Llenarse los pulmones de aire. Los ojos de belleza. El paladar de sabores auténticos, de antiguas recetas. La mente en vilo, repasando la historia, viendo "in situ" lo leído, aprendiendo nuevas cosas. Cero teléfono y mucha trompetilla para los titulares… Viviendo a plenitud cada instante de vida.
Ruedo. Ruedo por las carreteras a veces estrechísimas, las colinas de un verdor intenso y los valles repletos de riachuelos (en esta época desbordados) de la Baja Normandía. Exactamente, por los departamentos de Calvados y del Orne. Tierras de primitivos galos, sucesivamente galorromanas, vikingas, anglonormandas… al fin francesas. En invierno la luz cambia con mucha rapidez. Miras a la derecha y parece una lluvia de oro. Diriges la mirada a la izquierda y jurarías que la negrura del cielo se va a tragar la tierra. Cierras los ojos y cuando vuelves a mirar, como en un caleidoscopio que se ha movido, las figuras se han intercambiado la luz. Por el camino fincas medievales, castillos, torreones, bosques, prados… y unos animales expléndidos. No en balde de ahí viene la mejor leche, los mejores quesos, los insuperables productos lácteos. Y a mí que me encanta contemplar la naturaleza… desde el confortable asiento de un carro, me ha dado por volverme agradecido con las vacas y de vez en cuando paro en una finca, les toco el pelaje con la punta de los dedos y me pongo a ver cómo un guajiro afina un queso. También cómo se recolecta de los árboles el "gui" (esa especie de bola parásita que se adhiere a las ramas y que en Francia adorna las puertas de las casas e iglesias cuando se acerca la Navidad).
En esta época miles y miles de riachuelos anegando los campos. Las casas solariegas han sobrevivido a todas y cada una de las crecidas. Como si nada. ¡Lo que "era" saber construir!.
No vean lo que es un toro normando. Creo que los de Osborne no pasaron nunca por aquí.
¡Y pensar que a esta criatura maravillosa no le dedicamos casi nunca ni un gesto! ¡Y pensar que seguimos perdiendo el tiempo creyendo en el hombre!
Otra finca normanda, cerca de Chambois.
Busco en el diccionario (semicojo de internet) qué carajo es "gui" en castellano. Dice: "muérdago" y es como si no dijera nada. Primeras noticias que esas plantas parásitas que parecen balones (si se les ve de lejos) se llaman así. Me aclara el "dico" que en latín es "viscum" y que sólo se ve en climas templados. Poco importa. Para mí seguirán siendo "gui" como las alcachofas seguirán siendo "artichauds". Imposible que sean de otro modo. El caso es que la tradición impone que en épocas de Navidad hay que besarse debajo de un matojo de este tipo. ¡Pues a besarse entonces que eso siempre es bueno! .