28 févr. 2008

El Metro de Santo Domingo.





Encuentro la noticia en El Nuevo Herald de hoy. Nada más leer el encabezamiento del post ya sabrán mis coterráneos por dónde van mis tiros. Lógico… hace rato que lo de Cuba responde más a la inercia y ya adivinamos de antemano el flanco débil, siempre y cuando conozcamos un poco la posición del que está del otro lado del teclado. No importa. La noticia me da pie para recordar lo muy atrás que la Isla ha quedado. La prueba es que todavía se evoca el Túnel de La Habana (hecho por los franceses, por cierto) como si se tratase de la última maravilla de la Ingeniería. Un poco como si los propios franceses tuvieran que recurrir al Acueducto Romano del Pont du Gard para sentirse que en otros tiempos "fueron".
Ahora Santo Domingo inaugura su Metro. Yo siempre oí decir que el de La Habana no pudo hacerse por no sé qué dificultades del terreno, la geología y el subsuelo. Me pregunto qué gran diferencia de suelo debe haber entre la capital dominicana y La Habana, y en el caso de que la hubiera, por qué entonces no lo hicieron en Santiago de Cuba para por lo menos demostrar que son capaces de algo y, sobre todo, que han tenido una mínima voluntad en remediar el cáncer crónico que es el transporte en la Isla del Antiencanto.
Como no tengo fotos del nuevo metro de Santo Domingo me coloco en uno de mis viajes a esa fabulosa gente (pues de eso se trata más bien cuando de República Dominicana se habla). A mí me encanta Quisqueya, aunque no sé si es porque me recuerda a Oriente o si porque en mi pasaporte corre sangre francesa. En la primera imagen me crucifiqué de mentiritas en la gran tarja de la Catedral primada de América. Luego se ve la Playa de Boca Chica (el Guanabo local con todas las de la ley) con mis amigos dominicanos que son siempre como familia. Después, en la casita en que Máximo Gómez y Martí le pusieron punto final al célebre Manifiesto en Montecristi. Aprovecho para contar que Montecristi está muy pegado a la frontera norte con Haití (que atravesé y quedé puesto y convidado) y que en medio del parque central hay un estrambótico reloj de estructura metálica concebido por Gustave Eiffel. Bastante feo por cierto. El personaje que aparece a mi lado, en el umbral de la Casa Museo, es el que cuida el pequeño museo que hay en ella. La última foto deja ver a través de la puerta un semióleo pseudoacadémico que representa a Martí y a Gómez reunidos. No es nada del otro mundo pero algo es algo. En el año 2004 (fecha de la foto) el responsable de la Casa se me quejó de que no había un peso ni para cambiar la bandera cubana, raída y comida por el sol que ondea, a duras penas, en el asta del patio trasero. Me dijo que ni el gobierno dominicano ni el cubano se interesaban en esta Casa que se estaba cayendo a pedazos. También me dijo que sólo algunos cubanos de Miami, cuando pasaban por allí, le soltaban unos "chavos". Con lo cual, a buen entendedor, me "tumbó" un billete de 100 $ porque ese día tenía yo la conciencia patria en la acera de los bobos, que es, como se sabe, la del sol. Y allí el sol sobreabunda. También me dijo que descendía por no sé qué línea del holguinero Calixto García. Cuando regresé a Miami le dije a dos o tres cabecillas de dos o tres organizaciones de las que tienen fondos que hicieran algo por la Casa si querían, por lo menos, anotarse un punto. No sé si lo hicieron o continuaron con los desayunos martianos de mantequilla con pan y las vigilias a Cachita-la-Sorda cerca del Mercy Hospital.
Nada, que por lo que se lee en la noticia del Herald, la oposición achaca al Presidente dominicano los gastos del metro en un período tan difícil. (Esto de "difícil" debe ser una burla porque quienes conocen bien Santo Domingo saben también muy bien cómo ha sido y sigue siendo aquello). En todo caso, a mí me hubiera encantado que la "oposición nunca reconocida ni legalizada de Cuba" se quejara de los gastos de la Casa Real cubana en la construcción del Metro de La Habana.

24 févr. 2008

Sottoportegos, amigos, poesía…


Dejo atrás Bolonia. Regreso a París. Me encuentro con Ladislao Aguado (de la revista Otro Lunes) en un restaurante marroquí. Se habla de literatura y de sabores bereberes. Ceno en casa de José y Chantal Triana junto a Regina Maestri, Regina Ávila y Tania Galindo. Descubro un maravilloso libro que Iván González Cruz hizo sobre Lezama a partir de cartas que el inquilino de Trocadero 162 recibiera de parte de sus amigos. Me emociona ver entre las manuscritas en facsímiles una que le escribiera Chantal Triana, de caligrafía y cariño exquisitos. Pepe es responsable del mejor flan de limón que mi memoria recuerda. Tengo el buzón electrónico invadido. Un tal Aurelio No Sé Qué se ha dado gusto mandando emilios absurdos de una abracadabrante postulación como delegado de Diez de Octubre y Presidente de Cuba… desde Miami. El tipo tiene todas las de un choteador del peor gusto, pero lo malo es que el tingladito que se montó se lo toma en serio. Presiento que no es el único que ha perdido el tino en estos tiempos.

