Una entrevista que me hace el escritor Alberto Lauro, a propósito de La gema de Cubagua y otras cosillas. Aquí:
Vivimos sobre un polvorín
31 mai 2011
29 mai 2011
Presentaciones de mi novela en España
La primera presentación:
Feria del Libro de Madrid
caseta 47 (Almario de Libros)
fecha: domingo, 5 de junio 2011
hora: a partir de las 18h 30
lugar: Parque del Buen Retiro
estaciones: Príncipe de Vergara, Ibiza o Retiro
La segunda presentación:
FNAC Callao (calle Preciados)
enlace: Agenda FNAC
presentan: Alberto Lauro y Grace Piney
fecha: lunes, 6 de junio de 2011
hora: 19h 30
La tercera presentación:
Jornada Literaria Alternativa
fecha: martes, 7 de junio de 2011
hora: 18h 30
lugar: Cuesta de Moyana
La cuarta presentación:
Casa del Libro de Valencia
fecha: viernes, 9 de junio de 2011
hora: 19h 30
lugar: Passeig Russafa, n° 11 (muy cerca de la Plaza de Toros)
enlace: Casa del Libro
Invitación a cargo de Legua Editorial:
Feria del Libro de Madrid
caseta 47 (Almario de Libros)
fecha: domingo, 5 de junio 2011
hora: a partir de las 18h 30
lugar: Parque del Buen Retiro
estaciones: Príncipe de Vergara, Ibiza o Retiro
La segunda presentación:
FNAC Callao (calle Preciados)
enlace: Agenda FNAC
presentan: Alberto Lauro y Grace Piney
fecha: lunes, 6 de junio de 2011
hora: 19h 30
La tercera presentación:
Jornada Literaria Alternativa
fecha: martes, 7 de junio de 2011
hora: 18h 30
lugar: Cuesta de Moyana
La cuarta presentación:
Casa del Libro de Valencia
fecha: viernes, 9 de junio de 2011
hora: 19h 30
lugar: Passeig Russafa, n° 11 (muy cerca de la Plaza de Toros)
enlace: Casa del Libro
Invitación a cargo de Legua Editorial:
28 mai 2011
Wendy Guerra: erotismo en SoHo
Tres cuentos eróticos, tres escritoras, en SoHo.
Pulsar: Tres escritoras con cuentos eroticos en SoHo
(tomado de SoHo.com)
Pulsar: Tres escritoras con cuentos eroticos en SoHo
(tomado de SoHo.com)
24 mai 2011
Paris vu de très haut - Montée du Sacré-Coeur de Montmartre
22 mai 2011
16 mai 2011
Nivaria Tejera / El País
Lindo texto para la escritora y amiga Nivaria Tejera en El País:
Nivaria Tejera.
Nivaria Tejera.
15 mai 2011
Cannes / hoy en El Nuevo Herald
Mi artículo de hoy en El Nuevo Herald, sobre Cannes (ahora en Festival). Fotos tomadas por mí:
Cannes, perla de la Riviera Francesa / William Navarrete.
Cannes: perla de la Riviera Francesa
William Navarrete
El Nuevo Herald, domingo 15 de mayo del 2011
Dos momentos cumbres marcan la vida de Cannes, balneario de la Riviera Francesa: la temporada veraniega de julio a agosto y el célebre Festival de Cine que, cada mes de mayo, recibe a célebres artistas y directores del séptimo arte del mundo entero sobre una Croisette -el conocido malecón de Cannes-, abarrotada de público dispuesto a no perder un sólo instante del momento en el que cada estrella sube la escalinata del Palacio del Festival. Es el llamado tapis rouge o tradicional alfombra roja con que se cubren los escalones para esta ocasión.
Sin embargo, fuera de estos dos momentos en que Cannes pierde toda intimidad e, incluso, el color local que la caracteriza, la pequeña ciudad del Mediterráneo francés ofrece un ambiente idóneo para quienes desean descansar en una aglomeración semiurbana, a orillas del mar, lejos del bullicio y del estrés de las grandes ciudades y bajo un clima que, en general, suele ser muy clemente durante casi todo el año.
Lejos parecen ahora aquellos tiempos en que el acaudalado aristócrata escocés Lord Henry Peter Brougham construyó, en 1834, la Villa Eleonore, mansión cuya atmósfera y belleza la convirtió en quimera para la alta sociedad británica. En esos tiempos, Cannes no era más que una aldea de pescadores, construida a la italiana, en lo que hoy se conoce como el barrio del Suquet, que desde lo alto de su vieja iglesia ofrece una hermosísima vista de la marina, el puerto, la bahía, la Croisette y las islas Lerins. En dicho barrio medieval, el Museo de la Castre, fundado en 1877 e instalado en las ruinas del antiguo castillo que dominaba el paisaje desde el promontorio, atesora los vestigios arqueológicos del Cannes prehistórico y muestra colecciones de pinturas y objetos de arte que trazan la historia del pueblo.
