Lumbres veladas del Sur / William Navarrete / Ed. A. Vieja, Valencia, 2008.
El historiador y profesor universitario Félix J. Hernández, establecido desde hace 30 años en París, escribe una pausada y bien informada reseña de mi último poemario Lumbres veladas del Sur. Félix y su esposa Martha han visitado más de 60 países (en plan cultural) a lo largo de sus vidas en Francia. No me extraña entonces que haya dado en el clavo. Aquí les dejo la reseña que ha publicado en varias páginas electrónicas para las que colabora.
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Lumbres veladas del Sur
Por Félix José Hernández
París / 10 de enero de 2008
Mi querida Ofelia,
William nos envió como regalo por el Día de Reyes, dos bellos cuadernos de poemas: Lumbres veladas del Sur, escrito por él y Orfeo en la ciudad, obra de José Triana. ¡Qué bellos regalos! Nos hemos deleitado leyéndolos. No te preocupes, te los enviaré con el primer galo conocido que vaya a San Cristóbal de La Habana. Como de costumbre, te ruego que los hagas circular entre nuestros amigos, para que sigan conociendo las obras censuradas por los "compañeros" inquisidores de los hermanos Castro. Comienzo por comentarte el escrito por nuestro amigo:
El cuaderno de poesías Lumbres veladas del Sur fue escrito por el poeta William Navarrete (Cuba, 1968) durante sus viajes por el Sur de Marruecos. Algunos de esos poemas vieron primero la luz en italiano, bajo el nombre de Canti ai piedi dell'Atlante, en las Ediciones Coen Tanugi (Milán, 2006), traducidos por la hispanista Ilaria Gesi, de la Universidad de Pisa. La portada de este nuevo y bello cuaderno exhibe el lienzo Changó en el desierto del Nadj, de la joven artista cubano-saudí Latifa Al Sowayel, también residente en París.
El autor se inspira de las historias y leyendas ancestrales de Marruecos, añadiendo elementos contemporáneos tanto en el ámbito de las artes y las letras como en el de la sociedad y la vida cotidiana. Así, por ejemplo, en cuanto a temas de épocas remotas aparece el poema Plegaria del sultán Ahmed El-Mansour, precedido de un exergo que es un epitafio en la tumba de la princesa Zohra, visible en el Mausoleo conocido como las Tumbas Saadienes, en Marrakech. También el poema Encuentro galante en La Menara, donde evoca la leyenda que cuenta que el sultán Mulay había mandado a construir ese elegante pabellón con una profunda y vasta alberca, en las afueras de Marrakech, para hacerse servir jóvenes vírgenes que, después de desvirgarlas, echaba a la alberca para que se ahogasen.
El autor evoca en otros versos la vida y obra del pintor y paisajista originario de la Lorena francesa, Jacques Majorelle, en un poema que recrea los célebres jardines y su casa de Marrakech, en donde residió durante la primera mitad del siglo XX. Para significar la fascinación de Majorelle por Marruecos, Navarrete, en su poema Conversión añil de Majorelle, escribe:
"Debo ahuyentar las tardes tristes, /
el plomo despiadado de Lorena, /
ondear al viento las hojas verdes /
de mis sueños de pérgola […]"
En efecto, este célebre artista francés descendía de una ilustre familia de artistas lorenos y su padre, Louis Majorelle, fue uno de los exponentes mayores del Art nouveau y fundador de la Escuela de Nancy. Otro guiño a la historia literaria contemporánea de Marruecos es el poema Paul Bowles en In Salah, en que el poeta se inspira en la obra de este célebre escritor norteamericano, autor de la novela The Sheltering sky (en francés Un thé au Sahara) y de las noveletas de Tánger, quien vivió 52 años en Marruecos y solía fumar la chicha en la terraza del café Chez Chegrouni en la plaza Jemaa de Marrakech. Navarrete ironiza contraponiendo la pasión que despierta el sur de Marruecos en el escritor y el turismo de masas que invade hoy día estos sitios:
"Ahora se ha adentrado
en la noche azul eterno de las dunas,
para no oír, probablemente,
al encantador soplar con su flauta
el último éxito de los Gipsy Kings
ante las miradas bobaliconas
y las faltriqueras desprendidas
de los embajadores de atropellados viajes […]"
Sobresale la mención por parte del autor de poetas marroquíes del siglo XX. Entre ellos, el más conocido es sin dudas Abdellatif Laâbi a quien Navarrete dedica el poema Cabalgata de ausentes, en que la condición de cautivo y de exiliado del propio Laâbi resulta familiar con respecto a la historia de otros pueblos en que la libertad de expresión ha sido erradicada. Reconocemos que el autor se refiere a la vida de Laâbi porque en uno de sus versos menciona al "poeta proscrito en los fosos de Kenitra", sórdida prisión marroquí a la que enviaban a los prisioneros políticos en épocas de la juventud de Laâbi. También pueden leerse menciones y versos de otros poetas marroquíes contemporáneos como Rachid Moumni y Mohammed Sebbagh.
