11 août 2010

La Sacra San Michele, abadía benedictina del siglo X, Italia

Hace años que estaba por visitarla pero cada vez que pasaba en carro por aquí, camino de Aosta, de Milan, Turín o de cualquier otro sitio de Italia, se iba quedando por una razón u otra. Esta vez vine específicamente para verla. La Sacra (Santuario) de San Michele, abadía benedictina fundada en el 900 dC, la misma que inspirara a Umberto Eco su merecido bestseller El nombre de la rosa y donde filmara Jean-Jacques Annaud la excelente película homónima a fines de los 80. Para visitarla a sus anchas es mejor dormir en los alrededores (en Avigliana de preferencia, como ya dije en el post anterior) y subir los 1 000 metros de carretera temprano, antes de que llegue el mogollón de gentes con los flashes y sus babélicos comentarios de cualquier tipo. Dividiré las imágenes en dos post. Los bajorrelieves de capiteles, frescos, retablos, etc. se quedan para el post siguiente:










El Valle de Suza, desde la terraza de la Iglesia de San Michelle.

Avigliana y el lago de este nombre

Avigliana es una etapa obligatoria para visitar la Sacra San Michele con tiempo. El pueblo es medieval y no tiene un solo hotel. Los hoteles están todos a orillas del Lago que se encuentra a unos 15 minutos a pie del pueblo. En Avigliana hay un café delicioso (se llama Palio) y una pasticceria-gelateria al borde de la carretera que va en dirección de Rivoli que hace unos helados inigualables:

Avigliana, desde la Piazza Conto Rosso.

Las ruinas del castillo de Avigliana al fondo de la plaza.

La Torre del'Orologio, Avigliana.

El Lago Grande de Avigliana es hermoso. No cabe dudas. Pero, como en casi todos los lagos de Italia, más le vale no meter el pie en el agua. Me ahorraré el porqué, pero a mentes ágiles explicaciones innecesarias. El Hotel Chalet del Lago es un paraíso de paz, vuelo, gorjeo y piar de aves, entre las 6 de la mattina e la mezzanotte. Nadie se imagina que a partir de las 12 pm la discoteca vecina atrae a tutti quanti italini tenga un carro-bólido, desde Ferrari, Lamborghini o Maserati hasta un cacharro cualquiera, desde moto y bicicleta hasta triciclo y tractor. Entonces, es que la noche se pone buena de verdad, porque empieza el bum-bum-bum incesantemente tecno de la discoteca y, a medida que avanza el reloj camino del alba, se añaden al ruido ya natural del paraje las sirenas de bomberos y ambulancias que vienen a recoger a los "overdosados" y catalépticos del mencionado bum-bum-bum. En otras edades yo hubiera formado parte de esa debacle, pero con lo mucho vivido en este sentido, lo que se quiere es dormir bien y visitar una abadía o lo que sea al día siguiente. No es que me oponga a semejante terremoto nocturno, lo que sí me parece razonable es que la gerencia del hotel advierta a los huéspedes de lo que les espera a orillas del idílico y apacible lago a altas horas de la noche. De lo contrario, si tanto miedo tienen a que se les vacíe el hotel, pueden entonces bajar los precios para que la población asidua a la discoteca pueda pernoctar en el establecimiento y evitar de paso accidentes en las carreteras. Buono coraggio ai futuri ospiti!

El que muy bien podria ser el apacible Hotel Chalet del Lago.



10 août 2010

Los frescos de San Antonio di Ranverso

Los frescos de San Antonio de Ranverso fueron pintados por el turinés Giacomo Jaquerio hacia 1420. A la paga de Amadeo VIII de Saboya el artista trabajó en Turín, Ginebra y Thonon-les-Bains. Escojo tres de los frescos que atesora esta iglesia y añado el políptico de otro turinés (Defendente Ferrari) que ocupa el altar:

La subida al Calvario, de Giacomo Jaquerio, en la sacristía de San Antonio de Ranverso.

Los campesinos ofrecen cerdos a San Antonio Abad, fresco de Jaquerio, en San Antonio di Ranverso.