Casi al pie de la colina del Suquet, el mercado Forville, es uno de los lugares a los que se dirige la gente de Cannes para comprar legumbres, frutas y productos alimenticios típicos que los campesinos de la región venden a veces pregonándolos con ese característico acento del francés provenzal. No lejos de allí, la iglesia Nuestra Señora de la Esperanza, erigida en 1521 en estilo gótico, posee algunas importantes estatuas de madera tallada que datan de los siglos XIV al XVIII. El templo adquiere gran animación cuando, durante las Navidades, se instalan allí pesebres naturales y nacimientos.
Evidentemente, Cannes tiene también una parte más moderna, construida a finales del siglo XIX y principios del XX. Se trata de su conocido malecón o avenida marítima, popularmente llamado La Croisette. Bordea las playas a lo largo de una alameda de palmeras y exhibe la arquitectura típica de la belle époque, manifiesta en hoteles de lujo como el Majestic, el Martínez y el Carlton, este último construido en 1911 por Henri Ruhl y, cuyo arquitecto se inspiró, según la leyenda, en los senos de la célebre cortesana conocida como La Bella Otero. También se puede ver en este paseo La Malmaison, villa típica de la arquitectura doméstica de ese período, convertida en nuestros días en centro de exposiciones temporales. Al final del paseo, el Casino Palm-Beach incluye salas de juego, una discoteca y una agradable piscina.
Al igual que Niza, Cannes posee una iglesia ruso-bizantina, San Miguel Arcángel, construida por la esposa del Zar Alejandro III y cuya presencia da testimonio de un pasado en el que la nobleza blanca de Rusia veraneaba en estas playas.
Casi al pie del Suquet y antes de comenzar La Croisette, frente al Ayuntamiento y a la Alameda de la Libertad (en donde bajo frondosos plátanos los cannenses juegan a la petanque) se encuentra el viejo puerto. Llamativos yates de lujo coexisten allí con las barcas rústicas de los últimos pescadores. Desde uno de sus muelles se toma el barco que lleva a las Islas Lérins: Santa Margarita y San Honorato.
La primera de ellas es célebre por su Fuerte Real, construido bajo Richelieu y remodelado por Vauban en 1712. Una vedadera ciudadela militar con cuarteles, iglesia y otras dependencias, además de la prisión, componen el sitio. Fue en esta última donde, al parecer, vivió recluido, a partir de 1687, el mítico Prisionero de la Máscara de Hierro inmortalizado por Alexandre Dumas en una novela; por Víctor Hugo en una pieza de teatro y del que existen al menos cinco versiones cinematográficas, no pocos poemas y tratados (incluido el de Voltaire), casi todos suponiendo que se trataba de un hermano mellizo de Luis XIV. Hoy día, la prisión acoge el Museo del Mar y el resto de la isla posee agradables caminos entre pinares y hermosas playas, aisladas de todo contacto con el mundo exterior, así como de una bella vista de la isla vecina.
En cuanto a San Honorato, la segunda isla, es propiedad de los monjes (hoy cistercienses) desde que en el año 410 San Honorato de Arles desembarcara allí para construir la capilla de San Caprais. En el monasterio, los monjes viven y trabajan la viña, y cultivan sólo ocho hectáreas de tierra de donde obtienen más de 3,500 botellas de vino y gran variedad de licores. La isla posee además un fuerte en forma de torreón construido en el año 1073 por el abate Aldebert con el objetivo de proteger a la comunidad de las incursiones de los sarracenos y piratas genoveses. De hecho, esta porción de tierra fue invadida y ocupada por los españoles de 1635 a 1637. La iglesia de Lerins, data de 1875, pero absorbió en el momento de su construcción a la Capilla llamada de los Muertos, concebida en el siglo X. Una orden benedictina se instaló en dicha isla en el año 660 y se mantuvo hasta los albores de la Revolución Francesa en que el sitio fue confiscado.