No falta en Lumbres veladas del Sur una evocación a la maravillosa plaza de Marrakech: Jemaa-el-Fná, dibujándose en el horizonte la torre de la Kutubia y la cima de los Atlas. El autor dedica el poema al escritor español Juan Goytisolo a quien llama: "salvador de la dulce albórbola de Jemma-el-Fná", para recordar que gracias al empeño de este expatriado español en Marrakech, la plaza de la capital del Sur marroquí, fue declarada "Patrimonio Oral de la Humanidad" por la UNESCO. La intensidad de la vida en esta plaza queda manifiesta en el poema El gran Halka, para el que Navarrete utiliza una palabra de origen árabe en el castellano antiguo: "halka", que significa "mercado". Y leemos:
"[…] eres la novia de todos los hombres solitarios
y repartes amor –o lo vendes–
a quien quedó abandonado
en una de tus tardes nebulosas,
cuando la Kutubia, tu centinela ausente,
apenas puede amenazarte,
o cuando la voz del almocrí se apaga […]
Nótese, a lo largo del poema, el empleo de palabras de origen árabe, asimiladas por el español a lo largo de los siglos. Para el caso de el poema El gran Halka, enumero: albórbola, almocrí, gnaouas, alheña, ejido, hamamelis. En otros poemas aparecen: oued, alfóncigos, suras y marabú (Rapsodia del oued seco); zoco, almalafas, alajúes, tahúr, adalid, gacela (El detentor de la memoria). O el propio poema Hamman, con la carga erótica que este espacio de higiene y salud ha representado siempre para los occidentales u Oukaimeden, inspirado en los altos montes que sirven de telón de fondo a la llanura marrachí.
La vida tumultuosa, los códigos religiosos, el extremo refinamiento de los manjares, el color contrastante del paisaje al pie de los Atlas, la sexualidad solapada, los problemas sociales (leer Oda marcial, dirigido al máximo representante de la institución monárquica del país), las costumbres paganas como la brujería y el hachís (ver Magia de los hierros, inspirado en la ciudadela de Mogador o Essaouira actual), e incluso el pasado arabo-andaluz (en Jarcha de amor, poema que imita esta forma de canción medieval del sur de España mudéjar) son otros aspectos que aparecen en este cuaderno insólito y culto.
Sobre Lumbres veladas del Sur, el poeta Germán Guerra dijo: "Temáticamente, estas 'Lumbres' pueden inscribirse en ese apretado catálogo de libros cubanos que miran de reojo, sacian la sed en la historia de la cultura occidental, y siguen a paso fino y firme rumbo a la extrañeza de lo oriental, lejano, cercano y desconocido. Puede ganar este libro de poemas árabes el derecho a codearse en los mismos anaqueles donde soportan los poemas chinos de Regino Pedroso". Otro poeta, Juan Cueto escribe: "Es una excelente y novedosa colección de poemas, distante de la manida poética actual. Y además y sobre todo, permeado de musicalidad, no artificial ni rebuscada, sino que late espontánea en cada estrofa, en cada verso".
Lumbres veladas del Sur, de William Navarrete se presentará junto a Orfeo en la ciudad, del dramaturgo y también poeta cubano José Triana, en la célebre Maison de l'Amérique Latine de París, el próximo 26 de febrero a las 18h 30.
Un gran abrazo desde la Ciudad Luz, que está cubierta desde hace varios días por el manto blanco de la nieve.
Te quiere siempre,
Félix José Hernández
*Lumbres veladas del Sur
William Navarrete
Ed. Aduana Vieja
Colección Atril, dirigida por Regina Ávila,
Valencia, 2008.
37 páginas.
ISBN: 978-84-96846-23-4