Probablemente EL italiano de Miami: Scarpetta, en el Fontainebleau Hotel de Miami Beach. Si comienzan con una Burrata de Primi (nada que envidiarle a la más fresca y artesanal de Puglia, porque fresca y artesanal de Puglia es), lo siguen con un Bigoli (con langosta y cangrejo de Alaska) y un tagliolini al tartufo di Alba, no necesitarán, al final de esta orgía de exquisitos manjares, pedir postre. Sucede que en materia de postres no conozco un solo italiano que haya dado nunca en el clavo. Este tampoco es la excepción. La bodega seleccionada con absoluto rigor. Luego, echarse en un chaise longue del majestuoso y remodelado bar-piscina, bajo una noche estrellada y sublime de Miami, con 25 grados Celsius en plena Navidad mientras por allá arriba arrastran abrigos y palean nieves. Con Navidades a 25 grados cualquiera renuncia a nieves y fríos que, después de todo, je ne connais que de trop: