Hoy en El Nuevo Herald (Artes y Letras) una reseña de Daniel Fernández sobre Lumbres veladas del Sur / William Navarrete / ©
'Lumbres veladas del sur' o la magia de Marruecos
El Nuevo Herald / Artes y Letras, 17 de mayo de 2009
© Daniel Fernandez
Con una historia que se remonta a los fenicios, la magia de Marruecos ha seducido -como sirena en mar de arena - a un buen número de escritores estranjeros: Gide, Ogdon, Durrell, Bowles, Goytisolo. A este ilustre blasón ha venido a unirse un cubano, el polígrafo William Navarrete con su evocador poemario Lumbres veladas del sur (Aduana Vieja, Valencia, 2008).
"Yo no conozco la historia de estos hombres..." confiesa el primer verso; porque no es éste libro de cultismos ni exotismos, sino la honesta comunión del poeta con un entorno a descubrir, a traducir. ¿No es eso lo que hace la poesía? Traducirnos un paisaje que vemos al otro que no vemos.
Ese primer poema: Canto al pie de los Atlas enuncia el choque cultural de siempre más la connotación amarga del presente escindido entre el mundo islámico y el occidental. A la invitación a entrar a lo desconocido se suma el deseo de encontrar un lenguaje común que nos redima a todos: "Yo busco, paciente al pie de tantos muros,/ que sus miradas prisioneras/ y la mía de ignorante de los Libros/
apacigüen el fuego de los dogmas...".
Dogmas que aún en el siglo XXI persiguen la razón, y con su fuego - ya no imaginario, sino literal - queman libros.
Una vez establecida la dicotomía y el desafío, el libro se desenvuelve con historias e imágenes sacadas como de una colección de gacelas o antiguos apólogos de los que el poeta se adueña y arrebaña a su manera: "Hazte ligera alondra que aletea y burla/ al cedro de esta cúpula de celos,/ gana las cumbres, y adivina/ de la cigüeña el fértil viaje...".
Navarrete se desdobla en este mundo ajeno del que se apropia poéticamente y logra hacerse narrador y poeta de ese Marruecos al que va como descendiente de los conquistadores pero en el que termina conquistado: "Me sumerjo, como no podían sumergirse/ los forasteros de simulacros risueños,/ en el manto invulnerable,/ imperceptible para quien devora rebajas de sol,/ de esta ciudadela transida
de luz".
Más allá del minarete, del muecín, del desierto, más allá de la alusión al paisaje urbano y natural, y sobre todo, más allá de la historia y de la gente, el poeta logra levantar de este hermoso libro - como en el antiguo arte de los cuentos al pie de la hoguera -, las historias evocadas de un Marruecos que aún dentro de un caleidoscopio de sutilezas, siempre se queda intraducible, inapresable. Consciente de esa taumaturgia fallida del poeta, el autor cierra sus páginas con una Oda marcial, invocación a un Rey imaginario - que bien podría identificarse con el mismo país del que se despide - y que termina como una plegaria: "Soy demasiado pobre/ y no puedo ofrecer/ más que este canto,/ tal vez incompleto, difícil,/ tal vez afónico, quizá muerto./ Tómalo tú/ que puedes transformarlo/ y encaja para siempre,/ con firmeza,/ tu corona de riquezas/ en mi verso".
El lector puede también tomar este libro invitador y dejarse llevar por el poeta en su recorrido por esta tierra sufrida y quemada, donde aún se guardan tradiciones centenarias. Cada uno de estos poemas es como una miniatura persa donde puede verse más que lo que se percibe a simple vista. Cada uno, con su ritmo suave y su mesurada elegancia, más que puerta o ventana es una sutil rendija que invita a descubrir o imaginar lo que puede haber más allá. Ese es el arte del poeta.
*Lumbres veladas del sur, de William Navarrete, será presentado:
el sábado 23,
a las 8 p.m.,
en Zu Galería, 2248 SW, 8 St.
por Daniel Fernández, con la presencia del autor.
Link directo: Lumbres veladas del Sur o la magia de Marruecos / Daniel Fernández / El Nuevo Herald.