Un momento capital de la estación estival de Cannes es el Festival de Fuegos Artificiales, lanzados desde el mar y en que cada año compiten diferentes países invitados a lo largo de todo el mes de agosto, rivalizando unos con otros en cuanto a calidad de pirotecnia. Los más jóvenes intentan ganar la confianza de los porteros del Baoli, la discoteca más famosa de la zona, para que los dejen entrar, después de haber tomado el aperitivo, e incluso cenado, en el restaurante Tantra, de especialidades asiáticas en versión nouvelle cuisine. Los que gustan de la cocina gourmet quedarán sorprendidos por la gran cantidad de opciones que ofrece el pueblo. La cocina italiana, japonesa, marroquí y, por supuesto, la provenzal y, en general, la francesa. Como todas las ciudades de la Riviera Francesa, Cannes también posee una trastierra en que se mezclan leyendas, sabores y olores de la antigua Provenza, lejos de toda influencia de cosmopolitismo y turismo contemporáneo. Viajar por la trastierra de Cannes es también otra opción para aquellos que crean haber agotado las posibilidades que ofrece el célebre balneario.
© 2011 El Nuevo Herald. All Rights Reserved.
http://www.elnuevoherald.com
Cannes, perla de la Riviera Francesa / William Navarrete.
Cannes: perla de la Riviera Francesa
William Navarrete
El Nuevo Herald, domingo 15 de mayo del 2011
Dos momentos cumbres marcan la vida de Cannes, balneario de la Riviera Francesa: la temporada veraniega de julio a agosto y el célebre Festival de Cine que, cada mes de mayo, recibe a célebres artistas y directores del séptimo arte del mundo entero sobre una Croisette -el conocido malecón de Cannes-, abarrotada de público dispuesto a no perder un sólo instante del momento en el que cada estrella sube la escalinata del Palacio del Festival. Es el llamado tapis rouge o tradicional alfombra roja con que se cubren los escalones para esta ocasión.
Sin embargo, fuera de estos dos momentos en que Cannes pierde toda intimidad e, incluso, el color local que la caracteriza, la pequeña ciudad del Mediterráneo francés ofrece un ambiente idóneo para quienes desean descansar en una aglomeración semiurbana, a orillas del mar, lejos del bullicio y del estrés de las grandes ciudades y bajo un clima que, en general, suele ser muy clemente durante casi todo el año.
Lejos parecen ahora aquellos tiempos en que el acaudalado aristócrata escocés Lord Henry Peter Brougham construyó, en 1834, la Villa Eleonore, mansión cuya atmósfera y belleza la convirtió en quimera para la alta sociedad británica. En esos tiempos, Cannes no era más que una aldea de pescadores, construida a la italiana, en lo que hoy se conoce como el barrio del Suquet, que desde lo alto de su vieja iglesia ofrece una hermosísima vista de la marina, el puerto, la bahía, la Croisette y las islas Lerins. En dicho barrio medieval, el Museo de la Castre, fundado en 1877 e instalado en las ruinas del antiguo castillo que dominaba el paisaje desde el promontorio, atesora los vestigios arqueológicos del Cannes prehistórico y muestra colecciones de pinturas y objetos de arte que trazan la historia del pueblo.
Casi al pie de la colina del Suquet, el mercado Forville, es uno de los lugares a los que se dirige la gente de Cannes para comprar legumbres, frutas y productos alimenticios típicos que los campesinos de la región venden a veces pregonándolos con ese característico acento del francés provenzal. No lejos de allí, la iglesia Nuestra Señora de la Esperanza, erigida en 1521 en estilo gótico, posee algunas importantes estatuas de madera tallada que datan de los siglos XIV al XVIII. El templo adquiere gran animación cuando, durante las Navidades, se instalan allí pesebres naturales y nacimientos.
Evidentemente, Cannes tiene también una parte más moderna, construida a finales del siglo XIX y principios del XX. Se trata de su conocido malecón o avenida marítima, popularmente llamado La Croisette. Bordea las playas a lo largo de una alameda de palmeras y exhibe la arquitectura típica de la belle époque, manifiesta en hoteles de lujo como el Majestic, el Martínez y el Carlton, este último construido en 1911 por Henri Ruhl y, cuyo arquitecto se inspiró, según la leyenda, en los senos de la célebre cortesana conocida como La Bella Otero. También se puede ver en este paseo La Malmaison, villa típica de la arquitectura doméstica de ese período, convertida en nuestros días en centro de exposiciones temporales. Al final del paseo, el Casino Palm-Beach incluye salas de juego, una discoteca y una agradable piscina.
Al igual que Niza, Cannes posee una iglesia ruso-bizantina, San Miguel Arcángel, construida por la esposa del Zar Alejandro III y cuya presencia da testimonio de un pasado en el que la nobleza blanca de Rusia veraneaba en estas playas.
Casi al pie del Suquet y antes de comenzar La Croisette, frente al Ayuntamiento y a la Alameda de la Libertad (en donde bajo frondosos plátanos los cannenses juegan a la petanque) se encuentra el viejo puerto. Llamativos yates de lujo coexisten allí con las barcas rústicas de los últimos pescadores. Desde uno de sus muelles se toma el barco que lleva a las Islas Lérins: Santa Margarita y San Honorato.