23 févr. 2008

Il figlio di… Ferrara


Ahí tienen la estatua del hijo ilustre de Ferrara. Dictadores y desquiciados también tienen derecho – parece – a los pedestales.
Queda el consuelo de lo que versa en uno de los paneles del zócalo:
"A Girolamo Savonarola
in tempi corroti e servili
dei vizi e dei tiranni
flagellatore".

20 févr. 2008

Primero se caen las torres


No se cayó. Ni lo cayeron. La verdad es que no sé para qué sirve toda esa retahíla de orishas, cazuelas, danzas rituales y todo el abigarrado panteón sincrético cubano de espiritismo, magia negra, santos apostólicos y hasta almas chinas en pena. Porque, después de todo, tras casi 50 años de mangoneo y humillación (caso único en el continente americano y única cosa de la que sí podríamos jactarnos) merecíamos (?) otro final. La única caída que padeció no pasó de un traspiés público en Santa Clara. Por eso, la noticia no me da ni frío ni calor. Vamos, que yo esperaba, como esperaron mis antepasados en la Isla, el grito de júbilo callejero, tan cubano, de se cayó Fulano. Pero ni eso. Se retira muy campante y si así lo decide y hace es porque sabe que ni siquiera necesita de la inmunidad presidencial que lo ampare en cualquier querella judicial que le monten por su larga lista de crímenes, atropellos e ignominia. Quiere esto decir que no hay nada que podamos hacer para que pague el daño. El terrible daño. El doloroso daño. La frustración de miles y miles de cubanos que han visto a los suyos morir lejos, morir humillados y, para colmos, morir como perros y gatos. Por eso prefiero el silencio. Me siento más digno en el silencio. Porque una vez más la burla nos acecha. Retirarse después de 48 años de poder deleznable lo dignifica ante los ojos del mundo. Es su mejor coartada. Para que digan: "¡mira qué juicioso!, ¡qué comprensivo y generoso!" "¡Miren qué bien, qué magnánimo, él que hubiera podido pagarse el mismo lujo que Franco!" Y una vez más el mundo encontrará pretextos para ensalzarlo, ese mismo mundo que ya lo dignificaba desde antes, aunque se pavoneara revólver en mano y látigo en alto sembrando la discordia en todas partes. ¿Alguien puede citarme tan siquiera un sólo "politólogo" cubano – de esos dados a cacarear hasta el más mínimo frente frío–, que haya previsto semejante desenlace? ¿Alguien dijo: "terminará retirándose"? No recuerdo absolutamente a nadie. Contrariamente, sí recuerdo y mucho la frase contraria: "ése se muere en el poder". O sea, que ni para predecir se ha sido bueno.
Así que no veo con claridad qué es lo yo pudiera festejar. Más posibilidades de caerse tienen esas torres que acabo de retratar en Bolonia que los cubanos de esperar que el destino nos haga justicia. Y lo peor: desde que supe de su jubilación me aturde la manida frase esa de que "cada pueblo tiene lo que se merece". Nosotros, tal parece, merecemos todavía más escarnio. Porque al parecer también debe ser cierto aquello de que casi siempre pagan justos por pecadores.

Del brazo largo de Miguel Ángel



A la manera socarrona de otros tiempos… Esta pareja de ángeles custodia, desde ambos lados, la majestuosa arca de San Domenico (Santo Domingo) en la basílica de Bolonia consagrada en honor del fundador de la orden de los dominicos. El "arca" había sido concebida por Nicola Pisano y Arnolfo di Cambio desde 1267, pero colaboraron sucesivamente en los añadidos escultóricos Niccolo dell'Arca (o de Bari) y el joven Miguel Ángel Buonarroti (en 1494, con 19 años) que será quien pondrá el punto final a los tres siglos de realización de este monumento.
Miguel Ángel Buonarroti llega a Bolonia como exiliado, el mismo año de la muerte de Niccolo dell'Arca, huyendo de la amenaza que constituían las prédicas moralizadoras del monje Savonarola. Habrá que recordar que el furibundo personajillo había logrado usurpar el poder republicano a los Médicis y que Miguel Ángel era ya en esa época un protegido de la principal familia de Florencia para la que Ludovico, su padre, trabajaba desde hacía tiempo. Una vez en Bolonia – donde sólo residió un año – el artista se colocó bajo la protección de Gianfranco Aldovandri quien le encargó que terminara las estatuillas que faltaban a la decoración de la famosa tumba llamada Arca de Niccolo.
El primer ángel con candelabro es el de Miguel Ángel. Bajo el drapeado exquisito se adivina la poderosa musculatura de brazos, piernas y cuello. Incluso las alas (si se les compara con las de su compañero) revelan el desparpajo de su masculinidad. Me imagino que debajo del pretexto angelical del muchacho se esconde el cuerpo de algún obrerillo bolonés, de aquellos que desde muy temprana edad andaban dando pico y pala en las obras (siempre por acabar o remodelar), del enorme poderío papal en la península itálica. Estamos ante el preludio de la futura profusión de músculos característica de los cuerpos pintados o esculpidos por el maestro del Cinquecento. El segundo ángel, el de Niccolo dell'Arca parece una niñita aplicada. A diferencia del "ángel macho" sostiene a duras penas el candelabro. Ni siquiera lo coge por debajo sino que apoya su base contra el cuerpo por miedo a que resbale de sus manos. Su cuello y rostro amanerados contrastan visiblemente con la energía que se desprende de su pareja. Inmediatamente sabemos quién domina a quien… en el cielo.

