17 juin 2012

Hoy en El Nuevo Herald: Diego Garzón, editor de SoHo

Hoy escribo sobre (y entrevisto a) Diego Garzón, editor de la revista SoHo, la de mayor difusión en América Latina, con sellos editoriales en varios países, para El Nuevo Herald:


Diego Garzón, editor de SoHo, la revista de mayor difusión en América Latina
© foto: Mark Tomaras


SoHo: una revista en buenas manos
William Navarrete
domingo, 17 de junio de 2012
© El Nuevo Herald - All Rights Reserved

Editor general de la revista SoHo, Diego Garzón declina amablemente en favor Daniel Samper Ospina, director de la publicación, mi propuesta de entrevista. Tengo que explicar que no sólo considero esencial el papel de editores y redactores en general, sino que me interesan también los libros sobre arte que ha publicado y sus puntos de vista en general.

Nació en Bogotá, en 1974 y estudió periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali. A los 11 años fundó Nuestra floresta, un periódico en su barrio y perseverante lo mantuvo hasta culminar el colegio. Debe a su padre, abogado de profesión, poeta cuando una estrella le iluminaba el rostro, su vocación por las letras. A él tendrá que deber también que ahora saquemos a relucir su labor pues un amigo me extendió el texto de Diego Garzón publicado en SoHo "Todo sobre mi padre". Me pareció una auténtica disección médica a la vez que filosófica, un pausado homenaje en vida sobre la vida de un hombre en el ocaso de sus capacidades físicas. Sin dudas, un homenaje también a todos los silencios entre padres e hijos, tan dolorosos a veces como necesarios. Fue éste el preámbulo de nuestro intercambio.

Me pregunté cómo alguien capaz de escribir aquel artículo puede editar una revista de la que dicen son connotados los encuerismos de célebres o anónimas féminas. De la mano del hijo explicándose ante el padre fue que abrí el último número de la revista, fundada hace ya trece años en Bogotá, cuyo concepto y nombre se ha extendido a Argentina, México, Costa Rica, Panamá, Ecuador y Perú. Nunca tuve en mis manos una revista que se autoproclame "dirigida a un público masculino". Pasadas las páginas muy bien logradas de cuerpos femeninos esculpidos por lentes como cinceles de luces, hojeé las secciones temáticas de la edición 142. Todo lo que leí me pareció tan variopinto como excelente y es que los temas varían pero la constante es la escritura de pulso firme.

En el último número, por ejemplo, Sandro Mairata rescata la obra y nombre del cubano Aurelio Baldor de la Vega, fundador del célebre colegio en el barrio habanero del Vedado y autor de un método de estudios de matemáticas que fue manual de aprendizaje para muchos estudiantes en toda América Latina. Baldor murió en Miami en 1978, allí está enterrado y olvidado. Mairata creía que detrás del apellido que daba nombre al método, se escondía un sabio árabe de otros tiempos que sería el mismo que con turbante exhibían las portadas de los manuales. Su sorpresa al saberlo cubano fue tan grande como la mía, nacido después de 1959, al enterarme de la existencia de su popular e internacional método de estudios. El Baldor de La Habana es hoy y fue durante mi vida en Cuba una escuela de paredes descascaradas con ventanas desvencijadas y jardines mustios. Un derrumbe más en esa Isla antes tan próspera.

Son sorpresas de SoHo.  Hay muchas más. La clave del éxito va más allá de simples desnudos. Le pregunto a Diego Garzón si no cree que los lectores (los voyeurs más bien, digo para provocar) son exclusivamente hombres sedientos de cuerpos de mujeres ligeros de prendas y que de ello, con oportunismo, saca partido la revista. " Si la gente sólo quisiera ver desnudos femeninos -responde defendiendo la línea editorial-, SoHo no tendría el éxito que tiene, ya que para ver desnudos basta con entrar a Internet y buscarlos gratis." Y añade: "SoHo tiene una mezcla donde obviamente un gancho importante es el de las mujeres bonitas en portada, pero combinado con un buen número de firmas y escritores con temas tan interesantes como irreverentes. Entre esas firmas se hallan la del actual Presidente de la República, las de ex Presidentes, alcaldes, políticos, pero también las de personalidades como Joan Manuel Serrat, Sabina, Carlos Vives, Fito Páez, o escritores y periodistas como Fernando Savater, Leila Guerriero, Fernando Vallejo, Roberto Fontanarrosa, Juan Villoro, Jorge Volpi, Martín Caparrós, Rubem Fonseca, Alberto Fuguet, Santiago Roncagliolo, entre tantos otros".

