La Rioja: cuna del buen vino español y de la lengua
William Navarrete
El Nuevo Herald, 8 de julio de 2012
La región de La Rioja no necesita prácticamente
presentación. La notoriedad de esta tierra vinícola por excelencia trasciende
las fronteras de España y se expande por todas las mesas de comensales que en
el mundo aprecian la calidad de sus excelentes vinos. No por ser la más pequeña
de las comunidades autónomas españolas, está exenta de un rico pasado artístico
y cultural disiminado por toda la zona, cuyos límites son el País Vasco y Navarra
al norte y Castilla-León al oeste y al sur.
La identidad riojana está marcada, por la pertenencia de
esta tierra tanto a los monarcas navarros como a los castellanos. Sin embargo,
el hecho de que el camino de Santiago o ruta jacobea pase por el corazón de la
región resultó determinante para su auge económico desde la época medieval.
El centro neurálgico de la actividad económica e intelectual
es, sin dudas, Logroño, ciudad que a simple vista nos parece desprovista de
encantos dado lo mucho que se ha construido y modernizado desde que la
industria vitícola convirtiese a la región en motor económico de todo el país.
En Logroño, bañada por las aguas del río Ebro, la Concatedral Santa María de la
Redonda fue erigida en el siglo XV y atesora una importante estatuaria, amén de
su célebre fachada en forma de retablo, concebida posteriormente en estilo
barroco por arquitectos del siglo XVIII. En el casco histórico logroñés, la
ruta jacobea marca hitos esenciales de la peregrinación. Entre estos se
encuentran la Ruavieja, la iglesia de Santiago (siglo XVI) y la Fuente del
Peregrino. No lejos de ahí, el Palacio de Espartero, de estilo neoclásico,
acoge las colecciones didácticas del Museo de La Rioja, síntesis de la
arqueología, etnografía y arte locales.
Quienes tienen tiempo para recorrer los alrededores de
Logroño, no perderán la oportunidad de visitar Clavijo, pequeño pueblo de
aspecto medieval situado sobre un promontorio del que afloran las murallas y
baluartes del castillo medieval. Incluso Laguardia, capital de la llamada Rioja
alavesa, cuyo casco antiguo se halla rodeado de las murallas que protegían en
tiempos inmemoriales los tesoros artísticos del pueblo, entre los que se
encuentra la iglesia románico-gótica de San Juan Bautista, así como la renacentista
Santa María de los Reyes, de bellísima portada policromada.
Siguiendo la ruta jacobea a partir de Logroño, es inevitable
visitar los pueblos de Navarrete, Nájera y Santo Domingo de la Calzada, con los
monasterios que se encuentran en sus parajes campestres. Navarrete, el primero
los mencionados, exhibe a lo largo de su Calle Mayor (alta y baja) gran
cantidad de casas palaciegas en cuyas fachadas sobresalen los escudos de piedra
que delatan el pasado caballeresco del pueblo y su importancia estratégica como
punto fronterizo entre los antiguos reinos de Castilla y Navarra, así como
etapa importante del camino de Santiago. Sorprende su imponente iglesia de la
Asunción, con torres de estilo herreriano y un suntuoso retablo dorado que se
imbrica, monumental, en las bóvedas del altar mayor. La iglesia también atesora
el admirable tríptico del pintor flamenco Ambrosisus Benson, concebido en el
siglo XVI.
En Nájera, es de visita obligada el Monasterio de Santa
María la Real, fundado en el siglo XI por el rey García y colocado en manos de
los monjes franceses de Cluny por el rey Alfonso VI, en el 1075.
Lamentablemente el monasterio sufrió las consecuencias nefastas de la ley de
desamortización de Mendizábal y fue pasto de revueltas y revoluciones, al punto
de que muchas de sus dependencias fueron reconstruidas en épocas sucesivas. Sin
embargo, conserva el llamado claustro de los Caballeros, hermosa obra de
arquitectura del siglo XVI, con decoración plateresca de extrema delicadeza. La
iglesia del siglo XV atesora el Panteón Real de unos treinta reyes castellanos
y navarros, de más de ocho siglos. En el coro, la sillería es considerada como
una de las tallas en madera de nogal más espectaculares del gótico florido en
toda la península.
A pocos kilómetros de Nájera, Santo Domingo de la Calzada es
uno de los sitios de mayor concentración de peregrinos, vocación que despertó
el propio santo cuando dotó al pueblo, desde el año de 1044, de puentes,
caminos, hospital y albergue para los que emprendían esta ruta de fe. Más
tarde, el conocido milagro del gallo y la gallina, en que el santo tras una
invocación revivió a estos animales en una mesa en donde estaban ya cocidos y
listos para ser comidos, aumentó la devoción en torno a su fama de milagroso.
En este sentido, la catedral de Santo Domingo es uno de los monumentos
religiosos más importantes de La Rioja. Construida a partir del siglo XII, ha
sido ampliada en los siglos XIV-XV y dotada de un templete que sirve de
mausoleo al santo, edificado en el 1513 por Juan de Rasines. Una de las
curiosidades del templo es el gallinero, barroco e inesperado, en donde viven
una gallina y un gallo blancos, que mantienen la obra del santo.