En la tercera imagen que coloco aquí se ve la estatuilla de San Próculo, mártir de Bolonia y santo poco conocido, que esculpió Miguel Ángel para dicho monumento funerario. La misma sensación de temeridad viril, en contraste con las restantes figuras del arca, sobresale de esta estatuilla de apenas 65 cms. La fiereza del rostro no encaja con ningún episodio de la vida del mártir. Una absoluta libertad guiaba entonces cincel y pincel. Siempre me ha parecido admirable que artistas del Renacimiento como Miguel Ángel se burlaran de los prelados de la cruz ofreciéndoles apetitosas carnes a cambio del dinero con que la propia Iglesia les pagaba. Dinero que los ministros de la cruz chupaban al rebaño de corderos que al final costeaba, sin imaginarlo siquiera, los delirios sublimes de estos artistas por medio de la opresión eclesiástica. Por eso cuando leo y veo muchas de las boberías eróticas (en general de lamentable gusto) de nuestro tiempo me pregunto si nuestros contemporáneos pueden ver, y sobre todo sentir, más allá de sus acolchonaditas camas, planchaditas sábanas y facilona guanajera.
N/ Fotos tomadas por mí mismo (17 de febrero 2008 en Bolonia).

19 févr. 2008

Escaleras al cielo


Esta es la escalera que conduce de la planta baja al primo piano del Palazzo d'Accursio (o Comunale) de Bolonia. Una prueba más de que lo que tenía "swing" en la época era no subir escalones y sí vivir lo más pegado posible a la planta baja. Por eso los pobres se iban para las buhardillas de París. Pero, no vean lo que cuesta ahora un ático. La escalera que ven fue concebida de esta forma para que pudiera ser subida por caballos y coches. En todo caso subirla a pie cansa más de este modo pues da la impresión de una cuesta sin llegar realmente a serlo. El edificio en cuestión data del siglo XIII. A partir del XIV los Papas lo ocuparon. El 24 de febrero de 1530, en la sala Farnese (mandada a construir por el cardenal Girolamo Farnese) se coronó a Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico de manos del Papa Clemente VII ("prima volta" que un Papa coronara a un emperador del prestigioso Imperio). La corona que le pusieron a Carlos V en la sala de este Palacio fue la de hierro, llamada Corona de los Lombardos, traída desde la Catedral de Monza. No sé si el ya Rey de España subió a pie la escalera. En alguna novela (de la que he olvidado título y autor) leí, hace tiempo, una magnífica descripción del día de esta coronación. La otra corona, la de oro (Corona de los Césares), se la pusieron en seguida, en la Catedral San Petronio (o Duomo de Bolonia, en frente).

Neptuno de vuelta y vuelta…






Anunció la meteo de la RAI-1 que han mejorado el servicio internet. Por otra parte, la camarera peruana del Royal Carlton de Bolonia, donde me alojo, me da la noticia. No pienso, bajo ningún concepto, interrumpir mi delicioso viaje por el Quattro y el Cinquecento emilioromano porque el Otro, al cabo de 48 años de cagazón y vomitaderas, venga con esos cantitos de manatí o vaca marina con estribillo de que se retira. Mejor vuelvo a lo del Neptuno de Juan de Bolonia pues ayer se quedó esperándome. Aquí lo muestro desde diferentes ángulos. Un poco pensando en aquello de "date la media vuelta, date la vuelta entera, etc… y dame un besito que sea de tu boca". Se entiende por qué al Papa, los papistas y los representantes de todo ese atraso, les molestó tanto su desnudez. Y es que casi se alcanza el cielo entre sus fornidas piernas y por donde quiera que se le mire destila erotismo. Los fisiculturistas y versiones contemporáneas de "la esteroidehinchazón Made in South Beach" palidecerán de envidia. "Claro, es una estatua" – me dirán para consolarse. "Sí, pero con un modelo de verdad que posó de día y se reposó de noche para y con el Juancho boloñino" – les respondo para que sufran. En la última foto Neptuno ha orinado una luna llena. Luego anocheció y nadie supo quién se la robó. Le pregunté a unos maghrebíes que no se desprendían del borde de la fuente… y se rieron.

18 févr. 2008

Oggi a Ferrara


Salutti tutti. Oggi a Ferrara, domani a Modena. Aquí, delante del Castello Estense, feudo de la familia d'Este. Aquí decapitaron a los amantes Ugo y Parisina (desempolven a Lord Byron). Los D'Este eran los podestá de la ciudad y a ellos les debe Ferrara los palacios y la extraordinaria decoración del Doumo. Reinaron en la ciudad del siglo XIII al XVI. Si Dante los colocó en el Infierno ya deben imaginarse lo "buena gente" que eran. En Ferrara esta también la tumba de Lucrecia Borgia, y por si fuera poco fue la ciudad natal del loco fuera de serie de Savonarola. Cosa curiosa, en la plazuela que lleva su nombre hay una estatua del peligroso monje y tirano de Florencia. Para que no hubiera protestas hay una inscripción que aclara que fue un tirano despótico. A mi regreso a París, con más tiempo, les pongo la estatua y otras imágenes maravillosas de este viaje por la Emilia Romagna.

17 févr. 2008

Tanti salutti da Bologna



Saludos a todos desde Bologna, capital de la Emilia Romagna. Desde marzo de 1994 no había vuelto a esta maravillosa ciudad.
Primera pausa: el célebre Neptuno de Juan de Bolonia. Durante mucho tiempo el vigoroso desnudo tuvo unos pantaloncillos de bronce que le encasquetaron, hasta que la Iglesia, el Papa y la Madre de los Tomates decidió que ya no atentaba contra la moral y la decencia. Observen, tras cliquear sobre la foto, el micropipi del Neptuno y entenderán que algún Papa se lo cogió muy a pecho porque le traía el recuerdo (digo yo) del sinsabor del propio. O a menos que haya sido por el pomposo trasero o por las féminas que se aprietan los senos como mangos, para sacar de ellos la máxima fecundidad. He hecho una serie de fotos del cuerpazo del amenazador portador del tridente que les colocaré a mi regreso a París. Pues de veras el internet en Italia es un "disgrazzamento" (diriamos en itañol de Cuba). O la conexión se cae, o simplemente es inexistente. Luego les cuento del ángel-"obrero de la construcción" de Miguel Ángel (en la Basílica de S. Domenico), de la "Santa Cecila" de Rafael y de otras maravillas. Y, por favor, no me aconsejen que coma "pastas a la bolognesa" porque ese plato lo inventaron los italianos expatriados y aquí, en Bologna, ni siquiera saben que existe.
Pausa en medio de camino Y en la segunda foto tienen uno de los efectos nefastos de la globalización. En medio de la magnífica Piazza Maggiore de Bologna, ese timbiriche musical de cantantes de Huapatamac Inka Tupi o Guarever se la pasó tocando sus tristísimos y archiaburridísimos ritmos toda la santa tarde. De modo que hube de gozar del Neptuno con música serrana del Cuzco como telón de fondo y otras acrobacias en mi campo visual tales como una danza a algún Dios de los Papeles Migratorios que imitaba de maravillas a aquellas del Sol o de los Sacrificios de otros tiempos. A mi regreso de la Pinacoteca Nacional, horas después, los aguerridos Hijos del Sol y de la Luna, sin aire pero con mucha perseverancia, seguían invocando al Dios Migratorio con las flautillas tradicionales. Entiendo por qué mi amigo Francesco viaja con el I-pod y le pone madrigales renacentistas para oírlos mientras visita la Italia del Medioevo. ¡Qué pena que no me encontré a un altermundialista de esos que amenazan con quemar los MacDonalds! Lo hubiera amarrado a la fuente de Neptuno, sin la opción del I-pop globalizador y con un tapón en la boca, en cambio, para que tuviera que meterse sin chistar al grupito pseudo-Inca, durante toda esta tarde de domingo.

11 févr. 2008

Nivaria Tejera en New York y un acróstico de José Triana

El Hunter College-CUNY de Nueva York organiza entre el 5, 6 y 7 de marzo próximos un evento literario en torno a la vida y obra de la escritora cubana exiliada desde 1965 en París, Nivaria Tejera: Canary Islands, Cuba, France: Nivaria Tejera's Literary Exiles. En el evento, patrocinado por New York Council for the Humanities, expondrán sus estudios sobre la escritora muchos académicos y escritores.

Les pongo la portada de su célebre novela El barranco , recientemente publicada por SUNY Press (New York) y un acróstico que acaba de dedicarle otro gran escritor cubano de París: José Triana.

Nivaria Tejera (por José Triana)

Nervio y sangre el poema que reta el tiempo
-Insistió bajo una sombrilla azul-,
Verso entre verso se acuna el misterio,
Avistando el dolor de las preguntas,
Robándole a los dioses qué poliedros
Inmersos en la incoherente nostalgia,
Ardidos como incienso de liturgia.

Terciaba más tarde en la amplia piscina,
Elucidando estrofas de Lezama
Junto al París de ensueño de Vallejo.
-Entre usted despacio y reflexione:
Raras veces se engaña el que ama a fondo.
Árido el hombre que desprecia el poema.

☛Canary Islands, Cuba, France: Nivaria Tejera's Literary Exile
Hunter College-CUNY
Lexington Avenue and 68 Street
Room B 126 West Building.
New York City.

10 févr. 2008

Prólogo de La canopea del Louvre


Este es el prólogo de Ramón para nuestro libro La Canopea del Louvre. Muchos me han pedido el libro y otros fragmentos del libro. En lo que preparo el correos para enviarlo voy adelantándoles el prólogo.

Dos criollos ante la esfinge
Europa y su cultura, como todo, tiene su adentro y su afuera. La idea que nos hacemos de ellas depende de la perspectiva particular desde dónde nos fue dado percibirlas. El Caribe, o Mediterráneo americano, ha sido, como el Mediterráneo europeo, el sitio donde han convergido varias civilizaciones a través de los siglos desde que el hombre comenzó a ocupar esas innumerables islas, golfos, istmos, mares y recovecos costeros que lo conforman. Tierras calientes y mesetas, altos páramos y manglares inextricables, selvas perfumadas donde resonaba el rugido del divino puma y centelleaban las raras plumas del quetzal. Por este paisaje exhuberante, desbordante de bellezas y terrores, que con la frecuente erupción de los numerosos volcanes levantaba o hundía las sinuosas costas con indiferente majestuosidad, el hombre fue poco a poco y en oleadas sucesivas intentando establecer su improbable existencia, su intrínseca fragilidad existencial.