Los temas de esta publicación mensual son muy variados. "Van desde crónicas de largo aliento, hasta artículos de humor, caricaturas, testimonios, diatribas y entrevistas", nos dice. La revista se abre a nuevos horizontes, da giros de 180 grados. "Desde hace tres años hacemos una revista anual que es la versión femenina de SoHo, números donde salen desnudos masculinos en portada, como el frontal de Faustino Asprilla, un inédito para una revista que no sea pornográfica", apunta refiriéndose a las fotos de este futbolista colombiano ya retirado.

Diego Garzón lee al guatemalteco Augusto Monterroso, a Julio Ramón Rybeiro, a Julian Barnes. Admira la obra pictórica de Marc Chagall y la de colombianos contemporáneos: José Alejandro Restrepo, Doris Salcedo, Beatriz González, Oscar Muñoz, entre otros. Su plato preferido es la paella con abundantes mariscos, no come postres y ha publicado dos libros sobre arte. En el primero de éstos, Otras voces, otro arte (Ed. Planeta), entrevista a diez pintores colombianos; en el segundo, titulado De lo que somos, indaga sobre la esencia de su país a partir de 110 obras de arte que considera puntuales. Pregunto si no le teme, en épocas de globalización, a dar una imagen de defasaje al intentar mirar a Colombia desde y hacia dentro.

"Creo que las obras que abordo en el último libro han sido hechas casi todas dentro del contexto colombiano, pero adquieren carácter universal. En muchas de ellas un latinoamericano podría identificarse y reconocerse porque superan los límites de la nacionalidad colombiana", afirma y cita luego un ejemplo refiriéndose al trabajo de Rosemberg Sandoval, quien limpia a un indigente dentro de un Museo y también a la artista Doris Salcedo quien ha abierto una grieta en la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres. "¿Por qué una colombiana -se pregunta convencido de que tales acciones se desmarcan del concepto de nacionalidad-, se atreve a llegar a uno de los templos del arte contemporáneo y deja en él esa grieta?

SoHo es bogotana o, al menos, nació reflejando un espíritu propio de la capital colombiana. Es lo que capto y le comento después de hojear algunos de sus números. Diego Garzón desaprueba mi punto de vista. Para él la revista es "nacional con contenido universal: no está hecha por bogotanos para bogotanos, de entrada en las portadas aparecen artistas y modelos de muchas partes del país, así como también lo son los escritores invitados". A modo de ejemplo cita a Alberto Salcedo, costeño, a quien considera uno de los mejores cronistas de SoHo. Ha sido laureado como periodista por artículos como aquel en que contaba la historia del boxeador Pambelé, su coterráneo.

La revista puede leerse en Internet. Los lectores interactúan mediante comentarios. Le pregunto si poder leerla en la red no limita los compradores de la edición impresa; si los comentarios, tratándose de una revista con temas y matices que escandalizan a los sectores más conservadores, no son moderados. "Desde hace unos meses para comentar es necesario realizar una previa inscripción dejando datos reales de usuario. En SoHo, como en muchos otros medios, hay lectores que utilizan mal la tribuna abierta y la emprenden contra modelos, cronistas e, incluso, contra otros comentaristas. Aceptamos todo lo que se quiera decir siempre y cuando se haga con respeto. No admitimos groserías ni comentarios pasados de tono", responde al referirse a un tema que atañe hoy a casi toda publicación virtual.

Cualquier adepto de las bellas mujeres envidiaría la posición de Diego Garzón, si se tiene en cuenta la presencia en las sesiones fotográficas de las modelos mostradas en sus páginas. "En seis años que trabajo para la revista -aclara- nunca he estado en una sesión de fotos. Mis amigos envidian mi posición, pero se desencantan inmediatamente cuando se enteran que a mí me toca la parte que para ellos resulta la más aburrida: leer y corregir. A las modelos sólo las veo cuando, a veces, pasan por mi oficina para la selección de fotos. Me digo que es una lástima y que ya es hora de que asista a alguna sesión de estudio".

Diego Garzón no parece muy locuaz. Los editores casi nunca lo son porque leen siempre en voz baja o muy para sus adentros. La revista sí habla, mucho, por sí sola. Tiene calidad y es un producto inesperado en un continente donde, de costumbre, este tipo de producto solía circular siempre entre manos de una reducida élite. A veces al lector hay que mostrarle lo que es bueno en pequeñas dosis. La actitud denota paciencia y es un recurso inteligente para, entre una atractiva imagen y una hermosa sonrisa, acostumbrar al lector medio a textos más elaborados, a mensajes menos triviales. Creo que de todo ello está consciente el joven equipo de SoHo. Me parece que Diego Garzón lo sabe y para  no romper el encanto, se lo calla.