La primera de ellas es célebre por su Fuerte Real, construido bajo Richelieu y remodelado por Vauban en 1712. Una vedadera ciudadela militar con cuarteles, iglesia y otras dependencias, además de la prisión, componen el sitio. Fue en esta última donde, al parecer, vivió recluido, a partir de 1687, el mítico Prisionero de la Máscara de Hierro inmortalizado por Alexandre Dumas en una novela; por Víctor Hugo en una pieza de teatro y del que existen al menos cinco versiones cinematográficas, no pocos poemas y tratados (incluido el de Voltaire), casi todos suponiendo que se trataba de un hermano mellizo de Luis XIV. Hoy día, la prisión acoge el Museo del Mar y el resto de la isla posee agradables caminos entre pinares y hermosas playas, aisladas de todo contacto con el mundo exterior, así como de una bella vista de la isla vecina.
En cuanto a San Honorato, la segunda isla, es propiedad de los monjes (hoy cistercienses) desde que en el año 410 San Honorato de Arles desembarcara allí para construir la capilla de San Caprais. En el monasterio, los monjes viven y trabajan la viña, y cultivan sólo ocho hectáreas de tierra de donde obtienen más de 3,500 botellas de vino y gran variedad de licores. La isla posee además un fuerte en forma de torreón construido en el año 1073 por el abate Aldebert con el objetivo de proteger a la comunidad de las incursiones de los sarracenos y piratas genoveses. De hecho, esta porción de tierra fue invadida y ocupada por los españoles de 1635 a 1637. La iglesia de Lerins, data de 1875, pero absorbió en el momento de su construcción a la Capilla llamada de los Muertos, concebida en el siglo X. Una orden benedictina se instaló en dicha isla en el año 660 y se mantuvo hasta los albores de la Revolución Francesa en que el sitio fue confiscado.
Un momento capital de la estación estival de Cannes es el Festival de Fuegos Artificiales, lanzados desde el mar y en que cada año compiten diferentes países invitados a lo largo de todo el mes de agosto, rivalizando unos con otros en cuanto a calidad de pirotecnia. Los más jóvenes intentan ganar la confianza de los porteros del Baoli, la discoteca más famosa de la zona, para que los dejen entrar, después de haber tomado el aperitivo, e incluso cenado, en el restaurante Tantra, de especialidades asiáticas en versión nouvelle cuisine. Los que gustan de la cocina gourmet quedarán sorprendidos por la gran cantidad de opciones que ofrece el pueblo. La cocina italiana, japonesa, marroquí y, por supuesto, la provenzal y, en general, la francesa. Como todas las ciudades de la Riviera Francesa, Cannes también posee una trastierra en que se mezclan leyendas, sabores y olores de la antigua Provenza, lejos de toda influencia de cosmopolitismo y turismo contemporáneo. Viajar por la trastierra de Cannes es también otra opción para aquellos que crean haber agotado las posibilidades que ofrece el célebre balneario.
© 2011 El Nuevo Herald. All Rights Reserved.
http://www.elnuevoherald.com
9 mai 2011
Una vieja técnica / Marruecos
1- El pueblo pide democracia y medidas liberales.
(Le peuple demande la démocratie et de mesures démocratiques).
2- El Rey finge que cederá.
(Le Roi feint de ceder).
3- Una amenaza terrorista sacude el corazón turístico del país en Marraquech.
(Une attaque terroriste ébranle le coeur turistique du pays à Marrakech).
4- El Rey decide que no es el momento de ceder y hacer cambios.
(Le Roi decide que ce n'est pas le moment de ceder et faire de changements).
Algo que ya lo hemos visto los que vivimos constantemente bajo "la amenaza imperialista" y los "autoatentados".
(Quelque chose de déjà vu par ceux qui avons vecu sous "la menace impérialiste" et les "autoagressions".
De todas formas el Rey es extremadamente rico y él le da casi lo mismo que vengan o no los turistas. A él lo que le interesa es mantener a toda costa el absolutismo.
(De toutes façon le Roi est extrêmement riche et pour c'est pareil que les touristes arrivent ou pas. Lui, tout ce qu'il veut se maintenir la monarchie absolue).
Yo lo sospeché enseguida que me enteré del atentado.
(Je l'ai su aussitôt j'ai appris l'attentat).
Leer aquí: Le Monde.
(Le peuple demande la démocratie et de mesures démocratiques).
2- El Rey finge que cederá.
(Le Roi feint de ceder).