Cuando sobrevino la sorprendente conquista de este mundo incomparable por la corona española, la dominación nominal de un emperador lejanísimo, un flamenco encaramado por la alquimia de las alianzas interesadas de las familias reinantes del continente europeo en el trono del gobierno más extendido que hasta entonces se había dado sobre la superficie de nuestro planeta, pasó casi totalmente desapercibida por los diversos pueblos que ya vivían dispersos por esas tierras benditas por la naturaleza. Excepto, naturalmente, por aquéllos que se toparon de frente con los rústicos extremeños armados de relucientes armaduras y blandiendo persuasivas espadas de refulgente acero.

El Amor hizo el resto y con el paso de las estaciones de huracanes y el desamparo, fuimos apareciendo a la luz equinoccial de nuestras respectivas tierras de nacimiento, los criollos, una raza nueva compuesta por todos los nacidos en América, puesto que así, arbitrariamente, le pusieron por nombre al nuevo continente los desaforados conquistadores y los funcionarios atrabiliarios del aparato imperial más torpe que haya habido en la historia de la administración de Estado alguno en lo que va de historia.

Desde entonces, hace apenas quinientos años, y cualquiera que sea la mezcla de razas que ya llevemos en nuestras venas, un lazo de identidad indeleble nos ata a los europeos. Por la misma sangre, por la misma lengua, las mismas religiones, las costumbres y culturas que entraron en la composición de nuestra conglomerada naturaleza, pero una diferencia fundamental nos separará siempre: "que no en vano entre Cuba y España tiende inmensas sus olas el mar", como tan bien supo expresarlo José María Heredia.

Todo esto va para poner en claro que nuestra mirada, simultáneamente exterior y familiar, y nuestra misma comprensión de los conceptos, principios y artes que nos fueron inculcados por nuestra metrópolis no pueden ser los mismos que los de un europeo nato, enraizado en su propia tierra donde dos o tres milenios de estructuración social y política han logrado que se cosechen los abundantes frutos de tanto ingenio y esfuerzo humano invertido en ello.

No soy el único oriundo de la Isla de Cuba que siendo aún niño se aventuró a leer La Ilíada y cuya interpretación de los hechos allí referidos fuera parasitada por perplejidades y paradójicas confusiones que el hiato entre lenguaje local y castellano correcto nos provocaba causándonos inquietantes espejismos y frecuentes interpretaciones fantasiosas que de cierta manera enriquecían el texto pero que de manera no menos cierta lo condicionaban en nuestras mentes, dándole un color y sabor particular. La lectura que para un peninsular no presenta más que los equívocos naturales a la interpretación de tan antigua leyenda, para un cubano resulta plagada de ambigüedades.

Al leer que aquellos valerosos guerreros se cobijaban a la sombra de los frondosos plátanos al criollo le resultaba inverosímil que siendo el bananero que nosotros llamamos "mata de plátanos" árbol que tan poca sombra ofrece por lo modesto de su tamaño y la particular disposición de sus amplias pero bien separadas y no muy numerosas hojas, pudiese servirle de cobija al guerrero contra los rayos del sol.

Y sucedía igual al leer que en sus frecuentes banquetes aquellos guerreros comían sabrosas viandas, que en nuestro lenguaje quería decir que se trataba de malangas, yucas, boniatos, ñames, quimbombós, y todas esas raíces y verduras que en efecto son muy sabrosas a nuestro paladar y que nosotros englobamos bajo esa definición, pero que no tienen nada que ver con las carnes a las que el texto original se refería.

En mi caso el malentendido se agravaba por el hecho anecdótico de que en mi barrio de La Víbora había dos jóvenes mellizas mulaticas, muy rafistoleras y pizpiretas que habían recibido por nombre bautismal los de Briseida y Criseida que en el libro de marras fueron las dos famosas prisioneras cuya atribución como botín de guerra en beneficio a otro guerrero aqueo provocó la terrible cólera de Aquiles que constituye justamente el tema de tan prestigioso libro. Peor aún, Ulises, antes de haber leído La Ilíada, era para mí un vecino negro un poco mayor que yo y muy delgado, que sufría a diario porque sus nalgas y piernas muy elegantes pero excesivamente largas y fibrosas no correspondían con el canon de belleza que los folletos de ejercicios de Charles Atlas, que circulaban entre los adolescentes deseosos de mejorar su apariencia atlética en mi vecindario, nos presentaban como ideal de cuerpo masculino. Esto me obligaba a hacer el esfuerzo de no pensar en el negro Ulises, tan desnalgado y desgarbado, cuando leía las portentosas empresas en las que se involucraba su ilustre e ingenioso homónimo de veinticinco siglos atrás. Algo de la apariencia del negro Ulises quedaba siempre inevitablemente adherida a la imagen que yo me hacía del héroe aqueo, como la que me hacía de Briseida y Criseida cuando era cuestión de la guerra de Troya.

