11 sept. 2008
"Ojalá que se llame siempre Cuba […]" –––– Pura del Prado
Dicen que estaba loca. Dicen que le escribía poemas a Dios. Otras veces se cagaba a voz en cuello en el Innombrable. Dicen que tenía visiones, que una vez se paseó en blumers y con pamela por la Calle Ocho y que sufría de delirios de persecusión. Lo que he conocido de su obra se lo debo a Amelia del Castillo. Los manuscritos y papelería inédita que de ella tengo a Nancy Pérez Crespo. Pocos hablan de la poetisa loca porque pocos fueron los que la frecuentaron en sus momentos de genialidad y lucidez. Porque no todo el mundo aguanta a un desquiciado, ni todo el mundo sabe de poesía. Era Pura del Prado [Santiago de Cuba, 8 de diciembre de 1931 – Miami, 16 de octubre de 1996]. Cada vez que Cuba amenaza con desaparecer pienso en su poesía, sobrecogedora y grande. Pienso sobre todo en estos versos que leo y releo:
[…]
La Isla estará siempre invictamente viva,
aunque faltemos,
sobrevivirá a los derrumbes históricos,
las emigraciones
y conflictos políticos.
Es bueno que así sea.
Consuela pensar que al paso de los siglos
la tierra estará allí chorreando espumas,
bajo los nimbos de orlas mandarinas
con su verde inviolable,
los dedos de las palmas arañando
el cordaje del viento cuando llueve.
Y ojalá que se llame siempre Cuba
[…]