato. Se llega por una carretera comarcal, empinada y bordeada de eucaliptos. Hay que ir hasta Granadilla y desde ahí seguir la dirección de Vilaflor. En Cruz de Tea hay microclima y sus habitantes cultivan las huertas. Las uvas lucen más vigorosas que las de su vecina Granadilla. Por ello los productos de la Tasca El Horno son de un frescor absoluto. Allí cocinan con esmero y la cocinera me dijo que lo que no le gustaba para ella no lo deseaba para nadie. Es en su mesa donde he comido el mejor escaldón de gofio con tres tipos de mojos y también las mejores costillas de cerdo de las dos ultimas décadas. La aldea es ideal como punto de salida de senderistas. Por el camino se pueden ver algunos hornos de piedra antiguos.
La Tasca El Horno, en Cruz de Tea, un paraiso para gourmets.
La modesta capilla de la Virgen del Buen Viaje, en Cruz de Tea.