Alejo Carpentier relata en El reino de este mundo cómo una esclava haitiana se escandalizó cuando su ama que había sido en París famosa actriz del Teatro Francés antes de casarse con un rico terrateniente establecido en esa vecina colonia, reunió a altas horas de la noche a su dotacion para declamarle los admirables versos de la Fedra de Racine e intentar disipar, en su atormentado insomnio, su nostalgia de París y su fatal aburrimiento, en la ociosa vida que llevaba en esa opulenta plantación insular, propiedad de su marido. Con su poco francés la negra había logrado entender que esa señora, quien para ella seguía siendo su ama y no una dama de la nobleza de un reino de la antigua Grecia, estaba enamorada de su propio hijo y un no sé qué de amores monstruosos entre un toro y su propia madre y de caballos surgiendo de las olas y otras tantas cosas extravagantes que la dejaron totalmente confundida.

No muy diferentemente quedé yo mismo cuando entré por vez primera al gran salón que albergaba por aquel entonces la serie de pinturas que Rubens había dedicado al casamiento de María de Médicis con un Rey de Francia. En efecto, en una de esas enormes pinturas aparecía un cardenal llevando consigo a un joven rubio y muy hermoso, totalmente desnudo, para presentarlo a otro prelado de su mismo rango que lo recibía con mucho agrado. Ignorando totalmente las complicadas referencias a la política de ese reinado en el que fueron parte de la propaganda estatal contingente, para alguien venido de tierras más interesadas por todo tipo de satisfacciones sensuales y formado en la cultura de la picaresca que era vigente en España cuando de poblar sus recientes colonias se trató, aquella escena era, evidentemente, un contubernio entre estos dos prelados de la Santa Madre Iglesia, que ya de por sí el pueblo para su fuero interior sospechó, desde siempre, que acogía a homosexuales tapiñados a causa del forzado celibato. Sospecha que en nuestra época de prensa que goza de vertiginosa libertad de expresión y beneficiada por la disolución feliz y definitiva de la Santa Hermandad que encubría todos los abusos de esta vetusta institución religiosa, se confirma tan constantemente con los innumerables casos que surgen a la luz pública para mayor alegría de sus numerosos enemigos.

Para mí no había otra manera pues de entender aquella escena: los dos cardenales se estaban regalando al mancebo con intenciones galantes y probablemente con venales intereses mediando, porque andar encueros por la vida siempre fue signo de serias necesidades materiales del que así en pelotas se enfrentaba al mundo de los pudientes de los que estos rozagantes cardenales mostraban ser ejemplo encantador.

Me llevó mucho tiempo enterarme del presunto tema de tan ambigua alegoría, y por otra parte, el saber esos pormenores históricos no añadió nada para resolver el jeroglífico o charada que para mí dejaba traslucir esa escena inventada por Rubens. ¿Cuáles habrían sido finalmente las verdaderas intenciones de los que encargaron el cuadro? Es imposible dejar de pensar mal viendo tal equívoca escena. Por muy apasionado del Poder que uno fuese, el contenido erótico de tal composición no podría pasar desapercibido. Detrás del carnaval del Poder hay un misterio mayor que subyace y dispara la invención de un artista como Rubens, sabio catador de carnes sabrosas y epidermis lechosas de señoronas flamencas bien envuelticas en mantecosa sensualidad. A mí que no vinieran a contarme que el tema de ese cuadro no era esa cundanguería apenas disimulada con la que Rubens había querido halagar a algún poderoso bugarrón que le encargó el cuadro, porque nunca me lo iba a creer.

Muchos otros ejemplos pudiera seguir ofreciendo para ilustrar lo que me interesa demostrar, y que es el infinito placer que el ejercicio juguetón de la polisemia galopante provoca en aquellos felices y despreocupados espectadores que tienen la suerte de poder entrar a disfrutar de las pinturas en el Museo del Louvre ignorando las vanas pretensiones de los funcionarios de ministerios de gobiernos hace mucho tiempo ya desvanecidos en la bruma del pasado. Pero huelga llover sobre mojado, porque lo que nos queda realmente de toda esa hipocresía prudente – no olvidemos que La Rochefoucault definió a la hipocresía como el homenaje que el vicio rinde a la virtud –, es la cosecha ubérrima de los múltiples sentidos libidinales de nuestra fantasía y el arbitrario disfrute de la cosa pintada: ese capricho estético y sublime de los discípulos de Epicuro que siempre nosotros, los malditos criollos, seremos en el fondo de nuestras versátiles naturalezas.

El hecho de que las cosas sean lo que nos imaginamos que son, y no algo con sentido intrínsecamente definido en sí mismas, nos resulta tan evidente como que la importancia que estas cosas tienen es exactamente, ni más ni menos, que la que nosotros mismos, con nuestro bagaje cultural particular, nos complace darles.

Las fuentes literarias como Las Metamorfosis de Ovidio y la Leyenda dorada, así como los Evangelios y La vida de los doce Césares y otras fuentes históricas de la Antigüedad, nutrieron la imaginacion de los artistas europeos después del Renacimiento. Estos ingeniosos artistas y artesanos vistieron con sus elaborados inventos a las noblezas que los empleaban rindiéndolas finalmente prestigiosas con sus obras de arte.

Fue arte de calamar echando su tinta para enturbiar las aguas mentales y ocultar la fuerza bruta y las injusticias de la estratificación social del Antiguo Régimen que estaba en la base del abusivo contrato social de entonces. La cogioca catolicona invirtió parte de lo que le sacaba a sus feligreses en embelesarlos ofreciéndoles vírgenes adorables y presepios suntuosos en los que sublimar sus necesidades a través de la delectación estética, que es patrimonio común a todos los mortales, pobres o ricos, ignorantes o eruditos.