3- Una amenaza terrorista sacude el corazón turístico del país en Marraquech.
(Une attaque terroriste ébranle le coeur turistique du pays à Marrakech).
4- El Rey decide que no es el momento de ceder y hacer cambios.
(Le Roi decide que ce n'est pas le moment de ceder et faire de changements).
Algo que ya lo hemos visto los que vivimos constantemente bajo "la amenaza imperialista" y los "autoatentados".
(Quelque chose de déjà vu par ceux qui avons vecu sous "la menace impérialiste" et les "autoagressions".
De todas formas el Rey es extremadamente rico y él le da casi lo mismo que vengan o no los turistas. A él lo que le interesa es mantener a toda costa el absolutismo.
(De toutes façon le Roi est extrêmement riche et pour c'est pareil que les touristes arrivent ou pas. Lui, tout ce qu'il veut se maintenir la monarchie absolue).
Yo lo sospeché enseguida que me enteré del atentado.
(Je l'ai su aussitôt j'ai appris l'attentat).
Leer aquí: Le Monde.
7 mai 2011
Sapore di mare
2 mai 2011
Hoy en El Nuevo Herald / Alsacia
Hoy escribo en El Nuevo Herald un reportaje sobre Estrasburgo y el valle alsaciano del Rin.
Por: William Navarrete
domingo, 01 de mayo del 2011
Una frontera natural separa a Alemania de Francia: el río Rin, importante ruta comercial desde tiempos inmemoriales y razón del auge económico y artístico de todo el territorio renano, incluso en épocas tan lejanas como el Imperio Romano y, luego, el Carolingio y el Sacro Imperio Romano Germánico.
El valle alsaciano del Rin y su capital, Estrasburgo, fueron desde siempre fuentes de conflictos bélicos. En seis ocasiones la ciudad y la región circundante estuvieron bajo la égida alemana, no sólo porque su población fuera de origen germánico sino por los intereses estratégicos y económicos generados por la región. Por ello, o justamente para poner fin a siglos de disputas francogermanas, Estrasburgo fue seleccionada desde 1949 para acoger el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa. No ha de extrañarnos entonces que, a pesar del escaso interés arquitectónico del barrio en que se localizan las instituciones europeas, los guías turísticos locales prefieran comenzar el recorrido de la ciudad por esta zona altamente simbólica.
Estrasburgo se vanagloria de poseer un barrio medieval perfectamente conservado y declarado en su integridad Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de La Petite France, donde vivían y trabajaban los curtidores de pieles, pescadores y molineros de antaño. Sus viejas casas de viguería aparente, canales, puentes y esclusas hacen del barrio una Venecia en miniatura, y su carácter original y pintoresco que se haya convertido en la imagen exterior de la capital alsaciana.
La Petite France es un islote aledaño de esa isla mayor que es el barrio de la Catedral, donde se concentra la mayor parte de los monumentos de Estrasburgo. Quien dispone de poco tiempo se dirigirá inmediatamente a la gran Catedral, imponente tanto por su tamaño como por la extraordinaria profusión de esculturas que exhibe su fachada de piedra arenisca rosada. Su construcción comienza en 1176 DC y su fachada y única flecha demoraron siglo y medio en ser terminadas. Goethe (que vivió de joven en la ciudad) y Elías Canetti le dedicaron no pocos escritos. En su interior, el majestuoso rosetón es considerado el más ancho de toda Europa. Los 4,500 paneles de vitrales (muchos del siglo XIII) hacen que se le considere el conjunto más rico de Francia, después del de la Catedral de Chartres. El púlpito, del 1485, fue concebido en estilo gótico flamígero por el célebre predicador Geiler de Kaysersberg y el mueble que cubre el órgano, ricamente decorado con maderas policromadas, fabricado en 1385.
La gran atracción de la Catedral, pese al sinfín de esculturas y vitrales antiguos que atesora, sigue siendo el Gran Reloj Astronómico, obra maestra del Renacimiento, concebida en 1547 y aún en funcionamiento. Tratándose de un reloj animado, los visitantes se agolpan en la sala donde está para ver a cada cuarto de hora las figuras alegóricas de las “cuatro edades de la vida”. A cada hora en punto, cómo suena la figura que representa a la muerte, y al ángel dar vuelta a una clepsidra. A mediodía, se produce el gran desfile de los apóstoles frente a un Cristo que los bendice, un gallo que canta tres veces y el mismo Cristo bendiciendo al final a todos los que se hallan congregados delante de esta impresionante e ingeniosa pieza.