Cristo y los instrumentos de la Pasión, fresco de Jaquerio, San Antonio di Ranverso.

Políptico de Defendente Ferrari (pintor del XVI turinés) en el altar de San Antonio di Ranverso.

San Antonio di Ranverso ( I ) - Italia

Vamos a comenzar este nuevo viaje por la inagotable Italia con una visita a San Antonio de Ranverso, en la antigua Via Francigena, donde los Hermanos Antoninos establecieron desde principios del XII un centro espiritual dedicado a lo que era una de sus especialidades: el cuidado de enfermos de lepra y del llamado "fuego de San Antonio" o culebrilla. Algunas interpretaciones actuales pretenden que San Antonio Abad, eremita egipcio del que supongo casi todo el mundo conoce la historia y sus tentaciones, quedaba asociado al cerdo porque la manteca de este animal aliviaba el dolor de la culebrilla. Sin embargo, los menos fantasiosos creen que al no ser el cerdo un animal repulsivo en la tradición celta (sino que formaba, sin complejos, parte de la mitología más antigua indoeuropea) sería de esta creencia pagana que heredamos la asociación de San Antonio a dicho animal. En todo caso el complejo religioso de San Antonio de Ranverso que ha llegado hasta nosotros es una auténtica maravilla. Dividiré este post en dos: mostraré primero la exquisita arquitectura y el encanto del lugar y, luego, los espectaculares frescos y pinturas del interior del templo:

San Antonio di Ranverso data del siglo XII y es uno de los mejores ejemplos del gótico lombardo.

Los tres piñones o gabletes de la fachada de San Antonio de Ranverso. El del medio ligeramente desplazado para no tapar el punto central del rosetón.

Obsérvese la fineza del trenzado de terracota con motivos vegetales y geométricos que asciende con las canaladuras de los piñones frontales.

En el portal de la Iglesia de San Antonio de Ranverso las nervaduras de las bóvedas gótico-lombardas terminan a veces en rostros medievales como éstos.

El Ospedaletto (Hospitalito) de San Antonio de Ranverso, en donde los Hermanos Antoninos curaban enfermades de la piel tales como el "fuego de San Antonio" o culebrilla.

La piedra sagrada a un lado de la iglesia de San Antonio di Ranverso, en la antigua Via Francigena o camino de Francia que atravesaba el Valle de Suza para adentrarse en los Alpes.

El coro de la iglesia de San Antonio di Ranverso.

El claustro.

La nave central de San Antonio di Ranverso.

6 août 2010

Mi playa secreta

Durante casi toda mi niñez y adolescencia pasé todos los meses de julio en Varadero. Recuerdo, como si fuera ayer, que entrábamos a la playa a las 9 am y no salíamos hasta la 12 m, para, después de almuerzo volver a entrar sobre las 3 pm hasta que el sol se ponía por sobre el Golfo de México. En aquella época nadie hablaba de cánceres de la piel y las cremas protectoras, hasta donde recuerdo, ni se conocían. Ir a la playa era pasarse el santo día en la playa. Y eso durante un mes.
Esas tandas de playa de aquellos tiempos, aquellas salvajadas, nunca más me las he vuelto a dar. Los lugares en donde he pasado todos mis meses de julio en los ultimos 20 años han sido siempre los mismos: Miami, Tenerife Sur o la Riviera Francesa. Es posible que los asiduos a las playas de estos lugares se pasen, como yo en mis años de Varadero, todo el día en la playa. El que ya no aguanta más de dos horas en el agua soy yo, y las pocas veces que lo he aguantado ha sido aquí, en mi playa secreta de la Riviera, en Saint-Laurent d'Eze.
Mi playa secreta hay que ganársela. Primero que todo, no aparece en los mapas generales. Segundo, la conocen solamente la gente playera de la Riviera. Tercero, hay que llevarlo todo porque no hay ni un kiosco para comprar agua ni una ducha para quitarse la arena. Cuarto (y esto es lo más importante) para llegar a ella hay que bajar por un camino de piedras que desciende desde la Baja Corniche y que, a medida que se va acercando al mar, se va pegando a un riachuelo del que se oye (como en la canción de Portabales) sólo el murmullo pues lo ocultan altas cañas que crecen en la hondura de ese barranco. Bajar no es tan complicado, pero subir ese mismo camino después del cansancio de haber estado en la playa...
Es por eso que no se va a Sain-Laurent d'Eze todos los días, ni así como así. Se requiere tener, físicamente hablando, un buen día y estar dispuesto a pasarse, si no mañana y tarde, por lo menos una de las dos en la playa. La recompensa es: un agua cristalina y fresca, un sitio con no más de 20 bañistas, un olor de resina de pino que queda impregnado en el olfato hasta que uno se acuesta, un paisaje maravilloso y ningun local comercial en todo el horizonte:

Escondido en esa vegetación se halla el camino de piedras que desde la Baja Corniche desciende hasta Saint-Laurent d'Eze.

Mi playa secreta:



Peillon, otro pueblo colgante de la Costa

Al igual que Peille, pero con dimensiones mas modestas, Peillon es otro auténtico pueblo medieval de la trastierra de la Riviera. Cuando el calor arrecia en la Costa, la gente de Mónaco y de Niza sube a Peillon a pasar el día, a almorzar y a oír el canto de los pájaros y el chirrido de las cigarras:





4 août 2010

Peille - Alpes-Maritimes

Bienvenidos a Peille, un maravilloso pueblo medieval de la trastierra de la Riviera Francesa. Peille tiene una fascinante historia que no puedo contar en estos escasos renglones. He venido a pasar en él la Fiesta anual de la Lavanda:

Peille.

Una encantadora plaza medieval en Peille con su fuente de piedra de cantería.

La encajera muestra a una muchacha los secretos de su labor. Peille. Fiesta de la Lavanda.

El herrero de Peille se luce y muestra las artes de su oficio durante la Fiesta de la Lavanda.

Los días de ferias y fiestas (como ésta de la lavanda) La Lantosque - banda de música provenzal de Peille - toca en todas las plazuelas del pueblo. Esta música tiene un aire de la country-danse del XVIII francés, de las gavotas y los minueses, por eso uno percibe notas de las habaneras del XIX cubano.

Otra banda de aires provenzales en la Place de l'Hôtel de Ville de Peille.

Peille es un pueblo de tradiciones alfareras. Por eso emergen de cada esquina ánforas que utilizan como maceteros.

Este era el Consulado de los Condes de Provenza en Peille, erigido en 1177 por Alfonso II, Rey de Aragón, Conde de Barcelona y Marqués de Provenza. La jurisdicción de Peille se extendía entonces sobra La Turbie y Mónaco.

3 août 2010

Roquebrune: balcón de los dioses... paganos

Son más los lugares maravillosos que he fotografiado que el tiempo para cargar las fotos y subirlas luego a este blog. Aquí dejo un brevísimo muestrario de Roquebrune, un pueblo de la Riviera Francesa, entre Cap-Martin y Menton para ser exactos, con un castillo medieval (del siglo X) y un olivo milenario, entre otras muchas atracciones. Pero, sobre todo, con unas vistas absolutamente espectaculares de toda la costa entre Mónaco y la frontera franco-italiana. Roquebrune que es un balcón de los dioses, pero de los paganos, que son de los que no le ponen restricción al placer:

Roquebrune, un palco de primera clase con vista al Mediterráneo azurísimo. Esta foto que tomé entre dos almenas de su castillo del siglo X habla por sí sola;

Roquebrune desde el Castillo en todo su esplendor.

Roquebrune, Côte-d'Azur.

Las calabazas de Roquebrune cuelgan.

Todo eso es un mismo árbol: el olivo milenario de Roquebrune que tiene entre 1800 y 2200 años.

Para darse un chapuzón hay que bajar estos jardines en terrazas hasta las playas de Cap-Martin y el sendero de los Aduaneros.