Cuando el Caribe empezó a vivir bajo la influencia cultural europea se pobló de náyades, hamadríades, sátiros, faunos, centauros, grifos, y dioses y diosas mucho más antropomórficos que los que los naturales de estas ínsulas y tierras firmes solían, previamente, inventar para sus cultos en los que a su vez el cuerpo carnal de los creyentes era parte integrante de las ofrendas que exigían las entidades tutelares de los imperios mesoamericanos. La carne era para ellos cosa literal: carne viva en sangre y humores, descuartizada sobre los teocalis. La masacre era parte de los cultos practicados antes de que llegaran los abanderados de la cruz a cometer otros desmanes, menos horrendos, aunque no menos inhumanos. A los santos que devoraban gente sucedieron santos que los mantuvieron sujetos a unos amos que no supieron darles ni una vida decente ni una visión coherente y racionalmente satisfactoria de sus vidas.

Hubo una interesante inversión en la relación de fuerza entre el Dios, o los Dioses, y la carne humana. Huitzilopochtli devoraba el corazón de los prisioneros que el aparato imperial azteca le ofrecía. A Jesús, o la Santísima Trinidad, o la Virgen María — en el catolicismo español no queda muy claro ni a derechas quién gobierna finalmente el Cielo —, se le ofrecieron desde el momento de la conquista, y en adelante, sólo cuerpos pintados exquisitamente sobre lienzos, expuestos por todas las paredes de las iglesias americanas. Además, los fieles se podían comer literalmente a Dios según rezaba el embeleco de la Transubstanciación del pan en cuerpo de Cristo en el momento de la consagración de la hostia. Algo con lo que, junto con la virginidad de María, la resurrección de la carne y otras finezas de ese cariz pseudofilosófico, el Vaticano se dio a la tarea de intentar tupir para siempre la inteligencia humana y hacer que los pueblos olvidasen el precioso legado de la filosofía helénica mientras su poder secular duró en Europa.

Después de la invasión europea y bajo la influencia de la irracionalidad de los dogmas católicos fue el espacio mental el que se llenó de cuerpos fantásticos, de síntesis de diversas bestias y de bestias y hombres entreverados. Los hombres alados cubrieron los cielos rasos de las iglesias. Que cada casta sacerdotal se da mucha maña para inventar un nuevo mundo de formas con qué embobecer a sus incautos creyentes y ponerlos a trabajar mansamente en su provecho. Y ésta no se quedó atrás en el arte de inventar graciosas patrañas y mitologías útiles para su gobierno. Y todas esas maravillas creadas por los pintores y escultores por virtud de la vanidad y avaricia real se fue acumulando en palacios, iglesias y conventos, esperando el momento en el que la Revolución Francesa diera libre acceso al hasta entonces inculto pueblo al usufructo de ese precioso acervo celosamente guardado hasta entonces por unos cuantos para su propio beneficio y deleite.

Y detrás de ese bajo pueblo autóctono llegamos nosotros, los criollos, desde nuestras lejanas tierras, con los ojos llenos de otros paisajes, más incultos aún que los menesterosos de Europa, y por lo tanto, mucho más libres para interpretar a nuestra guisa todas aquellas ficciones cuyas verdaderas intenciones propagandísticas ya a nadie incumbían y en la inmensa mayoría de los casos ni interés despertaban.

Esa carga fantasmagórica de la historia llegó a agobiar a los inquietos espíritus de los artistas de los comienzos del siglo XX. La revolución estética del vanguardismo se rebeló contra lo que ellos interpretaban que era la causa de la terrible Primera Guerra Mundial: esa sociedad burguesa heredera del Antiguo Régimen, arrogantemente triunfante después de las masacres con las que reprimieron a la Comuna. Los artistas dadaístas y surrealistas intentaron hacer tábula rasa y recomenzar de nuevo la historia del arte a ver si con ello se exorcizaba la terrible marcha hacia la violencia que el Poder de los Estados Nacionales terminó por provocar a todo lo ancho del continente durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, durante las que el fascismo, el comunismo y la democracia se repartieron por mucho tiempo el orbe en espectacular zafarrancho de rapiña y aún más sangrientos y destructivos combates.

Los criollos vimos todo eso producirse de lejos, con algunas salpicaduras, pero nunca sentimos verdaderamente ningún deseo de hacer tábula rasa del pasado. Nuestro pasado era un vacío formal, una nada después de la irrupción de los blancos sobre toda la extensión del Nuevo Mundo. Fuimos espectadores interesados pero finalmente ajenos a la hecatombe de toda una civilización que nos había dado origen. ¿Por qué habríamos de querer borrar el pasado nosotros que tan poco pasado teníamos?

En Europa a fuerza de revestir con obras de arte el origen violento de todas sus dinastías y hasta de sus Repúblicas el pasado quedó disimulado y hasta se volvió prestigioso. Nosotros, los de América, soportamos nuevos ricos y recién encumbrados caudillos desnudos, encueros y en pelotas, tal como en el viejo continente los hubiera hace mil o dos mil años, antes de que cubrieran a las todavía reinantes familias europeas con el oropel que el talento de las innumerables generaciones de artistas logró darles.