En una esquina de la Catedral se encuentra la Casa Kammerzell (1465) cuyos pisos superiores datan de fines del 1500. Se trata de un ejemplo coherente de arquitectura doméstica medieval alsaciana y hoy día acoge un restaurante de cocina tradicional especializado en la conocida choucroute alsaciana (plato de coles curtidas y hervidas con derivados del cerdo), pero en Kammerzell ha sido transformada por un acompañamiento de tres pescados diferentes.
Dos museos importantes se encuentran cerca de la Catedral: el de la Obra de Notre Dame, que atesora la mayor parte de las esculturas de la Catedral que fueron salvadas de los excesos de la Revolución Francesa y el de Bellas Artes, instalado en el Palacio del Cardenal Rohan-Soubise, elegante edificio de 1731 en donde residieron, tras su paso por Estrasburgo, desde María Antonieta, Luis XV y María Leszczynska, hasta Napoleón Bonaparte. En dicho palacio se encuentran el Museo de Artes Decorativas, el Arqueológico, y finalmente, el de Bellas Artes, en donde pueden ser admirados lienzos del Giotto, el Greco, Membling, Botticelli, Zurbarán, Watteau, Rubens, Van Dyck, Veronés, Goya, Chassériau, entre muchos otros maestros de la pintura mundial.
Podrá perderse el visitante en el laberinto de callejuelas del barrio de la Catedral. Lo mismo admirará la casa del sulfuroso conde Cagliostro (1747) en la calle de la Rape, que disfrutará de la animación de la plazuela del Marché-Gayot y de la plaza de Saint-Etienne, con sus numerosas terrazas de tabernas y restaurantes abarrotadas durante las noches veraniegas. Admirables son también las viejas casas de la Place du Marché aux Cochons de Lait (literalmente, del Mercado de Lechones o Cerdos Lechales) en donde enseñas, puertas, ventanas y techos se conservan desde finales del XVI.
La llamada Ciudad Alemana, fuera del casco histórico que acabamos de visitar, posee la mayor parte de los edificios imperiales prusianos, construidos tras la ocupación alemana de Alsacia en 1870. El Palacio Imperial (desde 1883 residencia del Káiser), la Universidad, el Teatro de la Opera, la Plaza de la República, son algunos de los monumentos de este período concebidos en ese estilo grandilocuente, grave y desalmado del Neoclasicismo imperial germánico.
Probablemente se desee conocer algo de los campos circundantes atravesados por el Rin, sus afluentes y cultivados de viñas que hacen del vino blanco de Alsacia el de mayor y merecida notoriedad en todo el mundo. Para ello es aconsejable la visita al pueblecillo de Obernai, cuyas murallas, torres defensivas, plazuelas y arquitectura doméstica gran homogeneidad, permanecen conservadas desde los siglos XV y XVI. El impresionante campanario (beffroi) data del siglo XIII y mide 60 metros de altura. Al lado, el Ayuntamiento es un excelente ejemplo de híbrido gótico y renacentista del siglo XVI. Obernai tiene también excelentes bodegas de vino local y una gama de restaurantes prestigiosos entre los que la Maison à la Cloche, frente al Ayuntamiento, no sólo posee hotel propio y se encuentra en céntrica posición, sino que ofrece especialidades regionales elaboradas a partir de productos artesanales.
Podrá también dirigirse el visitante al conocido Monte Santa Odile, el sitio de peregrinación por excelencia para todo alsaciano y el más importante del Este de Francia, a pocos kilómetros de Obernai y después de pasar la aldea de Ottrott. Allí, en lo alto de un promontorio rocoso, rodeado de bosques de coníferas, de arroyos y manantiales, la joven Odile fundó antes de morir en el 720 DC, una importante congregación católica y un convento. Venerada por sus obras pías y su ejemplar vida, Odile fue rápidamente santificada, cuanto más que según cuentan quienes desde el siglo IX escribieron su historia, cumplió milagros que en vida le valieron el reconocimiento de todos los habitantes de la región.
La visita de la basílica actual permite ver la cripta en donde se hallan los restos mortales de la venerada santa, la iglesia reconstruida en el XVII que conserva los confesionarios más bellos y mejor esculpidos de Alsacia, así como la terraza panorámica desde la cual se pueden contemplar buena parte del Valle del Rin, unas 30 aldeas del mismo y, a lo lejos, la flecha de la Catedral de Estrasburgo y la Selva Negra de Alemania. En esa misma terraza, las capillas de las Lágrimas y los Angeles atesoran mosaicos de inspiración bizantina, laminados en oro y de una exquisita factura que datan del siglo XIX. Los que desean recorren los alrededores del imponente promontorio rocoso pueden tomar los senderos que llevan al manantial de Santa Odile y también al misterioso y ancestral Muro Pagano, cuyo origen es uno de los grandes enigmas de la arquelogía europea.