Del pasado - Catalejo en lontananza

El 17 de noviembre de 2011 falleció en Miami el querido y elegante amigo José Miguel González-Llorente (La Habana, 1939) quien había vivido durante décadas de exilio en Venezuela, donde había sido empresario y exitoso publicista, antes de establecerse en Miami a mediados de los noventa. Su llegada a Miami coincide con su jubilación y en ese periodo comienza a publicar sus primeros libros de cuentos y novelas. Sobre uno de ellos, titulado Reloj de sangre, ahondé mediante una reseña para El Nuevo Herald del 13 de noviembre de 2005.

Los González-Llorente descienden de una vieja familia gaditana llegada Cuba a mediados del siglo XVIII. Los primeros que se instalaron en Cuba eran los hermanos Alonso y José González-Llorente y Rodríguez quienes estaban establecidos en Bogotá, ciudad que cambiaron por La Habana tras la revolución independentista de la Nueva Granada, en 1810.

Los obituarios tal y como se conciben, con sucesión de fechas, datos, obra, etc. me han parecido siempre de lo más insulsos. De hecho, no suelo escribirlos, sino que más bien espero a que llegue el momento de evocar la pérdida de la persona, el día en que espontáneamente siento que me corresponde hacerlo. José Manuel fue cómplice de presentaciones y actividades literarias en Miami. En una ocasión publicó en la colección La Biblioteca de la Libertad una obra de ensayos con respecto a las bibliotecas independientes cubanas titulada Voces tras las rejas (2004) y me invitó a escribir un artículo que titulé Europa: el fin del letargo que fue publicado en ese libro. Más tarde, en agosto del 2005, íbamos a presentar el poemario de Regis Iglesias Ramírez Historias gentiles antes de la Resurrección cuando el ciclón Katrina, de paso por Miami, nos obligó a suspender la actividad. José Miguel removió cielo y tierra para que el poemario del poeta, entonces cautivo en una cárcel cubana, no pasara al olvido y coordinó entonces, casi en estado de emergencia, una presentación en los antiguos locales del Directorio Democrático, en Miller Drive, en donde junto a Janisset Rivero y el escritor Manuel Vázquez Portal pudimos presentarlo el 30 de agosto de 2005. Un año después, cuando publiqué Catalejo en lontananza (Valencia, 2006), la antología de mis crónicas y artículos periodísticos de tema cubana en un mismo volumen José Manuel coordinó su presentación en el ICCAS de la Universidad de Miami y escribió un hermoso texto titulado Un catalejo que es también lupa, microscopio y anteojo del futuro, leído aquella tarde de julio de 2006.

Desde entonces, nuestra amistad no dejó de fructificar. En su compendio de cuentos La confesión del comandante (2006) me dedicó el cuento Su último libro con un exergo de Borges que lo resume todo: "basta que un libro sea posible para exista". Nadie mejor que él que tanto hizo para que muchos libros existiesen, entre ellos mi Catalejo en lontananza. De su mano de antiguo alumno jesuita y hermano de un sacerdote de esta orden, conocí por dentro la sede del Colegio de Belén en Miami, continuación de la célebre institución educativa cubana, nacionalizada a principios de la revolución de 1959. En aquella ocasión presentó Mártir de Guajaibón durante la inauguración del muro de los mártires, con respecto a antiguos alumnos belemitas fallecidos en estas circunstancias. En su libro, González-Llorente rendía merecido homenaje a su amigo belemita Julián Martínez Inclán, innecesariamente ahorcado, al pie del Pan de Guajaibón, en Pinar del Río, un 28 de diciembre de 1958, por la soldadesca batistiana.

Ahora que rememoro nuestra amistad a evocar también algunos momentos relacionados con mi libro Catalejo en lontananza porque sobre él escribió José Miguel el hermoso texto que mencioné antes. A pesar de ser tan distantes en cuanto a generaciones y vivencias siempre fluyó entre nosotros la amistad como si hubiésemos nos conociésemos desde la infancia. Yo desalmidonaba la seriedad con que José Manuel trataba ciertos temas y él no paraba de reírse de mis ocurrencias e irreverencias. A cambio, recibí el justo valor de la objetividad y la mesura cuando de opinar se trata. Digamos que, durante el tiempo que le frecuenté y las muchas ocasiones que hablamos conocí muchas de las enseñanzas que él adquirió con los jesuitas pero, sobre todo, con la vida. 


Catalejo en lontananza. Crónicas cubanas. 1995-2005, con portada del fotógrafo de Roberto Marquino, Ed. Advana Vieja, Valencia, 2006, 312 páginas.

