5 nov. 2009

Antología poética Miami / El Nuevo Herald



Hoy escribo en El Nuevo Herald sobre la antología poética que las Ediciones Ultramar lanzará en la próxima Feria del Libro:

Una antología poética de Miami
By William Navarrete
Publicado el jueves 05 de noviembre del 2009

La ciudad de la unidad posible. Selección poética de Miami es el título de esta nueva antología de poesía en español que compila a autores de orígenes diversos residentes en Miami. Su nombre es un guiño, y un homenaje también al ilustre residente del Coral Gables de los años cuarenta, el poeta español y Premio Nobel de Literatura (1956) Juan Ramón Jiménez, quien en su poema en prosa Espacio incluye la frase que retoma este libro. La antología es la segunda entrega de la Editorial Ultramar y se debe al empeño de Hispanic Events que preside Aida Levitán, a la asesoría de los escritores Luis de la Paz (quien sugirió el título) y Sarah Moreno (periodista de El Nuevo Herald), así como al mecenazgo de la empresaria Victoria London.

Miami como mosaico de múltiples emigraciones y exilios, posee un mapa cultural cuyas fronteras cuesta trabajo trazar. Este enclave de abundante presencia hispanoamericana, en plena mutación y crecimiento, empieza a aportar peso y calidad al panorama de la literatura hispanoamericana contemporánea. Como muy bien señala Aida Levitán en la introducción de esta publicación "Miami es el tercer mercado de población hispana de Estados Unidos con 1,8 millones de hispanos" y tal vez esta importante masa sea la razón por la que a veces nos parece que las letras en castellano no han cobrado, proporcionalmente hablando, suficiente visibilidad con respecto a tan elevada cifra de hispanohablantes. Algo que capta muy bien el poeta Rodrigo de la Luz en el verso "(...) cuando por fin esta ciudad se ponga vieja (...)" de su poema Punto final.

La selección -que cuenta con un excelente prólogo del escritor español Carlos Rojas (Premio Nadal, Nacional de Literatura, Planeta, etc.)- reúne la obra inédita de 32 poetas de la ciudad entre los que no sólo se hallan cubanos o cubanoamericanos, sino que aparecen autores de otras nacionalidades como es el caso de los nicaragüenses Silvio Ambrogi Román y Rubi Arana, la argentina Alejandra Ferrazza o el venezolano Vicente Forte Sillié. La diversidad de edades, procedencias, estilos y temas define muy bien la composición heterogénea de una ciudad en pleno cambio y formación.

Al hecho de que a poetas establecidos y reconocidos como los cubanos Manuel Vázquez Portal, Elena Tamargo, Armando Alvarez Bravo, Orlando Rossardi, Ramón Fernández Larrea y Félix Lizárraga, entre otros, se sumen algunos que apenas han publicado y que, en consecuencia, son menos conocidos, ofrece un atractivo suplementario con respecto a esta antología. Sabido es que dar oportunidad a aquellos de los que poco se sabe es un acto de generosidad y, en muchas ocasiones, premonitorio en cuanto a posibles talentos en gestación. Idéntico riesgo corrió el poeta Juan Ramón Jiménez cuando en 1937 publicó en Cuba la antología La poesía cubana en 1936 en la que figuraron más de 60 poetas, de los cuales unos cuantos estaban ya establecidos (Tallet, Acosta, etc.), otros se convertirían con el tiempo en pilares de la literatura cubana (Gaztelu, Brull, Buesa, Boti, Navarro Luna, Pita Rodríguez, Lezama, etc.) y, por último, una buena parte desaparecería prácticamente de todo intento de afirmación literaria después de aquella publicación.

En el caso de La ciudad de la unidad posible se compilan, además de los ya mencionados, poemas de Manuel Castro Pérez, Orlando Ignacio Fernández, Denis Fortún, Julie de Grandy, Odaliz de León, Rodrigo de la Luz, Amelia del Castillo, Francisco J. Corces, Raúl Dopico, Julio Estorino, José Emilio Fernández, Marlene Fuentes López, Teresa Herrera Muiña, Rolando Jorge, Magda Kraw (pseudónimo de Magdalena Cruz), América Mara Manzano, Rodolfo Martínez Sotomayor, Ernesto Ravelo García, Angel Antonio Moreno, Janisset Rivero, Mariblanca Quiñones de la Osa y José Soroa. Ante tal profusión de exponentes difícil es detenerse en cada una de las entregas.

Destaco la calidad del matancero Francisco J. Corces como sonetista; la originalidad de Julie de Grandy cuando construye formal y visualmente un poema como Tornado pasional; las paradojas poético-filosóficas de sutil ironía de Rodolfo Martínez Sotomayor; el mapa en versos cortos que traza Orlando Rossardi (Florida, Torre de la Libertad, Calle Ocho); la frescura de América Mara Manzano, la más joven de los antologados, nacida en Miami en 1987; la musicalidad y cauce majestuoso de palabras como actos de magia en Manuel Vázquez Portal; así como el verso de textura casi palpable del nicaragüense Silvio Ambrogi Román, de intimismo confidente en Janisset Rivero y de elegancia sutil en los poemas de Amelia del Castillo.

Un denominador común se filtra de un poema a otro. Muchos de los antologados evocan sentimientos de pérdida, de ausencia, de interrogantes sin respuesta ante el sitio en que el destino, la historia o motivos de fuerza mayor los ha situado. Aunque no todos son cubanos, la gran mayoría sí lo es y esto hace que el tópico de la tierra como madre o del hijo abandonado por la tierra aparezca con frecuencia en la lectura. "(...) Sólo una sensación de pérdida, / el vientre árido, desinflado (...)" escribe la villaclareña Marlene Fuentes López en La obsesión. En ese sentido, Denis Fortún ofrece en su poema en prosa Todo el humo a La Habana por sus hombros una frase que a mi juicio se convierte en paradigma del sentimiento de abandono y de profunda incógnita que el lector hallará en muchas páginas de este libro: "(...) pienso que Dios al hacer el milagro de la luz no imaginó la realidad de las sombras (...)'".

La ciudad de la unidad posible no compila (acto por demás imposible) a todos los poetas de Miami. La antología marca un precedente. Con ella se abre una puerta que en el contexto de indiferencia ante las letras hispánicas en Estados Unidos.

Nota: La antología se presentará el 8 de noviembre a las 4 p.m. en la Sala 2106 del Miami Dade Wolfson Campus, 300 NE 2 Ave., Miami.