En cualquier negocio de alimentos, hasta en las lejanas islas de Oceanía, retumba el nombre de este pueblo de apenas veinte casas. Un nombre que le pesa demasiado a un villorio casi invisible en los confines de Normandía: uno de esos lugares en los que más vale no tener una avería de carro porque de allí no hay quien nos saque. Imagínense que la célebre Coca-Cola sea originaria de una aldea que ni siquiera aparezca en los mapas del Estado de Wyoming. Pues bien, ése es más o menos el efecto que se produce cuando uno llega a Camembert (Baja Normandía). Cuentan que durante el torbellino anticlerical de la revolución francesa una tal Marie Harel escondió en su finca a un cura que había puesto pies en polvorosa. Y que en agradecimiento por su gesto este último le rebeló el secreto de la fabricación del célebre producto que lleva hoy por nombre la toponimia de la aldea. Sin embargo, la notoriedad del queso vino más tarde. Sucedió cuando Napoléon III inauguraba el ferrocarril París-Granville y le hicieron probar uno. Le gustó tanto que a partir de ese momento confió al nieto de María Harel las provisiones de camembert de la mesa imperial. También desde entonces el camembert comenzó a darle la vuelta al mundo. Comme quoi il ne faut pas s'inquiéter si votre nom ne résonne guère ! Parfois, ce n'est pas cela qui le fait grimper… et perdurer.
La llegada a Camembert por una carretera que no tiene más de 3 metros de ancho.
La Alcaldía de Camembert. Descomunal si tenemos en cuenta que el pueblo no pasa de 20 casas dispersas. El estilo que recuerda al Segundo Imperio… ya imaginarán por qué.
La iglesilla de Camembert es una de las más famosas del mundo. No porque atesore maravillas sino porque aparece estampada sobre casi todas las cajas circulares de madera del famoso queso. En el cementerio frontero, spbre la tumba de la "diosa" Marie Harel, en vez de flores, derraman calvados. Con ese aguardiente de manzanas, originario también de la región, su marido llenó el ataúd el día de su entierro.
Aunque la marca Président (la más vendida y conocida de todos los camemberts) no se fabrica en el pueblo, el grupo que la produce instaló allí, en una vieja granja, un taller pedagógico en donde nos enseñan cada una de las etapas de elaboración del producto.
Aunque casi todos los camemberts comercializados por lo grande no se fabrican en el pueblo que les da nombre, éste, el del quesero François Durand, que compré in situ, sí se sigue fabricando en el villorio.