Afiche de la presentación de Catalejo en lontananza en la 37 Feria del Libro de Valencia

El 29 de abril de 2006 presenté Catalejo en lontananza junto al editor Fabio Murrieta en la 37 edición de la Feria del Libro de Valencia (la más antigua de España)

El periodista y poeta Manuel Vázquez Portal escribió este artículo sobre mi libro en El Nuevo Herald, 20 de junio de 2006.

Olga Connor escribe también en El Nuevo Herald una crónica tras la presentación de Catalejo en lontananza. El Nuevo Herald, 1 de agosto de 2006.

Presentación de mi libro Catalejo en lontananza en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-americanos de la University of Miami, el 27 de julio de 2006, por Soren Triff y José M. González-Llorente

Diario Las Américas, Miami, 26 de agosto de 2006, presentación de Catalejo en lontananza en la Casa Bacardí, aparecen en las fotos Soren Triff, José Manuel González-Llorente, Armando Cobelo, Yolanda del Castillo, Lourdes Abascal y Eduardo Zayas-Bazán Loret de Mola.

16 juin 2012

Viaje a Sevilla por dentro

© Fotos William Navarrete


Cada día un nuevo rincón, un monumento celebrado o célebre, una visión como un relámpago que a veces no se puede o no debe apresarse por un lente, sino por la memoria. No sé si la vida alcanza para ver todo lo que deberíamos ver. Vivimos sin fronteras, llegamos con una rapidez, impensable antes, a donde queremos. La única frontera que no podremos vencer nunca es el tiempo. Por eso digo siempre: pobres de aquellos que pudiendo ver con sus propios ojos la maravilla del mundo no encuentran fuerza o tal vez suficiente interés para emprender los infinitos caminos que nos conducen por los siempre floridos jardines del puro éxtasis.


La Giralda desde el piso superior del hotel EME

La Iglesia del Carmen

Las murallas de Sevilla

Siempre cundida de fieles la Iglesia de la Macarena

Para los que me preguntaron si no fui a ver a la Macarena ahí la tienen

La Alameda de Hércules

La Iglesia y Plaza del Gran Poder

Las fachadas de las casas del centro se convierten en altares gigantes para recibir la importante procesión del Corpus Christi

Jardines de Murillo

La famosa Puerta de la Carne

Casa Pinelo

El fabuloso patio renacentista (siglo XVI, primer tercio) de la Casa Pinelo

En Sevilla siempre algo nos sorprende al doblar una esquina

El Alfonso XIII es el hotel más lujoso de Sevilla. La decoración que ha literalmente sufrido en épocas recientes es del peor gusto imaginable. No hay un mueble contemporáneo que valga un marevedí. Averiguando me entero que el hotel pertenece al grupo de Starbucks Coffee. Sobran los comentarios, abundan las razones del mal gusto.

La plaza semicircular del Cabildo (bastante subutilizada, por cierto) es un lugar apacible en el barrio del Arenal para ponerse a la sombra y bajo el frescor cuando el horno estival se dispara

El Palacio Arzobispal atesora en su archivo los libros de matrimonios de todas las iglesias de Sevilla

La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, imponente edificio del siglo XVIII, es la sede de la actual Universidad. Los espectros de las cigarreras de otros tiempos, como la célebre de Bizet, merodean por pasillos interminables.  

Me imagino que habrá mejores modos de recorrer el Guadalquivir, pero como dice el dicho: del lobo un pelo.

A las bodas de la Capilla del Sagrario de la Catedral de Sevilla se asiste ellas van de mantilla y peineta

La ultrabarroca iglesia de San José, en la calle Jovellanos, en el corazón del casco antiguo de Sevilla, comenzada en 1699, es una oda al horror vacui o kenofobia. 

El Cronómetro, uno de los últimos comercios de antaño que ha sobrevivido en la calle Sierpes

La Campana, al principio (o al final) de la calle Sierpes, fundada en 1885, sigue produciendo el mejor tocino del cielo de Sevilla

Triana - Sevilla

© Fotos William Navarrete


Triana, cuna del flamenco y del buen vivir, no se explica, se vive. De día con un sol que de tanto reflejarse en sus muros de cal enceguece. De noche con la luna muy clarita, enganchada de las cuerdas de las guitarras. Lo monumental el es al arte de vivir de su gente.
















15 juin 2012

Una fiesta en los techos de Sevilla

© Fotos William Navarrete


Una fiesta espectacular, con temática marroquí, en los techos de Sevilla. Colofón del cumpleaños de una querida amiga que hemos estado festejando durante tres días y que desea permanecer en el anonimato. A golpe de rebujitos (quien no conozca esta bebida andaluza que la busque en la red) que aprendí a preparar. Bailando y cantando con los que saben hasta las seis de la mañana en que el sol empezaba a levantarse sobre los techos blancos de la ciudad.