En Santo Domingo, la hermosa plaza España, rodeada por
nobles edificios palaciegos; así como la Casa del Santo, el Convento de las
Bernardas, la Casa de Trastámara y otros edificios palaciegos completan la
visión de un pequeño pueblo lleno de sorpresas y encantos. Dos Paradores de
Turismo instalados, uno en un antiguo hospital de peregrinos y el otro en un
convento franciscano, son las mejores opciones para descansar. De precios más
módicos existen gran cantidad de hosterías e inclusos albergues. A lo largo del
Paseo del Espolón abundan los bares, restaurantes y cafeterías.
Al sur, no muy lejos del pueblo, se encuentra San Millán de
la Cogolla, cuna de la lengua castellana y del vasco escritos. Dos monasterios,
el de Yuso (o abajo) y el de Suso (o de arriba) atesoran diez siglos de
historia y, sobre todo, el primer escrito en lengua romance española del que se
tiene conocimiento, correspondiente a unas anotaciones que realizara en el año
975 un monje, al margen de un libro con la finalidad de esclarecer el sentido
de las frases en latín. A esas notas se les conoce como las Glosas
Emilianenses y dan origen también a las primeras palabras del euskera
escritas sobre papel, ya que el monje tomó también algunas notas en la lengua
vasca.
El más antiguo de los monasterios es el de Suso. Sus
orígenes se confunden con la época en que los eremitas vivían en las
anfructuosidades de la roca que le sirve de apoyo. Luego fue templo visigodo,
después mozárabe y, por último, románico. Aunque aún conserva partes visibles
de los dos primeros momentos, es del siglo XII de donde procede la mayor parte
de la iglesia. En el atrio se destacan los sarcófagos de los siete infantes de
Lara y de tres reinas de Navarra.
A poca distancia de Suso, en el fondo del valle, se halla
Yuso, monasterio que data esencialmente del siglo XVI y cuya imponente masa de
estilo renacentista es visible desde que uno se adentra en los parejes del
valle. Sobresale la muy rica biblioteca (en donde se hallaban las famosas Glosas
de las que el monasterio sólo muestra una edición facsimilar, así como una de
las colecciones de cantorales más completas y hermosas de España), el claustro
de los Canónigos, el de San Millán, la muy rica iglesia recién restaurada, la
sacristía, el salón de los Reyes y otras dependencias. Frente al monasterio,
con vista a la espectacular Sierra de Pradilla y a las Peñas de Oro, en cuyos
predios se halla el no menos interesante monasterio de Valvanera, se puede
comer en un excelente asador llamado Monasterio de Yuso, en que los platos de
la gastronomía local, tales como las patatas a la riojana (con pimienta y
chorizo), las pochas (alubias blancas), la menestra con verduras de las huertas
ribereñas del Ebro, los rollos de cordero y cabrito, las carnes de caza
(jabalí, liebre y perdices) son buenos ejemplos del rico patrimonio
gastronómico de la región.
Poco conocido y mantenido ininterrumpidamente por la misma
comunidad de monjas bernardas desde su fundación en el siglo XII, el monasterio
cisterciense de Cañas es una de los joyas secretas del patrimonio riojano, casi
siempre descuidado por los visitantes que privilegian los anteriormente
mencionados.
Hacia el norte de La Rioja, el pueblo de Haro es otra de las
villas medievales de importancia, además de ser la capital del vino de Rioja.
El pueblo discurre alrededor de la Plaza de la Paz, en donde son visibles el
Ayuntamiento y el Palacio de Paternina, del siglo XVI, con interesante fachada
renacentista que exhibe cariátides y blasones. No lejos de allí, el Palacio de
los Condes de Haro es otro de los edificios notables, concebido en estilo
barroco. Pero al pueblo se viene esencialmente por los vinos y un Museo del
Vino de La Rioja ilustra muy bien los secretos de viñedos y denominaciones que
ennoblecen el nombre de la comunidad en todo el mundo. Cerca de la estación de
trenes, las Bodegas Bilbaínas es la primera embotelladora de la zona. Cerca de
ésta, otros viñedos y bodegas pueden ser visitados. Sus nombres: Viña Pomal,
Cune, López de Heredia, Muga, Ramón Bilbao, entre otros, gozan de gran
prestigio y traerán gratos recuerdos a los visitantes que han podido degustar
sus vinos con anterioridad. En Haro, la Casa Terete posee asador y bodega
propias que la convierten en excelente opción para cenar.
No debe ser excluida de este recorrido la ciudad de
Calahorra, al este, considerada la más monumental de todas por atesorar la
célebre Catedral, desplazada fuera del centro urbano y erigida desde principios
del siglo XV. Aunque renacentista en su interior, posee una fachada barroca y
una sacristía en donde se halla instalado el Museo Catedralicio y Diocesano en
que se conservan obras de Tiziano, Zurbarán y otros maestros de la pintura
renacentista, así como la célebre Biblia sacra de Calahorra, que data del siglo
XII.
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