Nosotros, los de América, aún soñamos con seres fantásticos en la duermevela de nuestra perezosa cotidianeidad, cuando los europeos ya se han despertado y dado cuenta de la farsa. No sólo la religión sino las artes son un delicioso opio que hoy, gracias a la democracia, queda al libre arbitrio de cada individuo para su difrute. Hoy ya sin ningún debido respeto ni estudios especializados, ni don particular.

Descaradamente. Por cuenta propia y sin la más mínima responsabilidad. Juguetes nuestros son los cuentos y los simulacros, las estatuas y los lienzos de los que están repletos los Museos europeos. Para inventar en nuestro goce y beneficio, con todos ellos, nuestro propio mundo de recién llegados a esta prodigiosa caverna de Alí Babá, desbordante de tesoros ajenos que por ventura pueden ser ahora nuestro regalo y diversión.

Es un hecho que el arte es comunicación libre, intercambio, y que es natural que el pueblo que sobreabunda de talento sea pillado por aquel que no ha tenido la ventura de haber sido tan ricamente dotado por la madre Naturaleza. La propiedad de las obras de arte es una de las tantas falacias que envenenan nuestra concepción de la cultura. El arte pertenece a aquel que lo siente y lo aprecia, y no al que lo cree poseer encerrándolo en recintos privados o cajas fuertes.

Dicen que el mango más sabroso es el que se roba de mata ajena.

¡Vean cómo gozan estos dos desenvueltos criollos ante tan misteriosa y patinada esfinge! Las pinturas que así los inspiran les pertenecen verdaderamente. Son ellos los que las usufructan. A su lectura los dejo para que se contagien con tanto desenfado y abandonen toda esperanza de seriedad aquellos que se atrevan a entrar en este delicioso infierno.

9 févr. 2008

Cuatro grabados de Hugo Consuegra





Cuatro grabados de Hugo Consuegra (1929-2003) me envió desde Nueva York su viuda, Rita Consuegra, escogidos por el crítico de arte y curador Gustavo Valdés, autor junto a Lisset Martínez Herryman de un excelente libro sobre el pintor del Grupo de los Once, publicado en el 2006 en Ediciones Universal. El libro lo reseñé hace algún tiempo en El Nuevo Herald y es lo mejor que se ha hecho sobre Consuegra y el mejor homenaje también. No es un "catalogo raisonné", pero es mucho mejor que esto porque ofrece una selección exquisita de las mejores obras del artista y lo acompañan textos críticos formidables. Para que sea un catálogo "raisonné" tendría que mostrar TODA (o al menos lo más completo posible) de la obra del artista. Lo aclaro porque no sé dónde leí que era un catálogo del tipo mencionado. Evidentemente la gente ya ni sabe lo que es un catálogo "raisonné". Van mis agradecimientos a Gustavo Valdés cuyo buen gusto y capacidades son admirables, y a Rita Vda. de Consuegra por estos hermosos grabados.

6 févr. 2008

Chago en París



Toca el turno a Chago que viaja desde Madrid a París (a cumplir su viejo sueño) con su poemario ¿Entonces, qué? (Ed. Verbum) que me envió a principios de enero 2008. Lo presentaré a Chago en la Maison de l'Amérique Latine el jueves 27 de marzo próximo a las 21h 00. Ya está anunciado en la agenda de la Maison de l'Amérique Latine.

En la Maison de l'Amérique Latine


Dos documentales cubanos en la Maison de l'Amérique Latine de París presentados por la Asociación Sin Visa. El primero de ellos Cuba, memoria sindical de Jorge Masetti y Claudio Castillo (Producción Sin Visa y GALSIC, 26 minutos). El segundo Memoria de una familia cubana del joven realizador Yan Vega (producido por ARTE, 16 minutos). He visto ambos. Sobre el primero puedo decir que es el primer documental sobre los sindicatos cubanos durante el período republicano. Las imágenes de archivo y las entrevistas a ex sindicalistas son formidables. Un auténtico trabajo con vista a salvar la memoria histórica cubana. El segundo lo vi durante la puesta organizada por la Cinemateca del Centro Georges Pompidou. Un corto muy original, construido a partir de fotografías animadas. Les pongo el artículo de Le Monde sobre el mismo. Luego cuelgo el afiche de Cuba, memoria sindical

☛Día: viernes, 15 de febrero
Hora: 18h 30
Lugar: Maison de l'Amérique Latine, 217 Bd. Saint-Germain 75007.

3 févr. 2008

Titouan Lamazou: el navegante solitario




Fabulosa exposición de Titouan Lamazou en el Musée de l'Homme de París. Titouan es conocido en Francia como "El Navegante Solitario". Bretón de origen, ha surcado los mares del planeta en todas direcciones. Fruto de sus múltiples (y asombrosas) escalas es esta enorme exposición en que expone sus fotos tomadas en recónditos lugares del mundo. No queda país, ni isla que no haya visitado. La muestra lleva por título Mujeres del mundo. El catálogo es un portento de unas 1 000 páginas patrocinado por L'Oréal. Les pongo dos fotos tomadas por mí de dos fotos de Titouan y otra de un conjunto de diseños y otros trabajos. Titouan es además un retratista excepcional. Escribiré para El Nuevo Herald algo sobre este hombre extraordinario a quien entrevistaré la semana próxima.