Cuando afuera hace frío lo mejor es meterse en un lugar más frío todavía. Por una razón simple: la temperatura de este bar de hielo es tan baja que cuando salimos de él tenemos la impresión de llegar al trópico. Ése es el Ice Kube Bar de París, un sitio "branché" e inesperado en medio de un barrio de mala muerte. Todo de hielo (excepto la sonrisa del barman): asientos, mostrador, copas, cortinas, piso, paredes, anaqueles y techo. Hasta un iglú para los que quieran sentirse esquimales. Cuatro cócteles a base de vodka que hay que apurar uno detrás del otro. Los dos primeros una maravilla, el tercero con sabor a benadrilina y el último puro y con pepitas de chocolate. Las parkas polares no son disfraces. Te las dan a la entrada para añadirlas a los abrigos de invierno que ya uno lleva. Aconsejo a los que quieran ir a este sitio espectacular que reserven con tiempo: no aceptan más de 10 personas a la vez en el interior del bar y a veces es necesario reservar hasta con una semana de antelación. Me pregunto de qué materia está hecho el barman. Pues se le ve bastante desabrigado e indiferente a la temperatura de este iceberg. La música por el cielo. La experiencia también.