Estrasburgo y su región, es, sin lugar a dudas, un viaje al corazón de la Europa en donde se entremezclaron los pueblos latinos del Mediterráneo, los anglogermánicos del Norte y los Esteuropeos. De esa mezcla resulta una historia fascinante que ejemplifica el caudal de tesoros artísticos de la región y el inagotable patrimonio gastronómico, así como la celebración de las tradiciones populares, únicas en el mundo. Alsacia, la más pequeña de las regiones francesas es, a su vez, una de las más originales y de las más grandes en riquezas y atractivos de todo el país.
Por: William Navarrete
domingo, 01 de mayo del 2011
Una frontera natural separa a Alemania de Francia: el río Rin, importante ruta comercial desde tiempos inmemoriales y razón del auge económico y artístico de todo el territorio renano, incluso en épocas tan lejanas como el Imperio Romano y, luego, el Carolingio y el Sacro Imperio Romano Germánico.
El valle alsaciano del Rin y su capital, Estrasburgo, fueron desde siempre fuentes de conflictos bélicos. En seis ocasiones la ciudad y la región circundante estuvieron bajo la égida alemana, no sólo porque su población fuera de origen germánico sino por los intereses estratégicos y económicos generados por la región. Por ello, o justamente para poner fin a siglos de disputas francogermanas, Estrasburgo fue seleccionada desde 1949 para acoger el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa. No ha de extrañarnos entonces que, a pesar del escaso interés arquitectónico del barrio en que se localizan las instituciones europeas, los guías turísticos locales prefieran comenzar el recorrido de la ciudad por esta zona altamente simbólica.
Estrasburgo se vanagloria de poseer un barrio medieval perfectamente conservado y declarado en su integridad Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Se trata de La Petite France, donde vivían y trabajaban los curtidores de pieles, pescadores y molineros de antaño. Sus viejas casas de viguería aparente, canales, puentes y esclusas hacen del barrio una Venecia en miniatura, y su carácter original y pintoresco que se haya convertido en la imagen exterior de la capital alsaciana.
La Petite France es un islote aledaño de esa isla mayor que es el barrio de la Catedral, donde se concentra la mayor parte de los monumentos de Estrasburgo. Quien dispone de poco tiempo se dirigirá inmediatamente a la gran Catedral, imponente tanto por su tamaño como por la extraordinaria profusión de esculturas que exhibe su fachada de piedra arenisca rosada. Su construcción comienza en 1176 DC y su fachada y única flecha demoraron siglo y medio en ser terminadas. Goethe (que vivió de joven en la ciudad) y Elías Canetti le dedicaron no pocos escritos. En su interior, el majestuoso rosetón es considerado el más ancho de toda Europa. Los 4,500 paneles de vitrales (muchos del siglo XIII) hacen que se le considere el conjunto más rico de Francia, después del de la Catedral de Chartres. El púlpito, del 1485, fue concebido en estilo gótico flamígero por el célebre predicador Geiler de Kaysersberg y el mueble que cubre el órgano, ricamente decorado con maderas policromadas, fabricado en 1385.
La gran atracción de la Catedral, pese al sinfín de esculturas y vitrales antiguos que atesora, sigue siendo el Gran Reloj Astronómico, obra maestra del Renacimiento, concebida en 1547 y aún en funcionamiento. Tratándose de un reloj animado, los visitantes se agolpan en la sala donde está para ver a cada cuarto de hora las figuras alegóricas de las “cuatro edades de la vida”. A cada hora en punto, cómo suena la figura que representa a la muerte, y al ángel dar vuelta a una clepsidra. A mediodía, se produce el gran desfile de los apóstoles frente a un Cristo que los bendice, un gallo que canta tres veces y el mismo Cristo bendiciendo al final a todos los que se hallan congregados delante de esta impresionante e ingeniosa pieza.
En una esquina de la Catedral se encuentra la Casa Kammerzell (1465) cuyos pisos superiores datan de fines del 1500. Se trata de un ejemplo coherente de arquitectura doméstica medieval alsaciana y hoy día acoge un restaurante de cocina tradicional especializado en la conocida choucroute alsaciana (plato de coles curtidas y hervidas con derivados del cerdo), pero en Kammerzell ha sido transformada por un acompañamiento de tres pescados diferentes.
