Entre Saint-Jean-Cap-Ferrat y Saint-Laurent-d'Eze se encuentra uno de los lugares más maravillosos (y Dios sabe cuántos aquí lo son) de la Riviera Francesa. En ese chic pueblecillo marítimo, que no por gusto se llama Beaulieu, un millonario, Théodore Reinach, arqueólogo y heredero de la fortuna de su padre banquero en París, le dio por mandar a construir una villa griega que imitara al máximo a cualquiera del periodo clásico cuya planta se leía todavía en sus ruinas de la isla de Delos. Para ello acudió a un arquitecto de buen gusto: Emmanuel Pontremoli y como no había limitaciones de gastos este ultimo le entregó, en 1908 (el año en que nació mi abuelo paterno, por cierto) esta auténtica joya de perfección y riqueza: la Villa Kerylos. Septiembre (mi mes preferido) es muy bueno para visitarla: el mogollón de shorts y chancletas ya está en otras latitudes o en la misma, pero fuera de nuestro campo visual. Hay momentos en que uno es el unico huéspeded temporal de la villa:
La Villa Kerylos
Vamos a entrar sin hacer ruido a este sitio encantado de la Riviera Francesa: la Villa Kerylos, en Beaulieu-sur-Mer.
El gallo, símbolo de la familia y la cordialidad para los griegos antiguos (y símbolo -algo trafucado ya- de nuestra amada Francia), nos da la bienvenida a Kerylos, en este mosaico del siglo II adC, hallado en la isla de Delos.
Después del gallo quién mejor que él para darnos la bienvenida a Kerylos. Esta es una reconstitución de su estatua encontrada en Latrán.
Las náyades o termas, de exquisitos mármoles de Italia y alabastro. El mejor sitio para conversar mientras se tomaba un relajante baño.
La vida de la casa se organiza alrededor del peristilo o patio central, de dimensiones perfectas, columnatas dóricas y frescos alegóricos en las paredes.
Los frescos del peristilo son de un gran refinamiento. Todos inspirados de aquellos encontrados en sitios arqueológicos griegos. Aquí, el tema de la discordia de la lira, entre Hermes y Apolo.
El techo de artesonado de la biblioteca dedicada a Palas Atenea, fue hecho con madera de limoneros y nogales.
La biblioteca atesora incunables y objetos de gran valor, todos del periodo clásico griego.
La ducha de Madame, con techo de rejillas de mármol al aire libre para disfrutar de la lluvia en caso de que lloviera y del aire puro siempre.
El triklinos o comedor. Como todos saben los griegos comían acostados o reclinados sobre la espalda. De ahí el nombre de triklinos = tres lechos, pues además el numero perfecto para comer era no más de tres personas.
Un rincón del salón principal o andron, reservado exclusivamente a los hombres.
El peristilo desde las verjas de bronce del andron.
El andron.
La villa vecina era propiedad del gran Gustave Eiffe. Asiduo al salón de los Reinach en Kerylos, Eiffel pasó todos los inviernos de su vida, a partir de 1895, en su villa de Beaulieu-sur-Mer. Aquí se entregaba a uno de sus hobbies: la meteorología:
La villa de Gustave Eiffel en Beaulieu-sur-Mer.