Dos museos importantes se encuentran cerca de la Catedral: el de la Obra de Notre Dame, que atesora la mayor parte de las esculturas de la Catedral que fueron salvadas de los excesos de la Revolución Francesa y el de Bellas Artes, instalado en el Palacio del Cardenal Rohan-Soubise, elegante edificio de 1731 en donde residieron, tras su paso por Estrasburgo, desde María Antonieta, Luis XV y María Leszczynska, hasta Napoleón Bonaparte. En dicho palacio se encuentran el Museo de Artes Decorativas, el Arqueológico, y finalmente, el de Bellas Artes, en donde pueden ser admirados lienzos del Giotto, el Greco, Membling, Botticelli, Zurbarán, Watteau, Rubens, Van Dyck, Veronés, Goya, Chassériau, entre muchos otros maestros de la pintura mundial.
Podrá perderse el visitante en el laberinto de callejuelas del barrio de la Catedral. Lo mismo admirará la casa del sulfuroso conde Cagliostro (1747) en la calle de la Rape, que disfrutará de la animación de la plazuela del Marché-Gayot y de la plaza de Saint-Etienne, con sus numerosas terrazas de tabernas y restaurantes abarrotadas durante las noches veraniegas. Admirables son también las viejas casas de la Place du Marché aux Cochons de Lait (literalmente, del Mercado de Lechones o Cerdos Lechales) en donde enseñas, puertas, ventanas y techos se conservan desde finales del XVI.
La llamada Ciudad Alemana, fuera del casco histórico que acabamos de visitar, posee la mayor parte de los edificios imperiales prusianos, construidos tras la ocupación alemana de Alsacia en 1870. El Palacio Imperial (desde 1883 residencia del Káiser), la Universidad, el Teatro de la Opera, la Plaza de la República, son algunos de los monumentos de este período concebidos en ese estilo grandilocuente, grave y desalmado del Neoclasicismo imperial germánico.
Probablemente se desee conocer algo de los campos circundantes atravesados por el Rin, sus afluentes y cultivados de viñas que hacen del vino blanco de Alsacia el de mayor y merecida notoriedad en todo el mundo. Para ello es aconsejable la visita al pueblecillo de Obernai, cuyas murallas, torres defensivas, plazuelas y arquitectura doméstica gran homogeneidad, permanecen conservadas desde los siglos XV y XVI. El impresionante campanario (beffroi) data del siglo XIII y mide 60 metros de altura. Al lado, el Ayuntamiento es un excelente ejemplo de híbrido gótico y renacentista del siglo XVI. Obernai tiene también excelentes bodegas de vino local y una gama de restaurantes prestigiosos entre los que la Maison à la Cloche, frente al Ayuntamiento, no sólo posee hotel propio y se encuentra en céntrica posición, sino que ofrece especialidades regionales elaboradas a partir de productos artesanales.
Podrá también dirigirse el visitante al conocido Monte Santa Odile, el sitio de peregrinación por excelencia para todo alsaciano y el más importante del Este de Francia, a pocos kilómetros de Obernai y después de pasar la aldea de Ottrott. Allí, en lo alto de un promontorio rocoso, rodeado de bosques de coníferas, de arroyos y manantiales, la joven Odile fundó antes de morir en el 720 DC, una importante congregación católica y un convento. Venerada por sus obras pías y su ejemplar vida, Odile fue rápidamente santificada, cuanto más que según cuentan quienes desde el siglo IX escribieron su historia, cumplió milagros que en vida le valieron el reconocimiento de todos los habitantes de la región.
La visita de la basílica actual permite ver la cripta en donde se hallan los restos mortales de la venerada santa, la iglesia reconstruida en el XVII que conserva los confesionarios más bellos y mejor esculpidos de Alsacia, así como la terraza panorámica desde la cual se pueden contemplar buena parte del Valle del Rin, unas 30 aldeas del mismo y, a lo lejos, la flecha de la Catedral de Estrasburgo y la Selva Negra de Alemania. En esa misma terraza, las capillas de las Lágrimas y los Angeles atesoran mosaicos de inspiración bizantina, laminados en oro y de una exquisita factura que datan del siglo XIX. Los que desean recorren los alrededores del imponente promontorio rocoso pueden tomar los senderos que llevan al manantial de Santa Odile y también al misterioso y ancestral Muro Pagano, cuyo origen es uno de los grandes enigmas de la arquelogía europea.
Estrasburgo y su región, es, sin lugar a dudas, un viaje al corazón de la Europa en donde se entremezclaron los pueblos latinos del Mediterráneo, los anglogermánicos del Norte y los Esteuropeos. De esa mezcla resulta una historia fascinante que ejemplifica el caudal de tesoros artísticos de la región y el inagotable patrimonio gastronómico, así como la celebración de las tradiciones populares, únicas en el mundo. Alsacia, la más pequeña de las regiones francesas es, a su vez, una de las más originales y de las más grandes en riquezas y atractivos de todo el país.